“LAS EMPRESAS EXTRANJERAS VIENEN A ARRUINAR NUESTROS PAISES"

miércoles, 6 de agosto de 2008
Más contra las pasteras - 06/08/2008


Siguen alzándose voces contra el Proyecto Celulósico en la región.

Esta vez es una ingeniera agrónoma uruguaya.

La noticia:



ANAHIT AHARONIAN: “LAS EMPRESAS EXTRANJERAS VIENEN A ARRUINAR NUESTROS PAISES"

La ingeniera agrónoma uruguaya Anahit Aharonian, denunció en RADIO MÁXIMA el modelo de extranjerización de las tierras, los proyectos celulósicos, el monocultivo y la utilización de agrotóxicos en América del Sur.

Aharonian dijo que es sorprendente la cantidad de “proyectos gigantescos de celulosa” que se están instalando en Uruguay, pero también se refirió a la “extranjerización de nuestro territorio en manos de corporaciones muy poderosas”.

“No es Botnia y ENCE, es todo el modelo de saqueo y destrucción de nuestro territorio, que viene a llevarse nuestros recursos naturales”, denunció la ingeniera, quien mencionó además, otros problemas medioambientales como la escasez de agua en el río Uruguay, el monocultivo de eucaliptos y de soja a ambos lados del río Uruguay, y la utilización de agrotóxicos para la siembra de soja.

La ingeniera agrónoma dijo que es “alarmante” que en Argentina la superficie de soja sembrada corresponda a la superficie de toda la República Oriental del Uruguay. Resaltó que “en Francia, Monsanto perdió un juicio por su propaganda mentirosa que decía que el glifosato no hace daño” y que sin embargo, “esos productos se siguen utilizando en Argentina, en Brazil, en Paraguay y en Uruguay para plantar la soja porque que da mucha plata”, y agregó: “Acá los sojeros están fumigando arriba de las escuelas públicas, arriba de la gente”. Anahit Aharonian utilizó la expresión de “Estado teatral” para referirse a la “pérdida de poder de decisión y de soberanía política” de estos Estados.

“Estas corporaciones tienen un aparato de propaganda muy grande, manejan la información de tal manera que uno se preocupe sólo por lo que está pasando frente a mi casa”, manifestó la ingeniera, y dio el ejemplo de “una niña que volvió de la escuela diciendo que habían ido a visitarlos los ecologistas de Botnia”.

“Se están llevando nuestra biodiversidad nuestras aguas, y eso no se revierte en poco tiempo”, disparó la ingeniera, y se preguntó: “¿Por qué hay hambre en países como Argentina y Uruguay que producen alimentos?, ¿Por qué no podemos cortar lazos con aquellos que nos hacen daño?”.


(fuente)


Anahit Aharonian - ingeniera agrónoma y docente, egresada de la Universidad de la República (Uruguay). Trabaja en proyectos de sustentabilidad ecológica y social y en la Construcción Colectiva de la Memoria y la Defensa de los DDHH de ayer y de hoy. Ex presa política, integra el Frente Amplio, el Taller Vivencias y el Espacio Memorias para la Paz. Ha participado como disertante y panelista en numerosas actividades contra la instalación de las plantas de celulosa y el modelo forestal.



Exposición de Anahit Aharonian

«Es bueno señalar que esta ponencia es resultado de un trabajo colectivo de la Comisión Multisectorial y –más concretamente- esta presentación la preparamos con la Magíster Claudia Piccini, quien hoy está culminando su tesis de doctorado en Microbiología.

Empecemos con la presentación, esta primera pantalla muestra un monte de quebrada, hermoso monte nativo que cumple con diversas funciones. Naturalmente la primera y que salta a la vista es el aspecto paisajístico, es hermosa la vista de este monte nativo y es bueno recordar que gozar lo paisajístico es también un derecho de todos, pero es necesario saber que además cumple con variados servicios ecosistémicos como es la absorción de agua, la captura de carbono, regular el intercambio energético de la atmósfera con la superficie y mantener la diversidad.

Sabemos que todo ecosistema cumple una función en la naturaleza. Cuando estamos instalando una plantación de eucaliptos no es una plantación más, como lo son –por ejemplo- los cultivos cerealeros, ésta no es una plantación de características anuales, está instalada por muchos años e implica sustituir el ecosistema existente por estas extensísimas plantaciones de cuyos impactos ya hablaremos.

