sábado, 25 de abril de 2009
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La palabra de un jurista excelente - 25/04/2009
Entrevistas a Eugenio Raúl Zaffaroni
“La pena de muerte es algo exclusivamente mediático, no es una discusión técnica en el derecho penal”.
escrito por Javier Cachés.
Sinónimo de transparencia y de independencia del poder Judicial, el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni es Juez de la Suprema Corte de Justicia Argentina desde el 2003. Ampliamente reconocido en el ámbito académico, es Doctor Honoris Causa de múltiples universidades del mundo. En una entrevista exclusiva de Politicargentina, Zaffaroni hace una evaluación profunda del sistema penal argentino y da su impresión sobre temas controversiales de la actualidad como la inseguridad y el rol de los medios de comunicación.
¿Cuál es la relación entre el tratamiento que los medios de comunicación hacen de la inseguridad y el dato estadístico de la criminalidad?
Ninguna. No hay relación, en todo el mundo se sabe. Hay una maniobra de distracción de las administraciones republicanas de Estados Unidos desde Reagan hasta la actualidad, que posibilitó el cambio del Estado de Bienestar al Estado Penal. Subió el número de presos de manera exponencial. Hubo un desplazamiento presupuestario del hospital a la cárcel. Y esta empresa tiene en EEUU 10 millones de personas que viven del sistema penal. De modo que requiere una enorme demanda de servicios y un aparato de propaganda muy grande, que se hace a través de la caja idiotizante, la televisión.
Se habla de una sociedad de riesgo, pero el único riesgo que muestran los medios compulsivamente es el delito común, no hay otro riesgo en esta sociedad de riesgo. Se pueden descongelar los polos, puede que no haya con qué atenderse en los hospitales o que te pise un auto en cualquier esquina, no hay otro riesgo que el delito común. Es una maniobra de distracción, un chivo expiatorio que oculta los otros problemas que existen, que por cierto son cada vez mayores.
De modo que la relación entre el tratamiento de los medios sobre la inseguridad y la frecuencia real de delitos es nula. Ahora, ¿a alguien le interesa la frecuencia real de delitos? Yo creo que a nadie, porque no la miden. Si a alguien le interesara la prevención eficaz, habría un observatorio que mostrara las conflictividades violentas más frecuentes, qué características y riesgos de vulnerabilidad victimizante tiene cada caso, etc. Pero todo esto no le interesa a nadie; todos buscan neutralizar o montarse sobre el discurso televisivo.
En torno a la falsa dicotomía entre mano dura y garantismo, ¿qué reflexión hace del último rebrote de la polémica de la pena de muerte?
Cuando no hay nada que decir, se insiste con lo de la pena de muerte. Es algo exclusivamente mediático. Para reestablecer la pena de muerte en la Argentina habría que salirnos de la OEA. Nunca tuvimos tradición de pena de muerte; se mató gente en el país pero sin pena de muerte. La dictadura la puso en el código pero no la usó nunca; mató 30 mil personas pero sin código. La última vez que se aplicó pena de muerte en el país fue en 1915 y no se aplicaba desde 1890. Están los fusilamientos del ´56 pero no fueron por código, ni siquiera por el código de justicia militar.
De modo que nunca tuvimos tradición de pena de muerte. Los medios no tienen nada que hacer y lo instalan. La pena de muerte no es una discusión técnica en el derecho penal comparado.
¿Cuál es la relación entre criminalidad y marginalidad social?
Hay una relación, pero no es absolutamente directa. La criminalidad es un fenómeno que atraviesa todas las capas sociales. Sólo que las atraviesa desde un entrenamiento diferenciado. Hay quien tiene entrenamiento para realizar ciertos hechos groseros, y otros con entrenamiento para hacer hechos más refinados. Hay quien debido a su entrenamiento puede fundar un banco y fundirlo. Y otro que debido a su entrenamiento sólo puede asaltarlo. Pero son delincuentes tanto el uno como el otro. De modo que hay que tener cuidado con identificar pobreza con criminalidad.
