jueves, 3 de enero de 2008
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Dilaciones australianas - 01/07/2007
Australia también está padeciendo la destrucción de su medio ambiente
"En Australia, la comunidad siempre les lleva la delantera a sus dirigentes políticos en cuestiones de clima y energía, manifiesta Christine Milne, senadora del Partido Verde y vicepresidenta de la UICN (ver nota)
Australia, en la extensa región de Oceanía, es un microcosmos de problemas energéticos globales y de soluciones. Somos una nación con uno de los mejores recursos solares del mundo, pero con una clase política y un sector empresarial que tiene tantos intereses personales en los combustibles fósiles que permanecemos ciegos ante las oportunidades que ofrece la transición a una economía baja en carbono.
Nuestro aislamiento de los vigorosos debates en Europa y California, y nuestro estrecho vínculo con el gobierno de Estados Unidos, han provocado una falsa sensación de seguridad y una ausencia de premura y de debates serios. Pensamos que podemos separar nuestra soberanía política nacional de nuestra interconexión ecológica mundial. En consecuencia, nuestra economía no está bien preparada para abordar ni el cambio climático ni las restricciones de petróleo.
La emisión de gases de efecto invernadero per capita de Australia es una de las más altas del mundo debido a nuestra dependencia del carbón para la electricidad y del petróleo para el transporte. En las ciudades australianas, 75% a 90% de todos los viajes se hace en automóvil. A pesar de ser el mayor exportador mundial de carbón, Australia experimenta un déficit comercial y en cuenta corriente, en gran parte debido a que nuestra riqueza de recursos naturales nos ha vuelto indiferentes a la necesidad de promover la ventaja competitiva de la industria manufacturera. Hemos incrementado la tasa de extracción de madera de nuestros bosques autóctonos para exportar astillas y hemos reducido nuestro gasto en educación superior y formación de capacidad técnica a partir de las cuales se podrían desarrollar industrias de alta tecnología.
Australia tiene una destacada historia de investigación en el campo de la energía renovable, sobre todo la energía solar. Pero la mayoría de las tecnologías desarrolladas en el país se han comercializado en el extranjero debido a la abrumadora influencia de los combustibles fósiles que determinan la política energética australiana. Zhengrong Shi, un multimillonario solar, es artífice del éxodo de la técnica solar de Australia a China, donde las metas de energía renovable están impulsando la masiva expansión del sector. Inventos como las celdas solares de plata desarrolladas en la Universidad Nacional de Australia reducirán el costo de los paneles solares en un 75% y podrían revolucionar la industria a nivel mundial, pero se desarrollarán en Europa o en Estados Unidos. Esto es a pesar de la creciente visibilidad de los impactos climáticos en Australia.
El calentamiento global de menos de 1ºC ya ha exacerbado las condiciones de sequía especialmente en el sudoeste de Australia Occidental, y en el sudeste del país donde este año incendios naturales devastadores han quemado miles de hectáreas de parques nacionales y propiedades rurales. Un aumento adicional de la temperatura de 1,1ºC a 6,4ºC causaría una mayor reducción del caudal del ríoMurray-Darling, el descenso de las precipitaciones en la mitad sur del país, la disminución de la producción agrícola, y grandes pérdidas de especies animales y vegetales. También aumentarán los ciclones tropicales, los incendios y las sequías. A lo largo de la costa de Tasmania, la corriente cálida del este de Australia, pobre en nutrientes, ya ha desplazado a la corriente subantártica más fría y rica en nutrientes, amenazando la provisión de alimentos para las aves marinas y trayendo consigo al invasor erizo marino que está destruyendo los bosques de algas marinas gigantes.
La incursión del agua salada en los humedales de Kakadu y el descoloramiento de los corales en la mayor parte de la Gran Barrera de Arrecifes son inevitables a medida que las temperaturas y los niveles del mar aumentan. La industria turística australiana depende del medio ambiente natural, siendo sus más preciados atractivos Kakadu y la Gran Barrera de Arrecifes. El turismo relacionado con la Gran Barrera de Arrecifes emplea a 30.000 personas y genera 5.800 millones de dólares australianos.
