lunes, 14 de enero de 2008
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Hubo épocas peores? - 14/01/2008
Esto lo encontré navegando por Internet y es un resúmen de las relaciones Argentino-Uruguayas.
En las relaciones entre Uruguay y Argentina hubo épocas peores
Con motivo de la crisis producida por la instalación de la empresa Botnia en Fray Bentos, se afirma que las relaciones entre Uruguay y Argentina atraviesan por el peor momento de la historia contemporánea. Sin embargo, hubo épocas y circunstancias más graves y tirantes que las actuales, algunas registradas hace muchos años y otras en épocas recientes.
En 1932 fracasó en la Argentina un alzamiento contra el gobierno del general José Félix Uriburu que, dos años antes, había derrocado al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen.
Según se recuerdan los historiadores, los hermanos Pomar y Kennedy (complotados contra Uriburu) organizaron desde Salto actividades sediciosas en el litoral argentino.
El 7 de julio de 1932 buscó refugio en el crucero de guerra oriental Uruguay, atracado en el puerto de Buenos Aires con motivo de los festejos patrios por el nuevo aniversario de la independencia argentina, el general Tornazo, uno de los líderes del movimiento contra el régimen de facto.
Las autoridades argentinas inspeccionaron el navío y de inmediato la cancillería uruguaya anunció, en Montevideo, por ese atropello el rompimiento de relaciones diplomáticas.
Aclaradas las cosas, los presidentes Uriburu y Gabriel Terra decidieron restablecer en poco tiempo los vínculos diplomáticos.
Junio de 1955
Muchos más dramáticos fueron los sucesos producidos en Buenos Aires cuando aviones de la marina de guerra y de la aeronáutica militar bombardearon Plaza de Mayo y otras zonas de la capital argentina en procura de matar al presidente Juan Domingo Perón.
A 52 años de los bombardeos, donde 28 aviones de la Armada arrojaron 13.800 kilogramos de explosivos, no se sabe con exactitud los daños producidos a la población. En la mayoría de los aparatos figuraba la leyenda “Cristo vence”.
Perón había sido excomulgado por el Vaticano a raíz de la expulsión de la Argentina de dos sacerdotes. Entonces no sólo la jerarquía de la Iglesia Católica apoyó el bombardeo sino que destacados políticos, como el socialista Américo Ghioldi, el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, el conservador Adolfo Vicchi, Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo, participaron de la conjura y obtuvieron sus réditos tras el derrocamiento de Perón, en septiembre de 1955 o en otros gobiernos de facto.
Unas fuentes señalan que por los bombardeos hubo 300 muertos y mil heridos; el empresario Jorge Antonio, amigo de Perón, calculó que se registraron entre 2.800 y 3.000 víctimas fatales.
Luego de los bombardeos, el presidente del colegiado Luis Batlle Berres autorizó el aterrizaje de los aviones militares argentinos en Colonia del Sacramento, Carrasco y la base militar Boiso Lanza.
Conforme relata Daniel Cichero en su libro Bombas sobre Buenos Aires, los tripulantes de las aeronaves (un centenar de oficiales) fueron recibidos en Uruguay como héroes, se les brindó asilo y, de acuerdo con ese escritor, se los proveyó de documentación y ropa de primera calidad comprada en una sastrería de la montevideada avenida 18 de Julio.
Cichero puntualiza que Batlle Berres le dijo a uno de los asilados: “No se imagina lo que he rogado para que saliera bien (la revuelta) y mataran al atorrante ese (por Perón), que nos tiene a Uruguay bajo el zapato”.
Pero casi veinte años después, en 1973, Perón impulsó durante su breve tercera presidencia (falleció en 1974 , el Tratado del Río de la Plata que firmaron los cancilleres Juan Carlos Blanco (Uruguay) y Alberto Vignes (Argentina). José María Bordaberry era el jefe del Estado uruguayo.
Otro punto de tensión en las relaciones binacionales se registró cuando el presidente Jorge Battle afirmó, frente a las cámaras de la CNN, que “los argentinos son todos una manga de ladrones” y pronosticó el triunfo, en las elecciones de 2003, de su amigo Carlos Saúl Menem.
Como colorario: la actual situación de los vínculos oficiales uruguayo-argentinos no es la peor de la historia aunque nadie descarta que si la cuerda se sigue tensando es posible que haya una ruptura de relaciones diplomáticas.Quienes más perderán, como sucede ahora, son las comunidades de las dos orillas del río Uruguay.