Tampoco es verdad que la pobreza, la miseria, la dificultad de supervivencia, generen criminalidad. En los momentos de guerra, que se generan situaciones de dificultad de supervivencia, la criminalidad baja. ¿Por qué? Porque hay un proyecto colectivo, solidario, de salir adelante. Lo que hace que aumente la criminalidad no es la pobreza en sí misma, sino la pobreza que genera imposibilidad de un proyecto existencial. Es una pobreza de la cual es imposible reponerse y que trasciende lo material.
¿Qué lectura hace de la demora en los juicios a los represores, a colación del cruce verbal entre Cristina Fernández y Carmen Argibay?
En criminalidad sabemos que el sistema penal es una porquería que funciona compartimentadamente. El sistema penal tiene distintos segmentos; hay un segmento político, un segmento judicial, un segmento académico, uno policial, etc. Todo eso junto forma el sistema penal. Cada uno de estos segmentos tira para su lado, tiene su propia administración, pero todo este conjunto no tiene un director, es como una orquesta sin director, cada uno toca por su lado y lo que sale, por supuesto, es un desastre. Esto es así porque el policía quiere tener más autonomía para recaudar más, porque nosotros queremos tener más empleados, porque el servicio penitenciario quiere no tener motines, porque los políticos quieren tener más votos. Es un sistema compartimentado, a nadie le interesa lo que pasa en el compartimento siguiente. El resultado es catastrófico, entonces cada uno se tira la responsabilidad con el otro. Creo que en vez de pelearnos hay que sentarse a ver qué podemos acordar que se pueda resolver
Lo que estamos haciendo con los juicios de delitos contra la humanidad es inédito, no se ha hecho en el mundo. Ni siquiera en la Alemania post nazista se hizo. Nuremberg juzgó a los grandes criminales de guerra y después hubo tribunales de excepción que eran resultado de una guerra. Eran tribunales de los vencedores. Nosotros no tuvimos ninguna guerra. Lo que se hizo acá fue seguir con el juicio penal ordinario, hubo delitos y se lo juzgará por esos delitos, con los tribunales que correspondan, y punto. Esto es único en el mundo. Tenemos los inconvenientes de un sistema penal que sabemos que no funciona adecuadamente. Con elementos como un código procesal muy instructivista y algunas dificultades prácticas que se pueden resolver. Pero yo no soy partidario de hacer una legislación especial, creo que las condenas que no se levantan nunca son aquellas que se pronuncian con todas las garantías y con todo el fuero ordinario.
¿Tiene pensado volver en algún momento a la actividad política?
No tengo ningún proyecto político, la única posibilidad de volver temporalmente a la actividad política sería si se hiciera una reforma Constitucional en serio. Si me voy del poder Judicial será para volver a la vida académica. Insisto, si se hiciese una reforma Constitucional integral, con un sistema parlamentario, temporalmente volvería a la política.
Por último, ¿qué representa para Usted el 24 de Marzo?
Es difícil explicar el significado de la represión en la Argentina desde esta perspectiva histórica para quien no vivió aquellos años ni los años anteriores. Estábamos habituados a interrupciones de procesos constitucionales: 1930, 1943, 1955, 1962, 1966. Era una práctica desafortunada y desinstitucionalizante. Se habían cometido barbaridades en esos gobiernos de facto, pero lo que nunca pensamos era en un plan sistemático de eliminación, como ocurrió con la última dictadura.
Personalmente, debo recordar que todo el año ´72 viví en Alemania, es decir, algunos nazis vivos había. Entonces yo veía algún tipo de 50 años y me preguntaba en qué sociedad estaba. Desgraciadamente unos años después tenía la misma sensación en mi país, de vivir en una sociedad de asesinos, cómplices, encubridores.
Lo que pasó fue terrible. Presenciábamos los secuestros de personas, desapariciones, se nos negaban los informes que solicitábamos en los habeas corpus, pero no dimensionamos exactamente lo que estaba pasando hasta un tiempo después. Es difícil entenderlo hoy, cómo no lo dimensionamos hasta tiempo después. Hoy sería casi imposible con los medios de comunicación. Pero en aquel momento el control de información era posible. Todo esto convenientemente armado con censura, pero también con una serie de medios que se prestaban gustosamente a reforzar ese discurso.