El riesgo para los puestos de trabajo y la rentabilidad económica se agrava con la preocupación por los impactos que la penalización por el carbono del transporte, implícita en las ‘millas de alimentos’ y en las ‘millas de culpa’, podría tener en la agricultura, el transporte marítimo, la aviación y el turismo que dependen de los vuelos de trayectos largos y el transporte de carga a grandes distancias. Sin embargo, Australia se niega a ratificar el Protocolo de Kioto y muestra resistencia a la introducción de metas de mitigación y al comercio de derechos de emisión.
Mientras tanto, el suministro interno de petróleo está bajo presión y la demanda nacional aumenta rápidamente. Desde el descubrimiento de grandes cantidades de petróleo en el Estrecho de Bass en la década del 60, se ha encontrado relativamente poco en Australia. Por consiguiente, la autosuficiencia petrolera caerá de 84% a cerca de 20% durante las dos próximas décadas, lo que provocará un aumento del déficit nacional del comercio de petróleo aún mayor que el déficit de 12.000 millones de dólares australianos de 2005–2006. Al mismo tiempo, es probable que el consumo nacional de petróleo aumente de su nivel actual de 750.000 barriles diarios a 1,2 millón de barriles diarios para 2029–2030, a menos que se realicen cambios importantes.
La buena noticia es que la comunidad les lleva la delantera a sus dirigentes políticos en cuestiones de clima y energía. La sociedad civil está exigiendo que el gobierno federal participe en la acción mundial para reducir las emisiones y que desarrolle políticas que promuevan la eficiencia energética y la energía renovable. Sin embargo, el debate político sigue concentrado en la tecnología de carbón limpia, la expansión de las exportaciones de uranio y el posible desarrollo de la energía nuclear.
Este desencuentro probablemente dominará las elecciones nacionales de Australia en el presente año. Desde la publicación del Informe Stern y el del PICC sobre el cambio climático, las autoridades de los gobiernos locales y los grupos comunitarios han estado explorando la compra de energía verde y las contrapartidas de emisiones de carbono, a la par que promovían la compra de tanques de agua, cabezales de ducha ahorradores de agua, inodoros con doble opción de descarga, y calentadores de agua solares. La población está exigiendo la inversión en el transporte público y en biocombustibles, la construcción de pistas para bicicletas, y la fijación de metas nacionales para la energía renovable y la eficiencia energética.
Se está discutiendo el intercambio de derechos de emisión, y los Estados australianos están dispuestos a fijar una meta para 2050 de 60% por debajo de los niveles de 1990. Es evidente que en Australia, como en los Estados Unidos, la verdadera acción para el cambio a una economía baja en carbono será impulsada por las exigencias de la comunidad, por instituciones de investigación innovadoras y por las nuevas generaciones de líderes empresariales que buscan la seguridad en una economía globalizada que fija metas y trabaja en colaboración para alcanzarlas.
Mientras Australia continúe protegiendo sus exportaciones de carbón, provocará la frustración no sólo de los negociadores globales sino también de sus vecinos de las islas del Pacífico cuya huella de carbono es pequeña pero que son los primeros en sufrir las consecuencias del calentamiento global. Estas naciones desean preservar sus culturas y permanecer en sus tierras tanto como puedan pero son vulnerables a la elevación del nivel del mar, a las mareas de tormenta y a la incursión del agua salada en sus masas de agua dulce. Esperan que el mundo actúe ahora para reducir los gases de efecto invernadero producidos por los combustibles fósiles. También necesitan ayuda para adoptar tecnologías de energía renovable y de gestión ambiental, sobre todo para la recolección y purificación del agua, para proteger sus hábitats naturales y erradicar las especies exóticas invasoras. Buscan el apoyo de Australia y Nueva Zelandia como naciones ricas para obtener ayuda oficial para el desarrollo y como opciones de reubicación futura. Es inevitable que en la región de Oceanía surjan conflictos provocados por la energía, la escasez de agua y el cambio climático, al igual que lo que ha sucedido en otras partes del mundo. La iniciativa británica de llevar el tema del cambio climático al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es muy oportuna.
Que diferente podría ser todo si todos estuviéramos de acuerdo en que sea cual fuere el costo de rediseñar nuestras economías para abordar el cambio climático y la disminución del petróleo, será menor que las consecuencias de no hacerlo. Y lo que es igual de importante, qué diferente podría ser todo si reconociéramos que la transición a una economía baja en carbono podría crear un futuro más feliz, más saludable, más pacífico y equitativo".
