lunes, 24 de diciembre de 2007
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ARGENTINA
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OSVALDO CANZIANI
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LOS DAÑOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO - 24/12/2007
EL CAMBIO CLIMATICO YA PRODUCE EXTRAÑOS FENOMENOS METEOROLOGICOS EN LA ARGENTINA
Nevó en Buenos Aires y peligra el campo
Si durante ocho horas la temperatura no baja de 30 grados, el trigo no fructifica; con más de 35, el arroz no se reproduce. Sólo dos detalles de lo que puede ocurrir si no se controlan los cambios climáticos. Nieve y granizo serán algo común.
Si se analiza el informe que hace tan sólo unas semanas dio a conocer la Secretaría de Ambiente de la Nación sobre los efectos del cambio climático, la Argentina será uno de los países más afectados y las consecuencias, según los expertos para los próximos 100 años, no son de lo más alentadoras.
La temperatura aumentará de 2º a 4º, con mayor intensidad en el norte y centro del país; se prevé un incremento de las lluvias de hasta 200 milímetros más que el promedio anual para las mismas regiones, con excepción de la zona cercana a la cordillera de los Andes sobre el oeste de la Argentina desde el norte hasta el sur, donde se pronostican hasta 400 mm menos, es decir, desertización del suelo.
En algunos sectores de la Cuenca del Plata, Buenos Aires y alrededores habrá mayor riesgo de inundaciones, en tanto que la zona de Cuyo (noroeste) podría sufrir una potencial sequía.
Las emisiones que ya se han acumulado en la atmósfera tendrán un efecto sobre el clima, independientemente de que puedan limitarse las emisiones a futuro. Si bien la Argentina es uno de los países que menos colaboran en la emisión global de gases de efecto invernadero, -0,9 por ciento frente al 20,6% de los Estados Unidos-, presenta regiones y sectores con alta vulnerabilidad al cambio climático.
En el sector del agro, los estudios revelaron que los nuevos escenarios climáticos podrán derivar en una mayor sensibilidad de los cultivos, pérdidas de actividad por inundaciones, erosión hídrica, menor disponibilidad de agua y peligro de desertización, según el ámbito de incidencia.
Estos impactos estarían producidos por las olas de calor que provocan una mayor evaporación de las aguas y un estrés hídrico.
Esta última consecuencia afectaría también la provisión de energía.
El área de los recursos hídricos se verá afectada por el retroceso de los glaciares y pérdidas del paisaje. También habrá una mayor demanda de agua y daños de infraestructura, entre otros efectos.
Precisamente, más de 40 glaciares patagónicos están en retroceso. Uno de ellos es el glaciar Frías, cercano a la ciudad turística de Bariloche, que retrocedía a una velocidad de 2,5 metros por año en 1850, pero a partir de 1986 esta cifra alcanzó los 36 metros anuales y aún se mantiene.
Como si fuera poco lo dicho, en el sector energético la Argentina podría sufrir una potencial rotura de represas y una mayor demanda de energía por expansión de la agricultura y de las agroindustrias.
Mientras que el sistema urbano presentará riesgo de inundaciones, afloramiento de la napa freática, posibles deslizamientos y hasta escasez en el suministro de agua potable.
El invierno que acaba de terminar en el hemisferio sur hizo historia en los registros meteorológicos argentinos: después de 89 años, volvió a nevar en Buenos Aires.
Está claro que hacen falta soluciones urgentes ante este desolador panorama.
Ajuste de los tejidos urbanos y ordenamiento territorial en relación con la ribera de los ríos y costa marítima; tipologías edilicias y uso de materiales de construcción apropiados; conservación y expansión del arbolado urbano y de los ecosistemas naturales; provisión en sistemas de salud para la prevención de enfermedades; legislación sobre el uso de suelo y tener en cuenta mapas de riesgo de inundación y consideración de nuevas variedades de cultivos agrícolas.
Panorama desalentador que indica que es hora de ponerse a trabajar para intentar revertir lo que hemos desencadenado sin escuchar las advertencias de los sabios. Esto ya le pasó a la humanidad en otros tiempos pero ésta parece ser la última oportunidad.
LA RULETA RUSA
El doctor Osvaldo Canziani, físico y meteorólogo argentino, copresidente del Grupo de Trabajo II sobre Vulnerabilidad, Impactos y Adaptación al Cambio Climático, del Panel Intergubernamental de la ONU, fue galardonado con el premio Nobel de la Paz 2007, junto con el ex vicepresidente norteamericano Al Gore.
El científico, de 84 años, hace tiempo que advierte acerca del peligro que conlleva el calentamiento global que ya comenzamos a sufrir. Esto contestó a los periodistas en varios reportajes:
-¿Feliz por el premio Nobel?
-Sí, porque la lucha que venimos llevando en el panel los países desarrollados y en vías de desarrollo es dura, y muchos gobiernos parecen no haber entendido todavía la urgencia de combatir el calentamiento global. Espero que esto sirva para que reaccionen y empiecen a darle importancia al cambio climático, porque sin futuro climático no hay futuro de país.
-¿Cuál es la situación en la Argentina?