Cuando analizamos la realidad local, no podemos escapar a cuál es la problemática global, acá no estamos hablando sólo de Argentina, Uruguay, Brasil. En este mapa de América Central y América del Sur –elaborado por la investigadora Ana Esther Ceceña de la UNAM) vemos zonas estratégicas de biodiversidad, donde Uruguay y Entre Ríos forman parte de una de ellas. Todas estas zonas son el gran objetivo del Norte, vemos las zonas estratégicas del agua: Acuífero Guaraní en nuestra zona. “Casualmente” vemos que en las mismas zonas donde están las riquezas de la región, se superponen bases militares de Estados Unidos y finalmente Ceceña buscó mostrar dónde están los movimientos sociales. Esto importa y mucho. Estamos en un momento en que debemos defender nuestros recursos naturales cuando desde el Norte, luego de sobreexplotar y destruir los suyos vienen por el agua, por los suelos y la biodiversidad de nuestras zonas para su propio beneficio.

Estamos en una etapa del desarrollo económico del planeta que se llama neoliberalismo, otra etapa del capitalismo que implica que para mayores ganancias de las transnacionales no les importa qué es lo que van a saquear de nuestro planeta, que es único y pequeño para tanto despojo.

Estamos hablando de desarrollo sustentable ecológico, pero también social. No alcanza sólo con el ecológico, sino que tenemos que asegurar que ese desarrollo sea volcado a toda la sociedad, que no seamos países productores de alimentos y haya gente que se muera de hambre, como estamos viendo en nuestros países hoy. Hablamos de la protección del ambiente del cual formamos parte indisoluble, hablamos de Derechos Humanos.

¿Cómo es posible que pueblos hermanos, gente de nuestros mismo países, nos estemos peleando cuando estas transnacionales son las que producen y provocan estas divisiones? ¿A qué intereses responde el uso de nuestra tierra? Veamos este mapa tomado de la DIEA (MGAP), facilitado por el Dr Marcel Achkar. En Uruguay es enorme el porcentaje de extranjerización de la tierra. Diferenciamos la extranjerización que se produjo cuando nuestros abuelos vinieron a producir, a afincarse, de la que se está llevando a cabo a manos de transnacionales, que son capitales que hoy están, mañana no, y en la medida que hagan buenos negocios se quedan. ¿Es casual que se hayan venido al Sur? ¿Es casual que justo hayan comenzado a venir en épocas dictatoriales? En nuestro país empezó, en realidad, en esa época, pero la ley que promovía la actividad se aprobó inmediatamente de recuperada la democracia.

Observando la evolución de las áreas dedicadas a la forestación, vemos que un 3 ó un 4 por ciento de la superficie del Uruguay está forestada. Parece pequeña, pero el tema es ver dónde están concentradas esas plantaciones: en el litoral uruguayo y en la zona de recarga del acuífero, en las serranías, zona de recarga de nuestros ríos y arroyos. Esto nos pone frente a un peligro potencial: la sequía.

¿Quién financia la forestación? En Uruguay, los uruguayos desde sus bolsillos y no las transnacionales que vinieron a instalarse, que siguen exigiendo subsidios. Al punto que hoy tienen el beneficio de una zona franca cuando otros productores no lo tienen, además de tener puertos privados, algo nunca visto en el Uruguay. Y no sabemos qué más va a pasar.

Veamos los impactos de este modelo forestal: tomamos algunos aspectos de estudios sobre plantaciones de eucaliptos realizados por investigadores argentinos, uruguayos y estadounidenses. Se verifica un grave problema de acidificación del suelo. Por otra parte, se ha comprobado que el consumo de agua subterránea es superior a la recarga que tiene el suelo. La consecuencia es que el agua disponible disminuye y se produce una salinización importante en el suelo.

Hablamos de pérdida de soberanía. La estamos viendo en la extranjerización de la tierra en manos de las transnacionales. Ahí está la pérdida de soberanía del Sur. No es un problema entre argentinos y uruguayos como nos están queriendo convencer, no es un problema entre pueblos hermanos. Estamos perdiendo soberanía porque no tenemos poder de decisión sobre qué queremos hacer en nuestro territorio. Hoy planteábamos si los uruguayos y argentinos nos tenemos que sentar a discutir. Claro que tenemos que hacerlo, pero si tenemos esta pérdida de soberanía, ¿qué hacemos?

