lunes, 5 de mayo de 2008
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Y quieren tener más razón que este lujo de personalidades ? - 05/05/2008
En mi post anterior había mencionado el relato documental que leerán más abajo, lo que no sabía era de la calidad intelectual de esta uruguaya, la escritora María Eloísa Capurro.
No solo es inteligente y honesta, sino que es un "bombón uruguayo" !
Ella escribió la crónica de abajo y refleja claramente el engaño a que fueron sometidos, por ingenuos o tontos o manipulados, los habitantes de Fray Bentos.
En Argentina sabemos mucho de manipulación, engaños, traiciones, etc., a manos de nuestros políticos. Lamentablemente no es un patrimonio local sino latinoamericano.
La noticia:
La escritora María Eloísa Capurro gana primer premio en España con el cuento “El semáforo”
que refleja la dura realidad uruguaya.
La escritora uruguaya María Eloísa Capurro Baldriz con su cuento “El semáforo” y la española Ana Martínez Muñoz con “Sin retorno”, han obtenido en España el “ex aequo” primer premio del VI certamen literario “Cuento Contigo 2003: Nuevas Voces Jóvenes” que conceden el Aula Iberoamericana de Casa de América y Ediciones Siruela. El tercer premio fue para la boliviana Gabriela Blas por su obra “X Delirio”.
Más de 300 jóvenes de España y latinoamericanos se presentaron a la edición 2003 del concurso, finalmente el jurado compuesto por los escritores José María Guelbenzu y José María Merino; Nicolás Martín Cinto, Myrna Rivera Méndez y Bienvenida Sánchez Alba de Casa de América; y Michi Strausfeld, de Ediciones Siruela otorgaron el primer premio a la escritora uruguaya María Eloisa Capurro Baldriz de 19 años.
Capurro manifestó a la prensa que su cuento, 'El semáforo', nació de su propia percepción por las calles de Montevideo donde nació: "Me fijé en que, dada la situación crítica que se vive en mi país, numerosas personas de toda las condición se habían lanzado a las calles y, especialmente a los semáforos, para pedir una ayuda. Me pareció un tema muy importante y emocional y pensé que debía utilizar la voz que tenemos todos los jóvenes para expresarlo".
En su cuento "El semáforo", Capurro habla del "pequeño Tomás, que toma conciencia de que uno no debe aceptar lo que le depara la vida, sino que tiene que hacer frente al destino y tratar de romperlo", subrayando que sus temas reflejan "la dura realidad" que vive el Uruguay de hoy.
La joven escritora destacó que para ella, "escribir es una necesidad" y admitió que siempre "necesita tener entre las manos un lápiz y un papel", aunque esto no implica que finalmente termine siempre escribiendo un cuento, porque "la pantalla de la computadora es demasiado fría para poder plasmar todas mis emociones”.
El director de Casa de América, Diego Molero, destaco "el alto nivel literario" de los cuentos presentados por más de 300 jóvenes, "los relatos son muy sugerentes, enfocados claramente hacia el ámbito de la conciencia".
"Que pasa
A media máquina !
El esplendor se terminó. Los locales cierran, las ventas bajan y el movimiento cesa. Así, los fraybentinos despiertan de lo que fue una changa de dos años: la construcción de Botnia. Algunos se aferran a la esperanza: un posible regreso de Ence o el viaje a Conchillas.
Eloísa Capurro - En Fray Bentos
Son las dos de la tarde y la avenida principal de Fray Bentos apenas se mueve. En la vereda, las mesas de los restaurantes están vacías. Apenas algún fraybentino tomando una cerveza para apaciguar el calor que se siente en pleno abril. Los comercios están cerrados y seguirán así al menos por una hora más, cuando la ciudad comience a despertar de la siesta. Finlandeses no se ven; su presencia está a lo lejos en la imagen de la chimenea de Botnia que hoy sigue moviendo dinero, pero ya no para Fray Bentos.
Fueron dos años de auge para una localidad que necesitaba un respiro de aquella "ciudad fantasma" en la que se había convertido tras el cierre del Frigorífico Anglo en 1979. Durante la construcción de la planta de celulosa Botnia el pico de obreros llegó a las 5.300 personas y se calcula que fueron más de 5.000 los empleos indirectos. De los obreros, 2.650 eran uruguayos y 1.590 eran de Fray Bentos.