Australia también está padeciendo la destrucción de su medio ambiente
"En Australia, la comunidad siempre les lleva la delantera a sus dirigentes políticos en cuestiones de clima y energía, manifiesta Christine Milne, senadora del Partido Verde y vicepresidenta de la UICN (ver nota)
Australia, en la extensa región de Oceanía, es un microcosmos de problemas energéticos globales y de soluciones. Somos una nación con uno de los mejores recursos solares del mundo, pero con una clase política y un sector empresarial que tiene tantos intereses personales en los combustibles fósiles que permanecemos ciegos ante las oportunidades que ofrece la transición a una economía baja en carbono.
Nuestro aislamiento de los vigorosos debates en Europa y California, y nuestro estrecho vínculo con el gobierno de Estados Unidos, han provocado una falsa sensación de seguridad y una ausencia de premura y de debates serios. Pensamos que podemos separar nuestra soberanía política nacional de nuestra interconexión ecológica mundial. En consecuencia, nuestra economía no está bien preparada para abordar ni el cambio climático ni las restricciones de petróleo.
La emisión de gases de efecto invernadero per capita de Australia es una de las más altas del mundo debido a nuestra dependencia del carbón para la electricidad y del petróleo para el transporte. En las ciudades australianas, 75% a 90% de todos los viajes se hace en automóvil. A pesar de ser el mayor exportador mundial de carbón, Australia experimenta un déficit comercial y en cuenta corriente, en gran parte debido a que nuestra riqueza de recursos naturales nos ha vuelto indiferentes a la necesidad de promover la ventaja competitiva de la industria manufacturera. Hemos incrementado la tasa de extracción de madera de nuestros bosques autóctonos para exportar astillas y hemos reducido nuestro gasto en educación superior y formación de capacidad técnica a partir de las cuales se podrían desarrollar industrias de alta tecnología.
Australia tiene una destacada historia de investigación en el campo de la energía renovable, sobre todo la energía solar. Pero la mayoría de las tecnologías desarrolladas en el país se han comercializado en el extranjero debido a la abrumadora influencia de los combustibles fósiles que determinan la política energética australiana. Zhengrong Shi, un multimillonario solar, es artífice del éxodo de la técnica solar de Australia a China, donde las metas de energía renovable están impulsando la masiva expansión del sector. Inventos como las celdas solares de plata desarrolladas en la Universidad Nacional de Australia reducirán el costo de los paneles solares en un 75% y podrían revolucionar la industria a nivel mundial, pero se desarrollarán en Europa o en Estados Unidos. Esto es a pesar de la creciente visibilidad de los impactos climáticos en Australia.
El calentamiento global de menos de 1ºC ya ha exacerbado las condiciones de sequía especialmente en el sudoeste de Australia Occidental, y en el sudeste del país donde este año incendios naturales devastadores han quemado miles de hectáreas de parques nacionales y propiedades rurales. Un aumento adicional de la temperatura de 1,1ºC a 6,4ºC causaría una mayor reducción del caudal del ríoMurray-Darling, el descenso de las precipitaciones en la mitad sur del país, la disminución de la producción agrícola, y grandes pérdidas de especies animales y vegetales. También aumentarán los ciclones tropicales, los incendios y las sequías. A lo largo de la costa de Tasmania, la corriente cálida del este de Australia, pobre en nutrientes, ya ha desplazado a la corriente subantártica más fría y rica en nutrientes, amenazando la provisión de alimentos para las aves marinas y trayendo consigo al invasor erizo marino que está destruyendo los bosques de algas marinas gigantes.
La incursión del agua salada en los humedales de Kakadu y el descoloramiento de los corales en la mayor parte de la Gran Barrera de Arrecifes son inevitables a medida que las temperaturas y los niveles del mar aumentan. La industria turística australiana depende del medio ambiente natural, siendo sus más preciados atractivos Kakadu y la Gran Barrera de Arrecifes. El turismo relacionado con la Gran Barrera de Arrecifes emplea a 30.000 personas y genera 5.800 millones de dólares australianos.
