EEUU y su violación a sus leyes - Guantánamo y las torturas

sábado, 14 de junio de 2008
Terminaron por reconocer su delito por Guantánamo - 14/06/2008


Estos inmundos genocidas mundiales tuvieron que reconocer sus delitos por lo menos por la cárcel de Guantánamo y las torturas.

La noticia:

"EE.UU.: un fallo tardío le pone límites a la doctrina Bush

La Corte Suprema norteamericana restituye la primacía de los valores constitucionales frente a las concepciones neoconservadoras que justificaron la mentira y la tortura.
Por: Marcelo Cantelmi

EN EL OCASO. GEORGE W. BUSH, PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS.

La historia se construye con símbolos. O, de modo más preciso, también con ellos. La cárcel de Guantánamo que este 2008 cumple 110 años de existencia como base naval norteamericana en Cuba, resume quizá mejor que cualquier otro ejemplo, el estilo de la administración de George W. Bush.

En el ocaso actual de ese gobierno se simboliza en ella, y en el reciente fallo histórico de la Corte Suprema norteamericana que le otorgó identidad legal a sus prisioneros, el final concluyente de una época: de una forma de ver y hacer las cosas que excedió los límites de ese presidio. Y esos son los símbolos justamente, mucho más de lo que parecen expresar.

Por Guantánamo pasaron más de 700 prisioneros, supuestos agentes terroristas, y 270 permanecen aún en sus calabozos. A todos ellos se les aplicaron distintos niveles de tormentos y se les negó cualquier tipo de apropiada asistencia legal. El fallo dividido 5 a 4 de la Corte Suprema que esta semana conmocionó a Washington dictaminó al revés del qui dictat de la Casa Blanca que esos prisioneros tienen, como cualquier otro ser humano, derecho a apelar a tribunales civiles en Estados Unidos.

Pero definió, además, cómo deben ser las reglas del juego. Vale detenerse en algunos de los párrafos del planteo de la mayoría que sobrevuelan mucho más que este contencioso y darían letra aún para el devenir de muchos otros conflictos en el mundo: "Sostener que los poderes políticos pueden activar o desactivar la Constitución llevaría a un régimen en el que ellos, no esta Corte, diría qué es ley y qué no", escribió el juez Anthony Kennedy en sus argumentos. "Las leyes y la Constitución están diseñadas para sobrevivir y continuar vigentes en tiempos extraordinarios", concluyó, desarmando la posición de que todo es admisible y tolerable en aras de un supuesto fin superior.

Este fallo se produce hoy porque sólo hoy es posible. Esta Corte acompañó la experiencia de Bush y sus acólitos cuando el poder que habían concentrado tumbaba cualquier límite y eso lo refleja claramente la cerrada posición de la minoría. Lo que el Tribunal resume ahora es la noción de que se terminó el tiempo en que aquellos excesos reinaban, pero a la vez, denuncia exactamente lo que ha sido esta época tremenda. Apena, es cierto, esta mirada tardía porque era demasiado conocido cómo eran realmente las cosas.

Observemos apenas un poco hacia atrás. Después de ganar la reelección y cuando todo parecía aún mantenerse bajo su control, en un reportaje a la página web de la revista National Review, Bush justificó sin cuestionar su accionar en la ofensiva antiterrorista del siguiente modo: "Mucha gente en EE.UU. incluido yo, ve esta guerra como una confrontación entre el bien y el mal". Son conocidos los impulsos místicos en el presidente norteamericano, pero la cita es interesante porque recoge de modo turbio la visión de intelectuales como Carl Schmitt de que toda acción política debe estar basada linealmente en el combate de amigo contra enemigo.

A Schmitt lo citaba naturalmente Leo Strauss, el filósofo que le dio letra al grupo neoconservador que amasó esta visión del mundo a partir de la victoria de Bush sobre Al Gore, antes aún de los atentados del 11 de setiembre de 2001. Un punto sustancial del pensamiento de este pensador de origen alemán que alimentó de ideas a individuos como William Kristol, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Richard Perle o Richard Armitage, por citar solo unos pocos del nutrido elenco de los colaboradores principales de Bush, fue su fidelidad a la noción de la manipulación. "Las mentiras podían ser útiles y debían usarse si servían para que la mayoría, que necesita ser dirigida, siga el camino correcto", resume la historiadora Shaida Drury en su Leo Strauss and the American Right.

Hay otra perla en este laberinto: valores como religión, patriotismo o moral que esgrimen como banderas únicas y propias los neoconservadores "sólo son válidos para las masas, no para quienes saben elevarse por encima de ellas".

La mentira como concepto estratégico ha recorrido estos años como un ácido, diluyendo la institucionalidad y la juricidad. El valor del fallo de la Corte Suprema se advierte en la restauración de lo que se ha perdido. Guantánamo está terminado. Tanto John McCain como Barack Obama, con más énfasis en su caso, han prometido que eliminarán ese presidio y todo lo que representa. El republicano sostiene que los prisioneros deberían ser trasladados a la base militar de Fort Leavenworth, en Kansas, mientras que su rival demócrata demanda juicios en cortes federales o militares ordinarias sin reglas especiales.

Pero nuevamente este giro jurídico desborda esa cuestión. Refleja los coletazos de una mudanza que se advierte claramente ya en EE.UU. pero que se extiende por el mundo, y ése es su aspecto más importante. Se trata de un proceso que se hace cada vez más notable al ceder la presión ideológica de esta etapa del hegemón norteamericano y que coincide con otras mutaciones con las que no necesariamente esta ligado. La rotura de esta válvula sucede cuando por ejemplo, y para tomar solo dos ejemplos en nuestra región, en Cuba se inicia un ambicioso programa de cambios que anticipa también una nueva era para ese país, o en momentos que en Venezuela la propia realidad lleva a modificaciones que serán más radicales de lo que se supone actualmente.

Es la misma época que crece la idea de la negociación como salida a las tensiones en el Golfo y Oriente Medio aún desde las usinas más conservadoras norteamericanas. Es, en fin, un escenario donde se estrecha el espacio para el agobiante mundo de ciegos de Strauss y sus seguidores. No se debe exagerar con la expectativa de lo que venga, pero si por lo menos es claro que aparecen bases para discutir en otros términos y de otras cuestiones. No es una mala noticia".


(fuente)


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