(fuente)
Entrevistas a Eugenio Raúl Zaffaroni
“La pena de muerte es algo exclusivamente mediático, no es una discusión técnica en el derecho penal”.
escrito por Javier Cachés.
Sinónimo de transparencia y de independencia del poder Judicial, el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni es Juez de la Suprema Corte de Justicia Argentina desde el 2003. Ampliamente reconocido en el ámbito académico, es Doctor Honoris Causa de múltiples universidades del mundo. En una entrevista exclusiva de Politicargentina, Zaffaroni hace una evaluación profunda del sistema penal argentino y da su impresión sobre temas controversiales de la actualidad como la inseguridad y el rol de los medios de comunicación.
¿Cuál es la relación entre el tratamiento que los medios de comunicación hacen de la inseguridad y el dato estadístico de la criminalidad?
Ninguna. No hay relación, en todo el mundo se sabe. Hay una maniobra de distracción de las administraciones republicanas de Estados Unidos desde Reagan hasta la actualidad, que posibilitó el cambio del Estado de Bienestar al Estado Penal. Subió el número de presos de manera exponencial. Hubo un desplazamiento presupuestario del hospital a la cárcel. Y esta empresa tiene en EEUU 10 millones de personas que viven del sistema penal. De modo que requiere una enorme demanda de servicios y un aparato de propaganda muy grande, que se hace a través de la caja idiotizante, la televisión.
Se habla de una sociedad de riesgo, pero el único riesgo que muestran los medios compulsivamente es el delito común, no hay otro riesgo en esta sociedad de riesgo. Se pueden descongelar los polos, puede que no haya con qué atenderse en los hospitales o que te pise un auto en cualquier esquina, no hay otro riesgo que el delito común. Es una maniobra de distracción, un chivo expiatorio que oculta los otros problemas que existen, que por cierto son cada vez mayores.
De modo que la relación entre el tratamiento de los medios sobre la inseguridad y la frecuencia real de delitos es nula. Ahora, ¿a alguien le interesa la frecuencia real de delitos? Yo creo que a nadie, porque no la miden. Si a alguien le interesara la prevención eficaz, habría un observatorio que mostrara las conflictividades violentas más frecuentes, qué características y riesgos de vulnerabilidad victimizante tiene cada caso, etc. Pero todo esto no le interesa a nadie; todos buscan neutralizar o montarse sobre el discurso televisivo.
En torno a la falsa dicotomía entre mano dura y garantismo, ¿qué reflexión hace del último rebrote de la polémica de la pena de muerte?
Cuando no hay nada que decir, se insiste con lo de la pena de muerte. Es algo exclusivamente mediático. Para reestablecer la pena de muerte en la Argentina habría que salirnos de la OEA. Nunca tuvimos tradición de pena de muerte; se mató gente en el país pero sin pena de muerte. La dictadura la puso en el código pero no la usó nunca; mató 30 mil personas pero sin código. La última vez que se aplicó pena de muerte en el país fue en 1915 y no se aplicaba desde 1890. Están los fusilamientos del ´56 pero no fueron por código, ni siquiera por el código de justicia militar.
De modo que nunca tuvimos tradición de pena de muerte. Los medios no tienen nada que hacer y lo instalan. La pena de muerte no es una discusión técnica en el derecho penal comparado.
¿Cuál es la relación entre criminalidad y marginalidad social?
Hay una relación, pero no es absolutamente directa. La criminalidad es un fenómeno que atraviesa todas las capas sociales. Sólo que las atraviesa desde un entrenamiento diferenciado. Hay quien tiene entrenamiento para realizar ciertos hechos groseros, y otros con entrenamiento para hacer hechos más refinados. Hay quien debido a su entrenamiento puede fundar un banco y fundirlo. Y otro que debido a su entrenamiento sólo puede asaltarlo. Pero son delincuentes tanto el uno como el otro. De modo que hay que tener cuidado con identificar pobreza con criminalidad.