El riesgo para los puestos de trabajo y la rentabilidad económica se agrava con la preocupación por los impactos que la penalización por el carbono del transporte, implícita en las ‘millas de alimentos’ y en las ‘millas de culpa’, podría tener en la agricultura, el transporte marítimo, la aviación y el turismo que dependen de los vuelos de trayectos largos y el transporte de carga a grandes distancias. Sin embargo, Australia se niega a ratificar el Protocolo de Kioto y muestra resistencia a la introducción de metas de mitigación y al comercio de derechos de emisión.
Mientras tanto, el suministro interno de petróleo está bajo presión y la demanda nacional aumenta rápidamente. Desde el descubrimiento de grandes cantidades de petróleo en el Estrecho de Bass en la década del 60, se ha encontrado relativamente poco en Australia. Por consiguiente, la autosuficiencia petrolera caerá de 84% a cerca de 20% durante las dos próximas décadas, lo que provocará un aumento del déficit nacional del comercio de petróleo aún mayor que el déficit de 12.000 millones de dólares australianos de 2005–2006. Al mismo tiempo, es probable que el consumo nacional de petróleo aumente de su nivel actual de 750.000 barriles diarios a 1,2 millón de barriles diarios para 2029–2030, a menos que se realicen cambios importantes.
La buena noticia es que la comunidad les lleva la delantera a sus dirigentes políticos en cuestiones de clima y energía. La sociedad civil está exigiendo que el gobierno federal participe en la acción mundial para reducir las emisiones y que desarrolle políticas que promuevan la eficiencia energética y la energía renovable. Sin embargo, el debate político sigue concentrado en la tecnología de carbón limpia, la expansión de las exportaciones de uranio y el posible desarrollo de la energía nuclear.
Este desencuentro probablemente dominará las elecciones nacionales de Australia en el presente año. Desde la publicación del Informe Stern y el del PICC sobre el cambio climático, las autoridades de los gobiernos locales y los grupos comunitarios han estado explorando la compra de energía verde y las contrapartidas de emisiones de carbono, a la par que promovían la compra de tanques de agua, cabezales de ducha ahorradores de agua, inodoros con doble opción de descarga, y calentadores de agua solares. La población está exigiendo la inversión en el transporte público y en biocombustibles, la construcción de pistas para bicicletas, y la fijación de metas nacionales para la energía renovable y la eficiencia energética.
Se está discutiendo el intercambio de derechos de emisión, y los Estados australianos están dispuestos a fijar una meta para 2050 de 60% por debajo de los niveles de 1990. Es evidente que en Australia, como en los Estados Unidos, la verdadera acción para el cambio a una economía baja en carbono será impulsada por las exigencias de la comunidad, por instituciones de investigación innovadoras y por las nuevas generaciones de líderes empresariales que buscan la seguridad en una economía globalizada que fija metas y trabaja en colaboración para alcanzarlas.
Mientras Australia continúe protegiendo sus exportaciones de carbón, provocará la frustración no sólo de los negociadores globales sino también de sus vecinos de las islas del Pacífico cuya huella de carbono es pequeña pero que son los primeros en sufrir las consecuencias del calentamiento global. Estas naciones desean preservar sus culturas y permanecer en sus tierras tanto como puedan pero son vulnerables a la elevación del nivel del mar, a las mareas de tormenta y a la incursión del agua salada en sus masas de agua dulce. Esperan que el mundo actúe ahora para reducir los gases de efecto invernadero producidos por los combustibles fósiles. También necesitan ayuda para adoptar tecnologías de energía renovable y de gestión ambiental, sobre todo para la recolección y purificación del agua, para proteger sus hábitats naturales y erradicar las especies exóticas invasoras. Buscan el apoyo de Australia y Nueva Zelandia como naciones ricas para obtener ayuda oficial para el desarrollo y como opciones de reubicación futura. Es inevitable que en la región de Oceanía surjan conflictos provocados por la energía, la escasez de agua y el cambio climático, al igual que lo que ha sucedido en otras partes del mundo. La iniciativa británica de llevar el tema del cambio climático al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es muy oportuna.
Que diferente podría ser todo si todos estuviéramos de acuerdo en que sea cual fuere el costo de rediseñar nuestras economías para abordar el cambio climático y la disminución del petróleo, será menor que las consecuencias de no hacerlo. Y lo que es igual de importante, qué diferente podría ser todo si reconociéramos que la transición a una economía baja en carbono podría crear un futuro más feliz, más saludable, más pacífico y equitativo".
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