Tabaré incumple su plataforma política

miércoles, 22 de octubre de 2008
Un poco de Botnia, un poco de Derechos Humanos... y nada de vergüenza ! - 22/10/2008


Tabaré Vázquez decretó un "Nunca Más", celebrado por conservadores.

El presidente Tabaré Vázquez ató la fecha del natalicio de José Artigas con un ambiguo Día del Nunca más. Jorge Barreiro - Montevideo, Uruguay

Desde tiempos remotos, el 19 de junio, día del nacimiento de José Artigas, el único héroe nacional latinoamericano que lo es a pesar de ser un mayúsculo fracasado, es día feriado en este país. Las oficinas públicas y las escuelas están cerradas y los adolescentes son sometidos a la patriótica tortura de jurar la bandera. Pero el año pasado, al presidente Tabaré Vázquez se le ocurrió agregar otro motivo de celebración al ya de por sí celebradísimo 19 de junio. El presidente uruguayo estableció a través de un decreto aprobado el año pasado que, además de la fecha del nacimiento del prócer, el 19 de junio será el "Día del Nunca Más": nunca más al enfrentamiento y a la violencia entre uruguayos, según el texto de la norma.

A las cansadas y varios días después de que partidos de izquierda y organizaciones de derechos humanos protestaran el año pasado por una formulación tan ecuménica y políticamente correcta, el presidente aclaró que también se trataba del "nunca más al terrorismo de Estado". Nunca se sabrá qué pasó por la mente de nuestro presidente cuando decretó que el aniversario del nacimiento de Artigas era una fecha inmejorable para crear el día del "Nunca más" a los enfrentamientos entre orientales. Si ese "Nunca más" al que se refiere Tabaré Vázquez de forma tan calculadamente ambigua, que a cualquiera le evoca el informe de la comisión Sábato en Argentina, fuera un nunca más a la dictadura (cosa de la que jamás podremos estar seguros), debería explicarnos cómo se las ingenió para mezclar a un caudillo decimonónico nada apegado a las maneras ilustradas con la moderna conciencia democrática que abomina de las dictaduras.

No importa: nuestro mandatario logró esa síntesis imposible entre Artigas y un difuso Nunca más que sólo con muchísima buena voluntad de nuestra parte podríamos aceptar que está referido a la violación de los derechos humanos en la última dictadura. De modo que de ahora en adelante cada 19 de junio, además de celebrar el nacimiento del caudillo oriental, deberemos ser buenos chicos y comprometernos todos (incluidas las víctimas de la dictadura que jamás le levantaron la mano a nadie) a no caer en la tentación de la violencia.

Lo que me deja perplejo no es el supuesto intento de atar una fecha "nacional", como el nacimiento de Artigas, a una política partidaria, como alegan algunos opositores. No es eso lo que llama poderosamente la atención, sino la vocación por la ceremonia, la ilusión de que decretando un día de festejos (o de íntimo recogimiento, da igual) se desterrarán las inclinaciones autoritarias en esta sociedad. Los fundamentos del decreto que instaura el día del Nunca más son, pues, tan sólidos como los que llevaron a inventar el día de la secretaria, del amigo o de la suegra.


Si algo quiere hacer para que la cultura democrática arraigue definitivamente en la sociedad, nuestro presidente debería ser más imaginativo, porque es dudoso que el rutinario expediente de fijar una fecha conmemorativa vaya a mejorar las cosas. Debería, por ejemplo, pensar en un sistema educativo que forme ciudadanos en lugar de adoradores de Artigas, sin descuidar las virtudes pedagógicas de la ley para hacer entrar en razón (es un decir) a los más inclinados a resolver los conflictos por la fuerza.


Pero el decreto va decididamente por otro camino. Sostiene que "a efectos de que el país pueda mirar al futuro y encontrar caminos de reconciliación nacional, fíjase el 19 de junio como fecha conmemorativa de que nunca más deberán ocurrir estos episodios entre uruguayos". Si entendí bien, todos los 19 de junio no conmemoraremos un episodio del pasado (que es lo único que se supone que se puede conmemorar) sino algo que deberá ocurrir, pero aún no ha ocurrido. Desde luego, esto es un mamarracho que sólo puedo atribuir a la inclinación presidencial por pasar a la historia. Tabaré Vázquez ya ha dado más de una prueba de que quiere pasar a la historia como el presidente que selló la reconciliación entre los uruguayos.

El Día del "Nunca más", según las propias palabras de Vázquez cuando el año pasado presentó el decreto, "nos permitirá conmemorar el natalicio de nuestro prócer como corresponde, y asumir ante él (¿nos estará viendo don José?) y ante todos los uruguayos, los que ya pasaron (?), los que estamos y los que vendrán, que nunca más en nuestro país". Nos quedamos preguntando "nunca más" a qué. Y responde Tabaré: "nunca más a hechos de intolerancia y violencia entre los ciudadanos uruguayos".


Precisamente a esto me refería al principio: no es lisa y llanamente un nunca más a una dictadura, nunca más a las violaciones de los derechos humanos, a la censura, a los encarcelamientos arbitrarios y a las desapariciones forzadas. Es nunca más a la intolerancia y a la violencia entre los ciudadanos.

El decreto es tan light, tan incierto, tan incapaz de llamar a las cosas por su nombre, que podríamos pensar en que ese Nunca Más se refiere tanto a las riñas entre barrabravas de Nacional y Peñarol, a la intolerancia doméstica entre cónyuges como a las torturas en un cuartel del Ejército.

Tiene un aroma tan parecido al "todos fuimos responsables" y a la teoría de los dos demonios que da asco. Uno puede pensar que este mamarracho que pretende hermanar en un solo festejo a Artigas con un moralista y despolitizado Nunca más es tanto el resultado de la improvisación de Tabaré Vázquez.

Pero también podemos ser malpensados y sospechar que este decreto pretende poner un "punto final" a una política sobre los desaparecidos durante la dictadura, que tuvo resultados más bien escuálidos (apenas se encontraron dos cuerpos).


O sea, dígase lo que se diga, no es posible descartar la sospecha de que este decreto artiguista y la publicación de un "informe final" de antropólogos e historiadores sobre la represión durante la dictadura guardan relación con el callejón sin salida al que condujo la búsqueda de los desaparecidos con la inestimable "colaboración" de los militares, que se mofaron del presidente.

A falta de resultados, tengamos ceremonias. No es una extravagancia pensar que estamos ante el intento de "cerrar" una etapa que parece haber pasado con más pena que gloria, a pesar del desmesurado optimismo inicial. La frialdad con que fue acogida la iniciativa presidencial por parte de las organizaciones de derechos humanos permite suponer que no estoy solo en esa sospecha.

La segunda celebración del Día del Nunca Más, en este 2008, viene a confirmar aquella sospecha: además de los ministros, los únicos que concurrieron a los festejos oficiales en la Plaza Independencia de Montevideo fueron los militares y los dirigentes de los partidos conservadores.
(fuente)

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