Esto lo encontré navegando por Internet y es un resúmen de las relaciones Argentino-Uruguayas.
En las relaciones entre Uruguay y Argentina hubo épocas peores
Con motivo de la crisis producida por la instalación de la empresa Botnia en Fray Bentos, se afirma que las relaciones entre Uruguay y Argentina atraviesan por el peor momento de la historia contemporánea. Sin embargo, hubo épocas y circunstancias más graves y tirantes que las actuales, algunas registradas hace muchos años y otras en épocas recientes.
En 1932 fracasó en la Argentina un alzamiento contra el gobierno del general José Félix Uriburu que, dos años antes, había derrocado al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen.
Según se recuerdan los historiadores, los hermanos Pomar y Kennedy (complotados contra Uriburu) organizaron desde Salto actividades sediciosas en el litoral argentino.
El 7 de julio de 1932 buscó refugio en el crucero de guerra oriental Uruguay, atracado en el puerto de Buenos Aires con motivo de los festejos patrios por el nuevo aniversario de la independencia argentina, el general Tornazo, uno de los líderes del movimiento contra el régimen de facto.
Las autoridades argentinas inspeccionaron el navío y de inmediato la cancillería uruguaya anunció, en Montevideo, por ese atropello el rompimiento de relaciones diplomáticas.
Aclaradas las cosas, los presidentes Uriburu y Gabriel Terra decidieron restablecer en poco tiempo los vínculos diplomáticos.
Junio de 1955
Muchos más dramáticos fueron los sucesos producidos en Buenos Aires cuando aviones de la marina de guerra y de la aeronáutica militar bombardearon Plaza de Mayo y otras zonas de la capital argentina en procura de matar al presidente Juan Domingo Perón.
A 52 años de los bombardeos, donde 28 aviones de la Armada arrojaron 13.800 kilogramos de explosivos, no se sabe con exactitud los daños producidos a la población. En la mayoría de los aparatos figuraba la leyenda “Cristo vence”.
Perón había sido excomulgado por el Vaticano a raíz de la expulsión de la Argentina de dos sacerdotes. Entonces no sólo la jerarquía de la Iglesia Católica apoyó el bombardeo sino que destacados políticos, como el socialista Américo Ghioldi, el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, el conservador Adolfo Vicchi, Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo, participaron de la conjura y obtuvieron sus réditos tras el derrocamiento de Perón, en septiembre de 1955 o en otros gobiernos de facto.
Unas fuentes señalan que por los bombardeos hubo 300 muertos y mil heridos; el empresario Jorge Antonio, amigo de Perón, calculó que se registraron entre 2.800 y 3.000 víctimas fatales.
Luego de los bombardeos, el presidente del colegiado Luis Batlle Berres autorizó el aterrizaje de los aviones militares argentinos en Colonia del Sacramento, Carrasco y la base militar Boiso Lanza.
Conforme relata Daniel Cichero en su libro Bombas sobre Buenos Aires, los tripulantes de las aeronaves (un centenar de oficiales) fueron recibidos en Uruguay como héroes, se les brindó asilo y, de acuerdo con ese escritor, se los proveyó de documentación y ropa de primera calidad comprada en una sastrería de la montevideada avenida 18 de Julio.
Cichero puntualiza que Batlle Berres le dijo a uno de los asilados: “No se imagina lo que he rogado para que saliera bien (la revuelta) y mataran al atorrante ese (por Perón), que nos tiene a Uruguay bajo el zapato”.
Pero casi veinte años después, en 1973, Perón impulsó durante su breve tercera presidencia (falleció en 1974 , el Tratado del Río de la Plata que firmaron los cancilleres Juan Carlos Blanco (Uruguay) y Alberto Vignes (Argentina). José María Bordaberry era el jefe del Estado uruguayo.
Otro punto de tensión en las relaciones binacionales se registró cuando el presidente Jorge Battle afirmó, frente a las cámaras de la CNN, que “los argentinos son todos una manga de ladrones” y pronosticó el triunfo, en las elecciones de 2003, de su amigo Carlos Saúl Menem.
Como colorario: la actual situación de los vínculos oficiales uruguayo-argentinos no es la peor de la historia aunque nadie descarta que si la cuerda se sigue tensando es posible que haya una ruptura de relaciones diplomáticas.Quienes más perderán, como sucede ahora, son las comunidades de las dos orillas del río Uruguay.
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