-La Argentina perdió el tren en materia de cambio climático. Es una lástima, porque en este momento hay fondos para hacer muchas cosas. Es paradójico que un país agrícola-ganadero haya despreciado hasta hoy la importancia del clima.
-Fenómenos como el granizo o esas tormentas donde llueven 150 milímetros en pocas horas, que ahora se producen con frecuencia en zonas donde eran absolutamente inusuales, ¿son casuales?
-Esos fenómenos son mucho más frecuentes ahora y de mayor intensidad. Van a continuar y serán cada vez más habituales. La razón es muy simple: el calentamiento de los océanos y la evaporación muy grande, que aumenta en miles de metros cúbicos, hacen que la cantidad de energía en la atmósfera sea realmente enorme. La energía que entró a los océanos en los últimos 50 años equivale a la energía consumida por 3.600 ciudades como Buenos Aires durante mil años.
-¿Y qué pasará en los países que sostienen su economía con el fruto de la tierra, como la Argentina?
-En un país agrícola-ganadero como la Argentina el calentamiento puede producir estragos. Por ejemplo: el trigo, si la temperatura excede los 30 grados por más de ocho horas, nunca fructificará; el arroz, con más de 35 en una hora, no podrá reproducirse; en el maíz, el polen pierde movilidad con más de 30 grados.
-Los ciudadanos parecen desconcertados y se limitan a decir “¡qué tiempo loco!...
-Mucha gente suele decir “qué tiempo loco”. Y la verdad es que tiene razón, el tiempo está enloquecido, por muchas causas. Igualmente se deberían tener en cuenta las diferencias entre ‘clima’, ‘tiempo meteorológico’, ‘variabilidad’ o ‘cambio climático’. Por eso cuando se escucha en la radio que van a dar “el clima de hoy”, tengan en cuenta que no es cierto, es un error.
-¿Cómo llegó el mundo a esta situación?
-Genéricamente se debe a las actividades humanas, sobre todo al aumento en la emisión de gases de efecto invernadero por el uso de combustibles fósiles, aunque las responsabilidades no son tan difusas. Las causas están plenamente demostradas a través de modelos muy ajustados, pero la solución o atenuación de sus efectos depende de las más altas voluntades políticas, algo difícil de torcer. El problema pasa por la necedad de algunos políticos, que siguen jugando a la ruleta rusa.
-¿Futuro negro?
-Para el verano de 2099 el polo Norte puede no tener ya más hielo y eso deja claro que hay una máquina infernal que sigue actuando. Si seguimos pretendiendo que todo se transforme en oro seremos reyes Midas y comeremos oro, si es que podemos tragarlo.
EL CAMBIO CLIMATICO YA PRODUCE EXTRAÑOS FENOMENOS METEOROLOGICOS EN LA ARGENTINA
Nevó en Buenos Aires y peligra el campo
Si durante ocho horas la temperatura no baja de 30 grados, el trigo no fructifica; con más de 35, el arroz no se reproduce. Sólo dos detalles de lo que puede ocurrir si no se controlan los cambios climáticos. Nieve y granizo serán algo común.
Si se analiza el informe que hace tan sólo unas semanas dio a conocer la Secretaría de Ambiente de la Nación sobre los efectos del cambio climático, la Argentina será uno de los países más afectados y las consecuencias, según los expertos para los próximos 100 años, no son de lo más alentadoras.
La temperatura aumentará de 2º a 4º, con mayor intensidad en el norte y centro del país; se prevé un incremento de las lluvias de hasta 200 milímetros más que el promedio anual para las mismas regiones, con excepción de la zona cercana a la cordillera de los Andes sobre el oeste de la Argentina desde el norte hasta el sur, donde se pronostican hasta 400 mm menos, es decir, desertización del suelo.
En algunos sectores de la Cuenca del Plata, Buenos Aires y alrededores habrá mayor riesgo de inundaciones, en tanto que la zona de Cuyo (noroeste) podría sufrir una potencial sequía.
Las emisiones que ya se han acumulado en la atmósfera tendrán un efecto sobre el clima, independientemente de que puedan limitarse las emisiones a futuro. Si bien la Argentina es uno de los países que menos colaboran en la emisión global de gases de efecto invernadero, -0,9 por ciento frente al 20,6% de los Estados Unidos-, presenta regiones y sectores con alta vulnerabilidad al cambio climático.
En el sector del agro, los estudios revelaron que los nuevos escenarios climáticos podrán derivar en una mayor sensibilidad de los cultivos, pérdidas de actividad por inundaciones, erosión hídrica, menor disponibilidad de agua y peligro de desertización, según el ámbito de incidencia.
Estos impactos estarían producidos por las olas de calor que provocan una mayor evaporación de las aguas y un estrés hídrico.
Esta última consecuencia afectaría también la provisión de energía.
El área de los recursos hídricos se verá afectada por el retroceso de los glaciares y pérdidas del paisaje. También habrá una mayor demanda de agua y daños de infraestructura, entre otros efectos.
