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sábado, 8 de marzo de 2008
Abuela busca a CLARA ANAHÍ MARIANI - 08/03/2008


BUSCAMOS PARA QUE APAREZCA !




Causa Etchecolatz - 5 de julio de 2006


"Chicha" Mariani: "En lugar del rosario, que alivie su conciencia diciendo dónde está Clara Anahí".

En una extensa declaración María Isabel Chorobik de Mariani habló de los homicidios en la casa de calle 30 entre 55 y 56, de la sustracción de su nieta Clara Anahí y de los pasos dados en su investigación a lo largo de treinta años.

(La Plata, 5julio2006).- La entrada de la testigo a la sala fue saludada con un largo aplauso del público que colmaba la sala. En el inicio de su testimonio relató que Diana Teruggi era una estudiante de letras de 26 años, casada en 1972 con Daniel Mariani. La pareja había perdido antes un embarazo, de modo que Clara Anahí era un bebé muy deseado.

En la casa de calle 30 los jóvenes habían instalado una fábrica de escabeche con la intención de proporcionar trabajo a personas del barrio. En la parte de atrás de la casa funcionaba una imprenta clandestina.

El 24 de noviembre de 1976, “Chicha” Mariani estaba en su casa de calle 44 y 21 esperando a Diana que le llevaría a la niña para que la cuide, como hacía todos los miércoles.

Advirtió el inusual movimiento de tanques, helicópteros, patrulleros y efectivos y tuvo miedo por su nuera. “Yo no sabía nada de política en aquella época, pero sabía que estaban matando a mis mejores alumnos”. Chorobik era por entonces profesora del Liceo “Víctor Mercante”. Se inquietó pensando que Diana iba a tener inconvenientes para llegar y fue a la casa de una amiga. Iba y venía, tejiendo mientras esperaba. Ese tejido está aun hoy en el punto en que lo dejó.

La testigo relató que ese día recibió un llamado que le avisaba que su padre estaba enfermo, de modo que se fue a City Bell para estar con sus familiares. Al regresar a su casa vio un tumulto de gente frente a su casa, muchos lloraban. Creían que ella estaba muerta dentro de la casa, porque había habido un tiroteo. Al ingresar encontró todo destrozado y medio metro de todas las cosas rotas, vidrios, cubiertos, ropa, aceite, café, lo que fuera que hubieran encontrado en la casa estaba roto y tirado, salvo lo que habían robado.

Únicamente dejaron a salvo y a la vista una cinta con el “Réquiem” de Verdi y la póliza de seguro de vida de la testigo.

La ex presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo relató los acontecimientos de esos días: la búsqueda de los cuerpos de sus familiares, la entrevista con el Comisario Sertorio en la seccional Quinta, la invasión de su casa por una patota al mando de Luis Abelardo Patti y el ofrecimiento del policía Daniel Del Arco de “venderle a su nieta”, tal como lo había hecho en el Juicio por la Verdad. (ver www.apdhlaplata.org.ar\prensa\1999\070499.htm).

Agregó también datos conocidos después de aquella declaración, como el aportado por el ex chofer de Etchecolatz, hoy detenido, Hugo Guallama. Según este represor Camps o Etchecolatz habrían dado la orden de muerte: “Dale, negro, tirale que ahí va saliendo”, y Diana fue ametrallada por la espalda, cubriendo el cuerpo de su hija y salvando así su vida. Mencionó también a otros policías que participaron del episodio, como Monzón, Vercellone, Carlos “el oso” García y Fiorillo, éstos dos últimos responsables directos de haber sacado a Clara Anahí de la casa.

Juan Fiorillo fue, como se ha informado con anterioridad, el responsable de la desaparición de Felipe Vallese en 1962 y, durante la última dictadura, jefe del Comando de Operaciones Tácticas. Chorobik lo calificó hoy como el “monje negro” de la represión. En cuanto a García, participó de la comisión investigadora del atentado a la AMIA que suministró información falsa al juez Galeano, fue jefe de custodia en el Banco de la Provincia de Buenos Aires y también custodio del arzobispo Antonio José Plaza.

Mencionó también a un cabo de apellido Bazán, perteneciente al R.I. 7, a quien llevaban “para las cosas feas”. Este suboficial habría ametrallado a Daniel Mendiburu Eliçabe en un rincón del patio, donde todavía pueden apreciarse los impactos de bala.

Su primer contacto con el Poder Judicial fue a través de un Juzgado de Menores, donde conoció a la entonces asesora Lidia Pegenaute, quien le hizo saber que había otras abuelas buscando a sus niños desaparecidos. A partir de allí comenzó a hacer contacto con esas mujeres que sufrían lo mismo que ella y que reclamaban por sus nietos.

