Otros dos nietos recuperados !

sábado, 2 de agosto de 2008
La infame dictadura no lo logró - 02/08/2008





Abuelas de Plaza de Mayo lograron nuevas identificaciones. Una es la hija del matrimonio Trotta-Castelli, secuestrados en febrero de 1977. El segundo es Jorge Guillermo, hijo de la pareja Martínez Aranda-Goya.



La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo identificó dos nuevos hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar, llevando a 92 el número de nietos restituidos por la entidad. Se trata de la hija –hoy de 31 años– de María Teresa Trotta y Roberto Castelli, ambos desaparecidos en distintos operativos el 28 de febrero de 1977, y del hijo de María Lourdes Martínez Aranda y Francisco Goya, secuestrados entre abril y julio de 1980. Durante la conferencia de prensa no se dio a conocer el nombre de la hija de Trotta y Castelli, en tanto que el hijo de Aranda y Goya se llama Jorge Guillermo, quien hoy mismo cumple 29 años. Es su nombre de nacimiento: sus padres fueron capturados cuando él ya había nacido. Su caso, además, tiene otra particularidad: fue recuperado por las Abuelas a partir del dato aportado por un arrepentido que aceleró la investigación.



La restitución de la identidad de estos dos jóvenes fue confirmada en la tarde de ayer por las Abuelas en un anuncio que contó con la presencia de Verónica Castelli Trotta, hermana de la nieta recuperada, y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde.

La hija de María Teresa Trotta y Roberto Castelli –ambos militantes montoneros– nació durante el cautiverio de su madre a fines de abril o principios de mayo de 1977, y recién recuperó su verdadera identidad el pasado viernes 25 de julio, tras haber sido informada que los estudios de ADN arrojaron una compatibilidad con la familia Trotta-Castelli de un 99,99 por ciento.







Dos buenas noticias. Verónica, hermana de la joven recuperada, y la titular de Abuelas.





En tanto, el hijo de Lourdes Martínez Aranda y Francisco Goya, quien desapareció junto a sus padres, supo de su verdadera identidad el último martes 29 de julio, cuando el juez Federal Ariel Lijo le informó que los resultados de los estudios de ADN señalaron una compatibilidad con su familia biológica de un 99,99 por ciento.

“La Petisa” o “Tere”, como la llamaban sus amigos a María Teresa Trotta, y “Beto” o “Cabezón”, como le decían a Roberto Castelli, militaban en la organización Montoneros y fueron capturados el 28 de febrero de 1977, en San Antonio de Padua y Merlo, respectivamente, según informaron las Abuelas. En el momento de su secuestro, María Teresa estaba embarazada de seis meses y medio.

Según testimonios de sobrevivientes la pareja estuvo en los centros clandestinos de detención “Sheraton” y “El Vesubio”.

El rastro de su hija se perdió cuando “La Petisa” fue llevada al sector de Epidemiología del Hospital Militar de Campo de Mayo, donde dio a luz. Desde ese mismo momento, sus familiares junto a Abuelas comenzaron la búsqueda, denunciando en 1983 su desaparición en la Justicia.

Tras 25 años, el viernes pasado, su hermana Verónica, militante de Hijos, el resto de sus familiares y las Abuelas de Plaza de Mayo supieron que la hija del matrimonio Trotta-Castelli fue entregada en adopción a través del Movimiento Familiar Cristiano, organización que, según datos recogidos por organismos de derechos humanos, durante la dictadura “entregaba niños en adopción sin investigar el paradero de su familia”.

Durante la conferencia de prensa, Verónica se mostró visiblemente emocionada: “Tengo una sensación similar a la que sentí en el momento que nació mi hijo”, lagrimeó. “Es el día más pleno de mi vida, dediqué mi vida para esto, es lo que más quería en el mundo”, agregó entre sollozos.

Tras negarse a dar detalles sobre la nieta recuperada y la posibilidad de un próximo encuentro con ella, Verónica envió un mensaje a su hermana. “Quiero que sepa que acá hay una familia que la está esperando”, dijo. Pero aclaró: “Sabemos entender sus tiempos y sabemos respetarlos”.

En la otra familia, el chaqueño Francisco “el Gordo” Goya fue militante del movimiento Tacuara, luego de la Juventud Peronista y finalmente de la organización Montoneros. Con su primera esposa tuvo dos hijos: Juan Manuel y Emilio, ambos hoy militantes de Hijos en el Chaco.

Durante su exilio en México, el Gordo conoció a su segunda mujer, María Lourdes “Lupita” Martínez Aranda, quien militaba en el Partido Comunista de México. En marzo de 1979 la pareja viajó a España y el 31 de julio del mismo año nació su hijo, Jorge Guillermo.

