Otro ataque a Madres

martes, 13 de mayo de 2008
El pañuelo robado - 13/05/2008


La Vaca - La sede de la Asociación Madres de Plaza de Mayo fue atacada este domingo 11 de mayo durante la madrugada. Rompieron cosas, revisaron papeles del despacho de Hebe de Bonafini y lo único que robaron fue un bolsito donde tenía el pañuelo que lleva los jueves a la Plaza, y poco dinero. La agresión, con tal carga simbólica, sucede tras la intimidación a su hija Alejandra (“estamos volviendo”, le dijeron), y el secuestro de Juan Puthod. Charla de Hebe con lavaca, y un texto sobre los antídotos contra el miedo.

Este domingo 11 de mayo, durante la madrugada, los desconocidos de siempre ingresaron y destruyeron varias oficinas y dependencias de la Casa de las Madres y de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, frente a la Plaza de los Dos Congresos. Revolvieron oficinas, el despacho de Hebe de Bonafini, y según ella misma dio a conocer, los destrozos no incluyeron robo: “Apenas algunos pesos que tenía en la oficina, un bolsito donde tengo el pañuelo con el que voy los jueves a la Plaza, una libreta con direcciones”.


Hebe agregó, según un comunicado difundido por Madres: “Yo creo que esto está claro. A mi hija le dijeron ‘estamos volviendo y las vamos a liquidar a tu madre y a vos’. Y esto es lo que está ocurriendo porque, entraron a la Casa de las Madres, a Prensa Madres y al lugar de la Universidad. Rompieron todo, abrieron los cajones, violaron las cerraduras, rompieron las puertas, revolvieron todo y no se llevaron nada”.
La presidenta de la Asociación agregó que ni siquiera se llevaron cheques para pagar al personal de la radio, que dejaron tirados en el piso. Dijo Bonafini: “Estos tipos están activos. Yo digo que nos ofrecen de todo, nos ofrecen seguridad, nos ofrecen custodia, pero la mejor manera de cuidarnos es que los ministros, los secretarios, la policía investiguen y descubran quienes han sido capaces de hacer esto, si no, no sirve”.
Aquí agregamos la nota publicada esta semana por lavaca donde Hebe realiza algunas reflexiones tras las amenazas a su hija, y lee especialmente sus apuntes sobre lo que está ocurriendo a partir de un texto originado en la masacre de Trelew, de 1972.

Aprendiendo de los que reían

Fue en La Plata, a las cuatro y media de la madrugada del 2 de mayo. Tocaron el timbre y preguntaron por Alejandra Bonafini. La hija de Hebe escuchó la siguiente frase: “Estamos volviendo”. Los individuos recitaron una serie de insultos y gritaron además que “la primera que vamos a reventar es a tu vieja y después a vos”. Alejandra se quedó sentada en el piso de su casa. No llamó a su madre, que vive a la vuelta, por una sencilla e inteligente razón: Hebe de Bonafini podría haber salido a buscarla, y los tipos seguían ahí afuera.

Alejandra esperó el amanecer y recién después dio la noticia a Hebe, que ahora cuenta a lavaca: “Nos pusimos muy al las dos, lloramos, nos daba tristeza porque una piensa que por fin se está un poco más tranquila. Con estos tipos nunca te podés quedar tranquila”.
Las Madres, se sabe, no son adictas a la queja ni a la parálisis. “La agarré a Alejandra y le dije: mirá, la vida tiene que seguir, no paró la vida ni cuando se llevaron a tus hermanos, ni cuando murió tu padre, ni tu tío; la vida siguió, y ahora tiene que seguir. Si tenés que hacer algo esta tarde salí”.
Le quisieron poner custodia pero Hebe la rechazó, por eternas desconfianzas. “Mejor que no me cuiden. Una vez hace unos años me pusieron custodia, no se iba, cargué un balde con agua y le dije que se lo iba a tirar. No se iba, obedecía órdenes, entonces le tiré el baldazo de agua. Antes que tener a esos tipos, me cuido sola. El comisario me dijo: ‘Le pongo custodia de civil’. Y yo le contesté que peor todavía, ahí nadie sabe ni quiénes son”.