Por otra parte tenemos pérdida de soberanía y de seguridad alimentaria. De eso se trata. Si perdemos la soberanía sobre nuestro territorio, países productores de alimentos, aseguradores de su propia alimentación y para otros también, porque tenemos ese privilegio de producirlos, corremos el riesgo de dejar de producir esos alimentos por decisiones ajenas a nuestra voluntad.

Para poder plantar esas inmensas extensiones en hectáreas con eucaliptos, hay que sacar todo lo que estaba antes: praderas, monte nativo, cultivos. Decíamos que ha habido mucho desmonte, afectación de las propiedades de los suelos, exclusión de los ecosistemas existentes, salinización, disminución del rendimiento de las cuencas hídricas, afectación y contaminación de las napas de agua por los agrotóxicos que están prohibidos en el resto del mundo –pero que en Uruguay aún se usan–, despoblamiento del campo y cambios culturales negativos. Debemos agregar las condiciones infrahumanas en las que se trabaja –en la mayoría de los establecimientos- como lo muestran los testimonios gráficos de la Asociación de Inspectores de Trabajo de Uruguay.


En Uruguay hay muchas zonas afectadas por la falta de agua, y “casualmente” esas zonas coinciden con las de forestación. Nos están robando el agua. Nuestra Constitución tiene un artículo –el artículo 47- que dice que el agua es de uso del pueblo, pero el agua está siendo robada por vía de los eucaliptos, además del agua que luego puedan llegar a utilizar las plantas.

«Va a haber una gran revolución», dicen los defensores de este proyecto. Sí, será una revolución, pero negativa, y no queremos revoluciones negativas. Queremos una que nos permita repoblar nuestro campo (la mitad de la población uruguaya vive en Montevideo) con trabajo digno, con emprendimientos a escala humana.

Los eucaliptos no son una plantación amigable, son una de un palo al lado del otro, todo automatizado, casi sin seres humanos trabajando allí. Plantas de celulosa –que no son papeleras– que se hacen al pie de las plantaciones y las fábricas de papel al pie de los mercados. Acá manda el mercado y no los intereses humanos.

Pasando a las plantas de celulosa, debemos tener presente que sí o sí mandan al ambiente polvo, olor, lluvia ácida, dioxinas y furanos policlorados, gases de efecto invernadero. Estas plantas tendrán una producción nunca vista en el Norte. Ninguna de las plantas proyectadas en Fray Bentos tiene el tamaño de las que están en el Norte.

El análisis de impacto ambiental de estas empresas está presentada en una linda revista de colores, donde no hay datos, donde ni siquiera sabemos quién va a producir el dióxido de cloro para el blanqueo, cómo lo va a hacer, cómo van a llegar al país esos tóxicos. Lo tienen que fabricar in situ porque son explosivos, pero no sabemos quién ni cómo. Lo va a fabricar una empresa tercerizada ¿quién va a ser? No lo sabemos.
Hemos presentado críticas muy duras al IAR de Botnia, los técnicos de la DINAMA las han aceptado, pero las decisiones políticas lamentablemente han sido otras.

El informe realizado por una consultora canadiense (Hatfield) para la CFI encontró más de 70 aspectos sin contestar por parte de Botnia. ¿Cómo vamos a confiar en empresas que sólo hacen propaganda y que nunca quisieron debatir con nosotros y que nunca dan los datos que requerimos?
También habrá una no cuantificada cantidad de deshechos sólidos, ¿a dónde irán los deshechos que producirán estas plantas y las otras que pretenden instalarse en el medio de la República?
El nitrógeno y fósforo que liberarán al río Uruguay podría causar la floración de algas tóxicas, las que constituyen un gran riesgo para la salud humana.

Dicen que se reactivó el sector inmobiliario. Se llenó Fray Bentos, pero también se llenó de rejas, de prostitución, de inseguridad, suben los alquileres, sube el precio de las casas y la gente que no tiene trabajo no tiene dónde ir a vivir, salvo bajo carpas de nylon. No estamos exagerando. Además, hay un incremento de los gastos estatales, porque el Estado pagará la infraestructura. Nosotros somos quienes pagamos los gastos. Habrá cambios bruscos en dos años, porque la gente que quede sin trabajo se irá, quedarán barrios marginales que hoy no hay en Fray Bentos, aumentará la pobreza y los problemas sociales y de salud.