Lourdes y Francisco regresaron al país en la denominada Contraofensiva de la organización Montoneros y fueron secuestrados entre abril y julio de 1980 en Mendoza. Según algunos testimonios, ambos permanecieron detenidos en el centro clandestino conocido como “Cuevas”.

“Esto fue posible gracias a la lucha sostenida durante estos más de 30 años”, dijo la titular de Abuelas, Estela Carlotto.



“Abuelas cumplió”, agregó la dirigente y aclaró que “ahora queda en las familias el camino del reencuentro; este es un camino largo y hay que respetarlo”.

Por su parte, Duhalde, quien aseguró tener un vínculo muy personal con los hermanos de los nietos recuperados, se mostró “muy feliz” por la restitución de la identidad de los dos jóvenes,

Duhalde agradeció a la Abuelas por la “obstinada búsqueda” que llevan adelante, al tiempo que ratificó el apoyo del Estado a la entidad porque “estoy seguro de que este goteo permanente en la búsqueda de la verdad, la justicia y la memoria va a seguir dando resultados”.






Encima de la fuga, amenazas a APDH



El secretario de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Bahía Blanca, Eduardo Hidalgo, denunció ante la Justicia federal que recibió un llamado telefónico en el que un desconocido lo amenazó de muerte tras la fuga del represor Julián “Laucha” Corres de la delegación de la Policía Federal. “Estaba en mi casa cuando sonó el teléfono particular y una voz masculina me dijo: «Pedazo de hijo de puta, dejate de joder con Corres porque te vamos a matar»”, afirmó ayer Hidalgo.

“Tras eso, esta persona colgó el teléfono y no lo pude rastrear, ya que no cuento con un identificador de llamadas”, agregó el dirigente de la APDH.



A raíz del episodio, Hidalgo alertó al fiscal general de Bahía Blanca, Hugo Cañón, quien además lleva adelante la causa en la que se investiga la fuga del ex teniente del Ejército que estaba detenido por diversos delitos cometidos durante la última dictadura militar y en momentos en que se desempeñaba en el centro clandestino de detención conocido como La Escuelita.

Tras tomar estado público las amenazas, distintos sectores políticos de Bahía Blanca repudiaron el episodio y se solidarizaron con Hidalgo, quien estuvo detenido en el centro clandestino de detención conocido como La Escuelita” durante la última dictadura.

El bloque de concejales de la Coalición Cívica-GEN manifestó su “más enérgico repudio” y su solidaridad con Hidalgo. “Cuando se consagra la impunidad, la huida de Corres con la complicidad con la que fue llevada a cabo, muestra lamentablemente sus primeras consecuencias”, señaló la presidenta del bloque, Elisa Quartucci.

Por su parte, el bloque Integración Ciudadana –que agrupa la fuerza local junto al socialismo y a Encuentro Amplio– fustigó “la fuga de Corres con la presunta complicidad de la fuerza policial y la falta de detenidos bajo la órbita penitenciaria”.

“Estos hechos, como la muerte dudosa del prefecto Febres, dejan en claro la necesidad de profundizar los juicios y desarticular el aparato represivo que se vio evidenciado en la desaparición en democracia de Jorge Julio López”, agregó la fuerza.





Las revelaciones de un “yo no fui”




La noche previa a su fuga de la delegación de la Policía Federal en Bahía Blanca, el teniente coronel del Ejército Julián Corres había recibido la noticia de que el domingo, al día siguiente de su huida, iba a ser trasladado a Campo de Mayo. Al parecer, no le gustó la idea.



El dato fue revelado por el inspector Juan Carlos Lastra, uno de los dos efectivos de la seccional bahiense acusados de facilitar la evasión del militar.



Lastra declaró durante casi cuatro horas ante el juez subrogante Eduardo Tentoni, quien a la postre rechazó su pedido de excarcelación. El efectivo, que era jefe de la guardia la noche en que se escapó el represor, ratificó las “amplias libertades” que éste gozaba en su lugar de reclusión, donde estaba detenido desde abril. Contó, por caso, que las celdas de Corres y de otros tres acusados por crímenes de la dictadura “siempre estaban abiertas”, y que los reos tenían libre acceso a la cocina y a un comedor donde hay un televisor y un teléfono. El oficial, de 33 años, dijo que el viernes recibió la confirmación de que el domingo se iba a trasladar a Corres y a otros dos detenidos y que él mismo les transmitió la novedad a la 0.30 del sábado. Luego relató que antes de dejar la guardia, a las 6 de la mañana, fue al baño, donde le pareció ver “la sombra de una persona”.





(fuente)

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