Pero hoy el boom terminó. En Botnia quedan sólo 300 operarios, de los cuales al menos 180 son uruguayos. Y apenas 33 son de Fray Bentos. De a poco la ciudad comienza a despertar de aquel sueño.
Los comerciantes vieron disminuidas sus ventas en un 50% o más y las obras, principal fuente de trabajo en la ciudad, se frenaron. Por la avenida 18 de Julio hay por lo menos 20 locales cerrados.
Muchos de ellos fueron comercios golondrina que llegaron con Botnia y como vinieron, se fueron.
Según el INE la desocupación alcanza al 14% en Río Negro, el mayor alza del país en lo que va de 2007.
De los 2.881 desempleados que el departamento generó ese año, 2.335 fueron de Fray Bentos. Y con la desocupación llega la delincuencia. Una fuente policial, que prefirió no ser identificada, indicó que la criminalidad subió al doble, especialmente hurtos realizados por menores. Por ahora no hay asentamientos. Pero el temor está en qué pasará en invierno cuando, según estimaciones del Sunca, 200 trabajadores terminen de cobrar sus seguros de paro y queden sin trabajo y sin ingresos.
Algunos hablan de una "changa" que duró un año y medio que dejó a muchos con las ganas de más. Las expectativas eran grandes. Mucha gente aprovechó el boom para amueblar su casa y comprarse la añorada moto. Hoy están endeudados. El dueño de una casa de venta de motos, que prefirió no dar su nombre, dijo que durante la construcción de la planta se vendían entre 12 y 13 vehículos por día. De esos clientes hoy un 20% están morosos. En el local de créditos Pronto las consultas el día de pago de Botnia duplicaban las de un día normal. En un local de Movistar las ventas pasaron de 17 celulares por día a cinco y, de pasar a comprar a contado, el 70% de los clientes prefieren hacerlo a crédito. "Hubo gente que creyó que con esto tocaba el cielo con las manos", opinó el párroco José Luis Sanchis. "Se malgastó mucho. Hay gente que supo aprovechar y salió adelante y otra gente que vivió a lo rey y ahora tiene que vivir a lo pordiosero", agregó.
Los comercios que sobreviven son los que ya tienen una historia en la ciudad. "Nosotros tenemos 17 años en Fray Bentos y con o sin Botnia vamos a seguir", dijo Guillermo Rosas, administrador de una casa que vende muebles, electrodomésticos y motos. Aunque reconoce haber sentido la baja en las ventas, para Rosas el fenómeno Botnia es especial. Por eso cuando habla de balances, prefiere evitar comparaciones.
"Nosotros vamos a comparar este año con el 2002 porque estos fueron años muy especiales. Y en esa relación hoy estamos un 100% mejor en cuanto a ventas", dijo.
Lo mismo opina el intendente de Río Negro, Omar Lafluf, para quien 2008 deberá compararse sólo con 2003 o 2004. "Ésa es la comparación que hay que hacer. Porque en 2006 había 5.000 personas más consumiendo en la zona", dijo. Al ser consultado sobre el alto índice de desempleo en el departamento, Lafluf lo relativizó. "Eso se mide también respecto a la cantidad de gente que busca trabajo. En 2003 o 2004 nadie buscaba trabajo porque no había nada, y a pesar de eso llegamos a un 22% de desocupación en esa época".
Otros se la jugaron con sus emprendimientos y ahora tienen que empezar de cero. Fabiana Martínez es una de ellas; se vino de Buenos Aires junto con Botnia para instalar su restaurante "El patio de Cuqui", que se volvió centro de reunión para los finlandeses. Pero una vez que la construcción de la planta culminó, su clientela comenzó a mermar y Martínez cerró el local en marzo. "Estoy haciendo el duelo todavía", dijo.
"Cuando el lugar se abrió fue alucinante. Se trabajó bien y venían 30 o 40 personas por día, y un 70% eran extranjeros". Pero a partir de diciembre la cantidad de visitantes bajó a 20 y luego a 10. Hubo noches que cerraron con cinco comensales. Martínez todavía apuesta a Fray Bentos y por eso decidió quedarse, aunque abriendo un nuevo local, más céntrico y orientado hacia el público local. En su carta ya no se verá el salmón ni las salsas picantes sino que estarán las viandas. "Ahora hacemos doble horario, antes sólo abríamos de noche. Cocinamos pizzas, empanadas, chivitos, minutas y viandas. El patio fue un negocio de temporada, como haber abierto un local en Punta del Este, donde sabés que tenés un plazo. Yo pensé que el plazo iba a ser más largo", comentó.