La primera reunión de las por entonces llamadas “Abuelas Argentinas con nietos desaparecidos” se realizó debajo de un árbol, frente a la puerta del Círculo Militar.

A partir de allí una de las tareas que se dieron fue visitar a los jueces. Al menos una vez por mes, en grupos de tres personas, recorrían los juzgados y se entrevistaban con cada uno de los jueces: “la justicia no significó mucho aporte. Aunque ahora sí tengo esperanzas en el juez Corazza y en lo que pueda surgir de este juicio”.

Relató también los viajes de las Abuelas, que recorrieron los centros científicos del mundo buscando una forma de identificar a los niños en ausencia de sus padres, hasta que la encontraron en los Estados Unidos. Así nació el Banco Nacional de Datos Genéticos que funciona en el Hospital Durand y también se conformó el Equipo Argentino de Antropología Forense.
“Yo no le debo nada a la iglesia”

El primer sacerdote que la testigo contactó en su búsqueda fue el Pbro. Angel Colabella, organista de la catedral. Él le manifestó que no podía hacer nada, que muchos amigos suyos iban a verlo para preguntarle lo mismo. Pero se ofreció para preguntar a los aviadores de los Hércules si alguna vez los habían trasladado.

También visitó, como tantos familiares, a monseñor Emilio Graselli, quien le prometió noticias si volvía en quince días. En la segunda entrevista lo notó muy cambiado. El eclesiástico le manifestó que “la nena está muy alto y ya no se puede hacer nada, es demasiado tarde”.

La actitud del entonces arzobispo de La Plata, monseñor Plaza, fue enviarla al subsuelo de la catedral para hablar con un policía de apellido Sozi, que terminó interrogándola a ella.

Dieciocho veces fueron las Abuelas de Plaza de Mayo al Vaticano, con carpetas sobre los chicos desaparecidos. A la testigo le consta que el papa Juan Pablo II tuvo en sus manos los legajos, pero nunca recibieron una respuesta. Rescató en cambio la figura de algunos obispos, como De Nevares y Novak, que les brindaron consuelo y ayuda.

“Lo veo a Etchecolatz con el rosario y quisiera decirle que en lugar del rosario alivie su conciencia diciendo dónde está Clara Anahí, porque él lo sabe. Yo acuso a Etchecolatz de la muerte de mi nuera, de la desaparición de mi nieta, de estos treinta años de estar viviendo en la ignorancia de su destino. Y también del sufrimiento de miles de familias que buscan un rastro de sus hijos”.

Mariani reclamó una respuesta del Estado, que debe velar por esos niños, que son ciudadanos argentinos desaparecidos.

Un policía le dijo que Clara Anahí sobrevivió al ataque.

La segunda testigo de la fecha fue Lilian Stancati, quien recuerda el ataque a la casa de calle 30 por haber sido vecina de la zona. El operativo policial y militar incluyó tanques, ambulancias, patrulleros y varios helicópteros y la declarante escuchó detonaciones desde el mediodía hasta aproximadamente las cinco de la tarde.

La testigo trabajaba en la Delegación City Bell del municipio platense. Allí cumplía funciones de vigilancia policial un efectivo que siempre realizaba comentarios en el sentido de que tenía sueño porque la noche anterior “habían salido de rotetion”, refiriéndose a operativos policiales posiblemente vinculados a secuestros.

Este policía le relató en una oportunidad que durante el ataque a la casa de la calle 30 entre 55 y 56 la niña había sobrevivido porque había sido resguardada por sus padres con mantas y frazadas. Agregó que había sido entregada a un alto jefe policial cuya esposa no podía tener hijos.

La esposa del policía Daniel del Arco se contactó con Abuelas.

Rosaria Isabella Valenzi fue citada por el tribunal para atestiguar sobre la visita que la señora Patricia Domenici a la sede de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, filial La Plata.

Domenici había sido pareja de Daniel Del Arco y tenían un hijo. En abril de 1991 se presentó en Abuelas buscando contactarse con la señora de Mariani. Quería contarle que su esposo estaba vinculado con la desaparición de Clara Anahí. En ese momento dijo tener “mucha bronca” porque Del Arco quería quitarle a su hijo.

Finalmente ese contacto no se produjo. Posiblemente Domenici ignorara que Del Arco se había conectado mucho antes con Mariani, intentando “venderle” a su nieta, maniobra que habría sido desbaratada por el propio Camps.

Toda la crónica del juicio a Etchecolatz en www.apdhlaplata.org.ar.

Ud. puede colaborar con el sostenimiento de este juicio. Ingrese a http://www.apdhlaplata.org.ar/donaciones/donaciones.htm y apoye la lucha por la Verdad y la Justicia.

(fuente)

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