Tampoco es verdad que la pobreza, la miseria, la dificultad de supervivencia, generen criminalidad. En los momentos de guerra, que se generan situaciones de dificultad de supervivencia, la criminalidad baja. ¿Por qué? Porque hay un proyecto colectivo, solidario, de salir adelante. Lo que hace que aumente la criminalidad no es la pobreza en sí misma, sino la pobreza que genera imposibilidad de un proyecto existencial. Es una pobreza de la cual es imposible reponerse y que trasciende lo material.
¿Qué lectura hace de la demora en los juicios a los represores, a colación del cruce verbal entre Cristina Fernández y Carmen Argibay?
En criminalidad sabemos que el sistema penal es una porquería que funciona compartimentadamente. El sistema penal tiene distintos segmentos; hay un segmento político, un segmento judicial, un segmento académico, uno policial, etc. Todo eso junto forma el sistema penal. Cada uno de estos segmentos tira para su lado, tiene su propia administración, pero todo este conjunto no tiene un director, es como una orquesta sin director, cada uno toca por su lado y lo que sale, por supuesto, es un desastre. Esto es así porque el policía quiere tener más autonomía para recaudar más, porque nosotros queremos tener más empleados, porque el servicio penitenciario quiere no tener motines, porque los políticos quieren tener más votos. Es un sistema compartimentado, a nadie le interesa lo que pasa en el compartimento siguiente. El resultado es catastrófico, entonces cada uno se tira la responsabilidad con el otro. Creo que en vez de pelearnos hay que sentarse a ver qué podemos acordar que se pueda resolver
Lo que estamos haciendo con los juicios de delitos contra la humanidad es inédito, no se ha hecho en el mundo. Ni siquiera en la Alemania post nazista se hizo. Nuremberg juzgó a los grandes criminales de guerra y después hubo tribunales de excepción que eran resultado de una guerra. Eran tribunales de los vencedores. Nosotros no tuvimos ninguna guerra. Lo que se hizo acá fue seguir con el juicio penal ordinario, hubo delitos y se lo juzgará por esos delitos, con los tribunales que correspondan, y punto. Esto es único en el mundo. Tenemos los inconvenientes de un sistema penal que sabemos que no funciona adecuadamente. Con elementos como un código procesal muy instructivista y algunas dificultades prácticas que se pueden resolver. Pero yo no soy partidario de hacer una legislación especial, creo que las condenas que no se levantan nunca son aquellas que se pronuncian con todas las garantías y con todo el fuero ordinario.
¿Tiene pensado volver en algún momento a la actividad política?
No tengo ningún proyecto político, la única posibilidad de volver temporalmente a la actividad política sería si se hiciera una reforma Constitucional en serio. Si me voy del poder Judicial será para volver a la vida académica. Insisto, si se hiciese una reforma Constitucional integral, con un sistema parlamentario, temporalmente volvería a la política.
Por último, ¿qué representa para Usted el 24 de Marzo?
Es difícil explicar el significado de la represión en la Argentina desde esta perspectiva histórica para quien no vivió aquellos años ni los años anteriores. Estábamos habituados a interrupciones de procesos constitucionales: 1930, 1943, 1955, 1962, 1966. Era una práctica desafortunada y desinstitucionalizante. Se habían cometido barbaridades en esos gobiernos de facto, pero lo que nunca pensamos era en un plan sistemático de eliminación, como ocurrió con la última dictadura.
Personalmente, debo recordar que todo el año ´72 viví en Alemania, es decir, algunos nazis vivos había. Entonces yo veía algún tipo de 50 años y me preguntaba en qué sociedad estaba. Desgraciadamente unos años después tenía la misma sensación en mi país, de vivir en una sociedad de asesinos, cómplices, encubridores.
Lo que pasó fue terrible. Presenciábamos los secuestros de personas, desapariciones, se nos negaban los informes que solicitábamos en los habeas corpus, pero no dimensionamos exactamente lo que estaba pasando hasta un tiempo después. Es difícil entenderlo hoy, cómo no lo dimensionamos hasta tiempo después. Hoy sería casi imposible con los medios de comunicación. Pero en aquel momento el control de información era posible. Todo esto convenientemente armado con censura, pero también con una serie de medios que se prestaban gustosamente a reforzar ese discurso.
(fuente)
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