Como ella son muchos los que recogen mucho menos de lo que esperaban sembrar. "Para mí es la misma ciudad fantasma que antes", opinó Daniel Matera, dueño de la heladería Deleite. Como muchos fraybentinos, Matera se fue a Nueva Helvecia, Colonia, en 1998 intentado escapar de la crisis. Allí, junto a 380 operarios trabajó en Parmalat hasta noviembre del año pasado, cuando decidió volver a su ciudad natal. "Mis clientes fueron perjudicados por el piquete. Yo trabajaba con la gente del free-shop, los despachantes de Aduana. Durante la construcción de la planta se veía movimiento. Pero hoy en un día regular, de buen trabajo, no tengo a ningún empleado de Botnia acá", dijo. Para él, como para el resto de los fraybentinos, los cobros de Botnia pasan desapercibidos. "Cuando trabajaba el Anglo se cobraba el pago y las jubilaciones y se sentía. Lo mismo me pasaba en Parmalat. Todo el mundo lo esperaba porque cambiaba la ciudad. Hoy el efecto de "`paga Botnia` no se ve".
Incluso los rubros que aún están relacionados con la planta sufren la merma. Homer Demassi, un empresario fraybentino, tenía cinco camiones trabajando para Botnia durante su construcción. Luego pasó a tener dos para el traslado de madera. Pero cuando el negocio dejó de serle rentable, se quedó sólo con uno para contenedores. "Con madera trabajaba a 42 centésimos el kilómetro y ahora con el contenedor trabajo a 60 centésimos. Además con los porcentajes de combustibles, no me era rentable", dijo. A Botnia entran por día 280 camiones; en la ruta ya no hay embotellamientos.
Fernando Polero es padre de familia y, cuando vio que Botnia se acercaba, no dudó en comprar un ómnibus que lo ayudara a levantar su nivel de vida. Él había sido uno de los tantos fraybentinos que quedaron sin empleo tras el piquete. Durante un año y tres meses se dedicó a trasladar a los obreros de la planta y por mes conseguía facturar entre 30.000 y 35.000 pesos, trabajando de lunes a viernes. Junto con él fueron otros 70 ómnibus los que disfrutaron de la bonanza. Pero hoy la empresa trabaja sólo con tres vehículos. Polero logró vender el suyo y hoy volvió a ser un desempleado. Con el sueldo de su esposa, que también quedó sin trabajo por el piquete y hoy es empleada en una farmacia, intenta subsistir. La cifra apenas llega a los 4.000 pesos por mes.
No falta quienes se resisten a abandonar la esperanza y piensan en un regreso de la empresa española Ence, que dejó en Fray Bentos el mayor movimiento de tierras del país, un puerto construido, un vivero que funciona y una gran sensación de amargura. Es que la partida de la empresa fue un golpe duro para la ciudad, que preveía más puestos de trabajo. Según el presidente del Sunca en Río Negro, Sergio Campero, en la construcción de Ence se podrían haber empleado la misma cantidad o más obreros que en Botnia y se habría trabajado por más tiempo. "Nosotros no recibimos palabra oficial de por qué se fue", insiste aún Campero.
Además desde la construcción ya son varias las voces que reclaman una legislación que obligue a emplear una cierta cantidad de mano de obra local a las empresas extranjeras que quieran instalarse en el departamento. Pero desde la Intendencia la posibilidad se descarta de plano. "Ahí chocamos de plano con la legislación nacional. Eso existe para las obras públicas, pero no para las privadas", explicó Lafluf.
En Fray Bentos las obras escasean y muchos preparan el viaje a Conchillas buscando repetir el sueño.
Durante la construcción de Botnia, los jornales de los obreros llegaban a 650 pesos, incluidos ticket alimentación y viáticos. Entonces todo fraybentino tenía un conocido trabajando en la planta. Hoy queda menos del 10% de la mano de obra que existía con un sueldo que oscila entre los 350 y 450 pesos dependiendo de la categoría. Y muy poca gente sabe de amigos que trabajen allí. "Por lo menos arriba de los 1.500 obreros se van para Conchillas", dijo Campero. Y eso a pesar de que el intendente de Colonia, Walter Zimmer, ya anunció que la mayor partede la mano de obra no calificada que necesitará Ence será de su departamento.