No podemos plantearnos esta región productiva con este modelo forestal, entonces ¿por qué no se debate? ¿por qué no hay participación? Necesitamos la gestión participativa en la cuenca hidrográfica, donde nosotros debemos juntar los saberes científicos y técnicos con los saberes populares de la población local. Juntarnos en una microcuenca y decidir nosotros qué es lo que queremos y concretar un monitoreo participativo, pero decidirlo nosotros y no lo que nos imponen desde el Norte, con presiones muy fuertes sobre los gobiernos, con acuerdos de protección de inversiones, con acuerdos leoninos que nos ahogan de por vida y que nos hipotecan nuestro futuro por 40 o 50 años.

Finalmente, les dejamos las consideraciones y resoluciones del “Consenso de Concepción del Uruguay”, del Foro de Asambleas Ciudadanas Ambientales de la Cuenca del Río Uruguay, de fecha 8 de abril de 2006.»
Declaraciones a El Miércoles - por MARTIN BARRAL



Usted es frenteamplista ¿esperaba otra medida, otra decisión de Tabaré Vázquez luego de llegar al gobierno respecto de esta continuidad en la política de Batlle sobre las pasteras?
El gobierno no es Tabaré. Según la concepción del Frente Amplio, el gobierno no es una persona, sino que es un conjunto de decisiones tomadas desde las bases que alguien o alguienes las concretan.. Eso es la historia, pero no podemos dejar de ver la etapa del capitalismo que estamos viviendo. Ha calado mucho el ‘hacé la tuya’ y hay una gran desmovilización en nuestro país desde lo que fue la fundación del Frente Amplio, los comités de base, han ido perdiendo fuerza. Han ido perdiendo incidencia, pero seguimos peleando por ello y sabemos que hay muchos rumbos que se están cambiando en este último año y medio desde que asumió el gobierno que nos están alarmando muchísimo. Incluso ahora se pide tiempo. Para cambiar el rumbo no hay tiempo, es YA. La semana pasada hubo una presentación de la red de economistas de izquierda del Uruguay, que están relacionados con sus pares de Latinoamérica, que plantean que el rumbo hay que cambiarlo ya y que es posible hacerlo. El rumbo económico que está marcando toda este modelo. Lo que nosotros esperábamos era que desde este gobierno se nos reciba y que pudiéramos dialogar. No hay diálogo posible y nos encontramos con alguna suerte de resignación en algunos miembros del Poder Ejecutivo que son algunos de los ministros o viceministros, como resignados porque “no hay otra opción".

¿Mujica, por ejemplo?
Sí. Pero con Mujica no hemos estado hablando, sino con otros. Hay una resignación como que ‘hay una herencia’ pero por otro lado se está haciendo más que esto, de Botnia y de Ence, porque por otro lado se está abriendo la puerta para que compre tierras Stora Enso, que es una pastera finlandesa, en el medio de la República. Entonces no es eso, no es por “la herencia”. Creo que hay una confusión propia de lo que son estos espejitos de colores. Una gran confusión de que con esto se soluciona el problema del hambre y por ahí tapamos agujeros. La cuestión es resolver las cosas ya, de decir que la economía se mueve, y eso es falso. El tema es que eso no se discute en la interna del Frente Amplio en la medida que se ignora el tema. Y se descalifica al que piensa diferente, cosa que en la izquierda nos educamos y educamos a otros para fomentar la discusión y así crecer. A un gobierno que le decimos que está todo bien lo estamos dañando. A uno que le decimos qué cosas nos parecen bien y qué cosas discutimos y aportamos, ése es un gobierno fuerte que se apoya en su gente y en la cual se va a apoyar para enfrentar al enemigo, que es el imperialismo y el capitalismo, que siguen estando vigentes como grandes enemigos porque hoy la etapa es el neoliberalismo. Y en la medida que tengan la mayor tasa de ganancia jamás les va a importar el ser humano dentro de su ambiente. Y se descalifica dentro de la izquierda en Uruguay a lo que es el ambientalismo. Está mal visto porque parece que fuera una frivolidad. Pero se deja de ver que nosotros formamos parte del ambiente –y lo estamos destruyendo– y cuál el papel de las empresas, que lo único que buscan es lucro, y los empleados, que son profesionales al servicio de esas empresas y dejan de ver un poquito más allá de cuál es el bien común.