De qué nos vamos a disfrazar

Hebe cumplirá 80 años en diciembre y anuncia una fiesta de disfraces en la Casa de las Madres, “pero no te voy a decir de qué me voy a disfrazar”. Mientras tanto el cúmulo de actividades de la Asociación incluye los trabajos de construcción de viviendas en Ciudad Oculta, la presentación del nuevo libro “Transformaciones del Pañuelo Blanco”, de conversaciones entre Hebe y las otras madres, el trabajo en el stand de la Feria del Libro, denuncias sobre trabajo infantil en la provincia de Buenos Aires, y el reclamo y propuesta de agilizar todas las causas por violaciones a los derechos humanos que están pendientes, esparcidas y subdivididas en múltiples pequeñas causas que parecen un augurio de fracaso judicial. El caso del asesinato del prefecto Héctor Febres con cianuro antes de declarar en una causa que apenas era una molécula de la causa ESMA, parece un ejemplo.
“Las amenazas pueden ser por cualquiera de esas cosas. Esta gente no descansa. La Pando (Cecilia, motorizadora de los grupos militares que han empezado a reclamar contra las políticas de derechos humanos) pinta en Plaza de Mayo para provocarnos. Y tenés a los medios, que insinúan que lo del muchacho del Tigre (Juan Puthod) fue un autosecuestro. Todo de terror”. ¿Qué opina sobre los medios que sugieren eso? “Forman parte de lo mismo que termina en las amenazas, son tremendos hijos de puta”.

La propuesta de aceleración de los juicios, en el plano de conocido y siempre cuestionado acercamiento de Hebe al gobierno kirchnerista, fue llevada al secretario Legal y Técnico de la presidencia Carlos Zanini. “Si pasa un tiempo y no se hace nada, iremos a ver a Cristina”.
-Hebe, lo del paso del tiempo tiene lo suyo. Las madres reemplazaron el cartel de rechazo al pago de la deuda externa por “Distribución de la riqueza ya”. Eso fue hace unos tres años.
-Bueno, pero ella ahora dice que va a hacer un decreto de distribución de la riqueza.
-...
-Si lo hace, saco el cartel y pongo otro.
-¿Y si no?
-Seguiremos con el cartel.

¿Qué hay que hacer frente al miedo?

Hebe tiene en el escritorio un cuaderno lleno de notas y un libro, “Cuestiones con Constantini”, por el escritor Humberto Constantini, donde se reproduce un texto: “Testimonio de un suboficial que intervino en los sucesos de Trelew” escrito en 1972. Hebe estuvo leyéndolo. “Aquí está la clave del miedo que nos tienen, y de qué es lo que tenemos que hacer frente a todo esto de las amenazas y el miedo. ¿Te lo leo?”
Ante la obvia respuesta, esta mujer que ya no usa anteojos porque se operó de cataratas, abre sus ojos claros y lee con un estilo que sólo puede ser definido como apasionado, lo que según Constantini dijo aquel suboficial, refiriéndose a los guerrilleros y militantes que habían sido detenidos en Trelew, la mayoría de los cuales fue fusilada:

“Sí señor, mucho miedo. Usted lo ha dicho bien, un miedo sucio. Y rabia, una rabia mordida. Una rabia dolor de no poderlos. Verlos así, tan ellos, tan simplemente ellos, tan vivos, tan muchachos, tan libres. Sí, bueno, sí, tan libres. Los odiábamos con todo nuestro miedo. Por las noches hablaban. Traté de comprenderlos. Andaban. Se nos subían al sueño en grupos en bandadas. Qué se yo. Se acercaban, cantaban, me parece. Pero lo peor de todo es que se reían. Era insufrible aquella risa. Usted no sabe. Era tocarle el culo a la Marina. Así. Conocerles el miedo, destaparnos. Cómo los podríamos ver luego. Desnudos, como ranas, solos, enfermos, abombados de hambre y de palizas. No les ladraba un perro y se reían. En sueño, claro, pero se reían. Se nos reían señor. Dueños de qué se yo, conocedores. No sabían, no sabían de miedo. Nos rondaban. Nos miraban de noche. Se reían”.

Hebe dice: “¿No es maravilloso?” Y luego lee del cuaderno, los apuntes que ella misma tomó, inspirada en ese texto. Dicen lo siguiente:

“Aprendimos de ellos, de nuestros hijos, a no tenerles miedo. Cuántas amenazas, cuántos golpes a nuestras familias, cuántas veces entraron en nuestras casas, cuantas veces pintaron la ciudad difamándonos. Todas las mentiras del mundo para destruirnos, el secuestro de nuestras compañeras para destrozar al movimiento. Pero todo eso no alcanzó. Nuestra fuerza, nuestras ganas de luchar, y el compromiso con nuestros hijos, nos hizo duras como una roca”.


(fuente)




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