Victor Da Costa es uno de los que preparan las valijas. Con sus 33 años consiguió trabajo durante la construcción de Botnia y luego obtuvo un puesto en Saceem, una de las empresas que trabaja con Botnia, en el sector de carpintería y construcción. En la planta está desde las 6 hasta las 20 horas y gana 400 pesos por día. En dos meses vence su contrato y él está decidido a dejar a su familia en Fray Bentos y viajar hasta Conchillas. "Todo lo que empieza, se termina. Yo en dos meses marcho a salir a buscar trabajo", dijo. El resto quedará como Campero, quien cuando concedió esta entrevista se encontraba pintando un zaguán de una casa a dos cuadras de la avenida principal. Pero las "changas" cada vez son menos. "Cuando Botnia la gente podía pagar. Trabajando en la planta, no tenía tiempo para hacer las cosas de la casa", recordó.
Aunque los espejismos del auge que terminó todavía se sienten, lo que es consensuado entre los fraybentinos es que su ciudad no es la misma que al cierre del frigorífico Anglo. "Naturalmente nos hubiera encantado seguir con aquél ritmo de vida, eso se descuenta, pero la realidad es ésta", dijo a Qué Pasa Leopoldo Cayrús, presidente de la Asociación comercial e industrial de Río Negro (Acirn) que abarca a 200 empresarios fraybentinos. "No podemos mirar la escalera entera, sino el escalón que subimos gracias a Botnia", agregó. Para Cayrús el foco debe estar en la permanencia de grandes cadenas como Ta-Ta, Grandes Tiendas Montevideo, Macri Calzados, rentadoras de autos y consultoras, todos rubros de los que Fray Bentos carecía. "Eran empresas que por ahí estaban en otras ciudades del interior y nosotros no éramos considerados", señaló.
Pero también allí se sintió la merma. En Grandes Tiendas Montevideo, ubicada sobre la avenida 18 de Julio, las ventas bajaron por lo menos un 20%. La cantidad de empleados se mantuvo, pero el trabajo disminuyó. Antes cada vendedora atendía a tres o cuatro clientes, pero un lunes a las 16 horas el local está casi desierto. Algo similar ocurre en Ta-Ta, donde las ventas bajaron a la mitad, según fuentes consultadas.
En la rentadora de autos Avis el trabajo continúa, pero lo que cambió es el tipo de clientes. Durante la construcción de la planta de Botnia era habitual ver extranjeros solicitando contratos anuales. Hoy lo que queda es el cliente fraybentino, que alquila el vehículo más barato por tres o cuatro días, como mucho por una semana.
Uno de los cambios ubicados en la avenida principal llegó junto con Botnia. La expectativa de la gerencia era trabajar con moneda argentina, dado que Fray Bentos es una ciudad fronteriza. El piquete impidió ese tipo de transacciones, pero igualmente se realizaban 200 operaciones diarias de las cuales un 80% eran de extranjeros y por montos mayores a los de los fraybentinos. Hoy con suerte llegan a la mitad; al gerente lo trasladarán a Colonia porque allí es más útil.
Quienes mantienen una actitud positiva son los dueños de hoteles y restaurantes. Para ellos el negocio todavía se mantiene en niveles aceptables. El restaurante La Juventud facturaba 20.000 pesos diarios. Hoy rondan los 10.000. El negocio abrió a la par de la planta de celulosa, en 2006 y para su dueña, Blanca Rainieri, la diferencia la hicieron los clientes extranjeros. Es que un menú finlandés para dos personas, caracterizado por comidas picantes y mucho alcohol, le significaba unos 1.800 pesos como mínimo mientras que el cliente fraybentino gasta 150 pesos y a regañadientes. "Los finlandeses no se fijan en los precios. Cuando yo abrí tenía una carta muy sencilla con milanesa, papas fritas, tallarines y ravioles. Muy uruguaya. Pero tuve que empezar a hacer otras cosas", dijo Rainieri. Hoy en su carta todavía figura el salmón, comida predilecta de los fineses, y el ratatouille, un plato francés a base de verduras. Pero a las 21 de un lunes hay 20 personas, la mitad extranjeros, y más de 10 mesas vacías. De los 14 empleados que había en el restaurante, quedan cinco. "El fondo lo llegué a tener lleno de cerveza. Comprábamos 20 o 25 casilleros y hoy por semana compro 10. Ahora cenan en las casas", dijo.