Precisamente, más de 40 glaciares patagónicos están en retroceso. Uno de ellos es el glaciar Frías, cercano a la ciudad turística de Bariloche, que retrocedía a una velocidad de 2,5 metros por año en 1850, pero a partir de 1986 esta cifra alcanzó los 36 metros anuales y aún se mantiene.
Como si fuera poco lo dicho, en el sector energético la Argentina podría sufrir una potencial rotura de represas y una mayor demanda de energía por expansión de la agricultura y de las agroindustrias.
Mientras que el sistema urbano presentará riesgo de inundaciones, afloramiento de la napa freática, posibles deslizamientos y hasta escasez en el suministro de agua potable.
El invierno que acaba de terminar en el hemisferio sur hizo historia en los registros meteorológicos argentinos: después de 89 años, volvió a nevar en Buenos Aires.
Está claro que hacen falta soluciones urgentes ante este desolador panorama.
Ajuste de los tejidos urbanos y ordenamiento territorial en relación con la ribera de los ríos y costa marítima; tipologías edilicias y uso de materiales de construcción apropiados; conservación y expansión del arbolado urbano y de los ecosistemas naturales; provisión en sistemas de salud para la prevención de enfermedades; legislación sobre el uso de suelo y tener en cuenta mapas de riesgo de inundación y consideración de nuevas variedades de cultivos agrícolas.
Panorama desalentador que indica que es hora de ponerse a trabajar para intentar revertir lo que hemos desencadenado sin escuchar las advertencias de los sabios. Esto ya le pasó a la humanidad en otros tiempos pero ésta parece ser la última oportunidad.
LA RULETA RUSA
El doctor Osvaldo Canziani, físico y meteorólogo argentino, copresidente del Grupo de Trabajo II sobre Vulnerabilidad, Impactos y Adaptación al Cambio Climático, del Panel Intergubernamental de la ONU, fue galardonado con el premio Nobel de la Paz 2007, junto con el ex vicepresidente norteamericano Al Gore.
El científico, de 84 años, hace tiempo que advierte acerca del peligro que conlleva el calentamiento global que ya comenzamos a sufrir. Esto contestó a los periodistas en varios reportajes:
-¿Feliz por el premio Nobel?
-Sí, porque la lucha que venimos llevando en el panel los países desarrollados y en vías de desarrollo es dura, y muchos gobiernos parecen no haber entendido todavía la urgencia de combatir el calentamiento global. Espero que esto sirva para que reaccionen y empiecen a darle importancia al cambio climático, porque sin futuro climático no hay futuro de país.
-¿Cuál es la situación en la Argentina?
-La Argentina perdió el tren en materia de cambio climático. Es una lástima, porque en este momento hay fondos para hacer muchas cosas. Es paradójico que un país agrícola-ganadero haya despreciado hasta hoy la importancia del clima.
-Fenómenos como el granizo o esas tormentas donde llueven 150 milímetros en pocas horas, que ahora se producen con frecuencia en zonas donde eran absolutamente inusuales, ¿son casuales?
-Esos fenómenos son mucho más frecuentes ahora y de mayor intensidad. Van a continuar y serán cada vez más habituales. La razón es muy simple: el calentamiento de los océanos y la evaporación muy grande, que aumenta en miles de metros cúbicos, hacen que la cantidad de energía en la atmósfera sea realmente enorme. La energía que entró a los océanos en los últimos 50 años equivale a la energía consumida por 3.600 ciudades como Buenos Aires durante mil años.
-¿Y qué pasará en los países que sostienen su economía con el fruto de la tierra, como la Argentina?
-En un país agrícola-ganadero como la Argentina el calentamiento puede producir estragos. Por ejemplo: el trigo, si la temperatura excede los 30 grados por más de ocho horas, nunca fructificará; el arroz, con más de 35 en una hora, no podrá reproducirse; en el maíz, el polen pierde movilidad con más de 30 grados.
-Los ciudadanos parecen desconcertados y se limitan a decir “¡qué tiempo loco!...
-Mucha gente suele decir “qué tiempo loco”. Y la verdad es que tiene razón, el tiempo está enloquecido, por muchas causas. Igualmente se deberían tener en cuenta las diferencias entre ‘clima’, ‘tiempo meteorológico’, ‘variabilidad’ o ‘cambio climático’. Por eso cuando se escucha en la radio que van a dar “el clima de hoy”, tengan en cuenta que no es cierto, es un error.
-¿Cómo llegó el mundo a esta situación?
-Genéricamente se debe a las actividades humanas, sobre todo al aumento en la emisión de gases de efecto invernadero por el uso de combustibles fósiles, aunque las responsabilidades no son tan difusas. Las causas están plenamente demostradas a través de modelos muy ajustados, pero la solución o atenuación de sus efectos depende de las más altas voluntades políticas, algo difícil de torcer. El problema pasa por la necedad de algunos políticos, que siguen jugando a la ruleta rusa.
-¿Futuro negro?
-Para el verano de 2099 el polo Norte puede no tener ya más hielo y eso deja claro que hay una máquina infernal que sigue actuando. Si seguimos pretendiendo que todo se transforme en oro seremos reyes Midas y comeremos oro, si es que podemos tragarlo.
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