Todas estas diferencias y la falta de diálogo dentro del Frente Amplio ¿no está provocando que cada vez sea más difícil parar la instalación de las pasteras? Porque, mientras, las plantas se siguen construyendo...
Puede ser cada vez más difícil, sí. La planta de Botnia ya tiene un tamaño imponente, ya el daño y la contaminación paisajística y visual es grande. Lamentablemente hay muchos compañeros del Frente Amplio que te dicen ‘qué me importa el paisaje, a mí me importa el hambre de la gente’, pero el tema es que esto no le va a sacar el hambre a la gente. El tema es lograr que ellos vean esto. Y de alguna forma la movilización popular que ya se está dando porque se ve que el rumbo económico va para un lado opuesto a lo que son las bases del Frente, que en el Frente no queríamos este modelo de país productivo. De alguna manera, a algunos que hoy toman decisiones no les importa lo que el Frente ha decidido y hoy por hoy se está organizando un conjunto bastante interesante de frenteamplistas –aunque no la cantidad que quisiéramos ser– que estamos pidiendo que el rumbo se rectifique. Que es más difícil, sí, pero como toda decisión política siempre se está a tiempo de frenarla, de cambiarla. Que el costo de la indemnización por el acuerdo de protección con las empresas puede ser altísimo, ¡y bueno, señores!, el costo para la gente a más largo plazo será más importante. Algún modo debe haber para resolverlo. Y no es ni La Haya ni la reunión de Kirchner con Tabaré, acá se trata de la gestión participativa, seamos todos responsables y dejémonos de pavadas. Hay que parar estas cosas porque mañana va a ser imposible vivir o, mejor dicho, sobrevivir en este planeta. Luchamos por una región productiva ecológica pero, sobre todo, socialmente sustentable. Si hablamos de derechos humanos, estos son derechos humanos. La Constitución de la ROU garantiza educación, salud, vivienda y trabajo para todo ciudadano. Con este modelo no se puede garantizar nada, así que se está violando esa Constitución. ¿Porque hay una “herencia”? Sí, obviamente la hay, pero no pedimos cambios de un día para el otro, pero sí que el rumbo se esté marcando ya claramente, lamentablemente hoy estamos yendo para el lado contrario. Eso nos preocupa sobremanera. Se puede cambiar apoyándose en el pueblo. Creo que no hay confianza en la gente...

Uruguay fue una isla dentro de América Latina en el tema de las privatizaciones, por eso extraña el caso de estas empresas...
Es que vinieron muy en silencio. Nosotros le dijimos no a las privatizaciones, aunque igual nos siguen robando. Se hizo todo a espaldas de la gente y la gente no tiene ni idea de lo que es una planta de celulosa y sobre la relación de éstas con los eucaliptos, porque hay una falta de información ex profeso de los medios masivos de comunicación.

Usted dijo que se necesitaba una decisión política ¿la ve cada vez más cerca o cada vez más lejos?
En este momento no sabría contestarte eso. Hace poco la veía lejos. Ahora que se está movilizando un poco el disenso y el marcar que no es lo que nosotros queremos, por lo cual peleamos y por lo que se ganaron las elecciones, que supuestamente era para hacer otra cosa. Primero estoy azorada. Se votaron cosas increíbles para una izquierda. Claro que no gobierna la izquierda, sino una coalición ampliada...

Pero es un gobierno supuestamente progresista...
Tú lo has dicho: supuestamente progresista. Tenemos muchos ‘debes’. Derechos humanos es uno y acá están estos derechos humanos básicos. Hay que tomar la base de la región como producción, y no nos tiene que preocupar la presión de las empresas. Si vos te apoyás en tu pueblo sos muy fuerte. No tenemos que tener miedo. Sí que presionan, sí que son duras. Pero esa es la historia del mundo: los poderosos oprimiendo, queriendo ganar cada vez más. Por otro lado está el recurso agua, que lo acabamos de votar en la Constitución. Es inédito en el mundo, ¿y qué vamos a hacer? ¿dejar que se sigan robando eso que es del pueblo? No puede ser... Tenemos mucho para ganar, pero para eso hay que ponerse las pilas y multiplicar reuniones en el Uruguay, cosa que no es fácil pero hacerlo no sólo es necesario, es imprescindible.


(fuente)

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