Es que durante la construcción de Botnia fueron los obreros los que llegaron a la ciudad a hospedarse en las 108 casas que Botnia construyó en un terreno cedido por el Ministerio de Vivienda a la Intendencia de Río Negro. "Las viviendas quedaron en propiedad de la Intendencia. Con eso se va a crear un fondo departamental, se las vamos a vender al Ministerio de Vivienda y una parte irá para los jubilados", dijo el intendente Lafluf.
Catalina Kravic es fraybentina y su hija tiene un almacén frente a este barrio, denominado Fray Bentos 2000. Ella todavía recuerda los 60 casilleros de cerveza que solía pedir, los 26.000 pesos que ganaba en la venta de tarjetas de teléfono y los 39 kilos de pan que ordenaba a La Spezia, todo por los finlandeses. Hoy apenas si llegan 20 personas al local. "Cuando se ocupen estas viviendas esperamos volver un poco al nivel de antes", comenta. Según Lafluf, el convenio está por ser firmado.
Otros obreros se hospedaron en hoteles, como el Gran Hotel Fray Bentos, que fue reformado por la llegada de los finlandeses. Desde la recepción, el visitante sabe a qué público está dirigido el hotel. Tres relojes plateados muestran la hora de lugares claves: Fray Bentos, Londres y Helsinki. Por una noche para una persona la tarifa alcanza los 64 dólares, cuando el resto de los hospedajes de la ciudad no supera los 700 pesos. Durante la construcción de la planta la ocupación en el hotel alcanzaba el 90%, hoy llega al 67%. Similar es la situación en los hoteles La Posada y Plaza, donde Botnia bloqueó un 50% y un 30% de las habitaciones respectivamente. El contrato vence a fines de abril pero ya hay muchas sin usar. La siguiente apuesta de los hoteles será al movimiento comercial.
Las casas de los fraybentinos también sirvieron para alojar a finlandeses. Entonces los alquileres que estaban en 6.000 o 7.000 pesos por mes llegaron a los 500 dólares. Un alquiler de 1.000 dólares era algo normal. En ese boom muchos fraybentinos optaron por irse a vivir a casas de familiares o incluso alquilar lugares de menor valor. Pero hoy los finlandeses viven con sus familias en el barrio residencial Jardín por lo que los alquileres volvieron al nivel de los fraybentinos, rondando los 5.000 pesos y ayudados por créditos inmobiliarios.
Los hijos de los extranjeros asisten al colegio y liceo Laureles, una de las instituciones que se salvó de la bancarrota gracias a la planta. Su director de Secundaria, Jorge Piccart, explicó que gracias a la inversión que la empresa hizo en el centro educativo se pudieron pagar deudas largamente atrasadas. "Hicimos convenios con la empresa y cedimos salones para que los técnicos se prepararan. Y una vez que se retiraron, quedaron para nosotros", dijo. De estar a punto de cerrar, hoy el colegio tiene 350 alumnos. En sus aulas trabajan dos maestras finlandesas que enseñan a los 16 alumnos extranjeros que hay. Antes eran 36. Música, dibujo y educación física son las únicas asignaturas que comparten con los estudiantes fraybentinos.
Algunos mejor y otros peor, lo general es el desánimo. "Espiritualmente están destrozados. La gente se hizo el bocho con la famosa prosperidad y no era tal", opinó el párroco Sanchis.
Para algunos la respuesta debe venir del sector privado. "La subida en la cresta de la ola fue desmedida. Y a la gente le queda ese recuerdo y ve que hoy vuelve a ser una ciudad gris. Pero creo que estamos en un cero y depende de nosotros mejorar. Ahora es donde tiene que aparecer el sector privado, fundamentalmente el que se enriqueció con la venida de Botnia", dijo el edil blanco Bruno Danzov.
La Intendencia ya habla de un parque industrial en lo que quedó del complejo de Ence, inyecciones en el sector turístico y de producción de fertilizante líquido en antiguas instalaciones del frigorífico Anglo.
También la construcción de una comisaría en la intersección de las rutas 2 y 24 esperanzó al sector de la construcción. "Hay proyectos en la vuelta y uno se desespera por tratar de conseguirlos", dijo Lafluf.
Mientras tanto, el pueblo sigue esperando".
En mi post anterior había mencionado el relato documental que leerán más abajo, lo que no sabía era de la calidad intelectual de esta uruguaya, la escritora María Eloísa Capurro.
No solo es inteligente y honesta, sino que es un "bombón uruguayo" !
Ella escribió la crónica de abajo y refleja claramente el engaño a que fueron sometidos, por ingenuos o tontos o manipulados, los habitantes de Fray Bentos.
En Argentina sabemos mucho de manipulación, engaños, traiciones, etc., a manos de nuestros políticos. Lamentablemente no es un patrimonio local sino latinoamericano.
La noticia:
La escritora María Eloísa Capurro gana primer premio en España con el cuento “El semáforo”
que refleja la dura realidad uruguaya.
La escritora uruguaya María Eloísa Capurro Baldriz con su cuento “El semáforo” y la española Ana Martínez Muñoz con “Sin retorno”, han obtenido en España el “ex aequo” primer premio del VI certamen literario “Cuento Contigo 2003: Nuevas Voces Jóvenes” que conceden el Aula Iberoamericana de Casa de América y Ediciones Siruela. El tercer premio fue para la boliviana Gabriela Blas por su obra “X Delirio”.
Más de 300 jóvenes de España y latinoamericanos se presentaron a la edición 2003 del concurso, finalmente el jurado compuesto por los escritores José María Guelbenzu y José María Merino; Nicolás Martín Cinto, Myrna Rivera Méndez y Bienvenida Sánchez Alba de Casa de América; y Michi Strausfeld, de Ediciones Siruela otorgaron el primer premio a la escritora uruguaya María Eloisa Capurro Baldriz de 19 años.
Capurro manifestó a la prensa que su cuento, 'El semáforo', nació de su propia percepción por las calles de Montevideo donde nació: "Me fijé en que, dada la situación crítica que se vive en mi país, numerosas personas de toda las condición se habían lanzado a las calles y, especialmente a los semáforos, para pedir una ayuda. Me pareció un tema muy importante y emocional y pensé que debía utilizar la voz que tenemos todos los jóvenes para expresarlo".
En su cuento "El semáforo", Capurro habla del "pequeño Tomás, que toma conciencia de que uno no debe aceptar lo que le depara la vida, sino que tiene que hacer frente al destino y tratar de romperlo", subrayando que sus temas reflejan "la dura realidad" que vive el Uruguay de hoy.
La joven escritora destacó que para ella, "escribir es una necesidad" y admitió que siempre "necesita tener entre las manos un lápiz y un papel", aunque esto no implica que finalmente termine siempre escribiendo un cuento, porque "la pantalla de la computadora es demasiado fría para poder plasmar todas mis emociones”.
El director de Casa de América, Diego Molero, destaco "el alto nivel literario" de los cuentos presentados por más de 300 jóvenes, "los relatos son muy sugerentes, enfocados claramente hacia el ámbito de la conciencia".
"Que pasa
A media máquina !
El esplendor se terminó. Los locales cierran, las ventas bajan y el movimiento cesa. Así, los fraybentinos despiertan de lo que fue una changa de dos años: la construcción de Botnia. Algunos se aferran a la esperanza: un posible regreso de Ence o el viaje a Conchillas.
Eloísa Capurro - En Fray Bentos
Son las dos de la tarde y la avenida principal de Fray Bentos apenas se mueve. En la vereda, las mesas de los restaurantes están vacías. Apenas algún fraybentino tomando una cerveza para apaciguar el calor que se siente en pleno abril. Los comercios están cerrados y seguirán así al menos por una hora más, cuando la ciudad comience a despertar de la siesta. Finlandeses no se ven; su presencia está a lo lejos en la imagen de la chimenea de Botnia que hoy sigue moviendo dinero, pero ya no para Fray Bentos.
Fueron dos años de auge para una localidad que necesitaba un respiro de aquella "ciudad fantasma" en la que se había convertido tras el cierre del Frigorífico Anglo en 1979. Durante la construcción de la planta de celulosa Botnia el pico de obreros llegó a las 5.300 personas y se calcula que fueron más de 5.000 los empleos indirectos. De los obreros, 2.650 eran uruguayos y 1.590 eran de Fray Bentos.
Pero hoy el boom terminó. En Botnia quedan sólo 300 operarios, de los cuales al menos 180 son uruguayos. Y apenas 33 son de Fray Bentos. De a poco la ciudad comienza a despertar de aquel sueño.
Los comerciantes vieron disminuidas sus ventas en un 50% o más y las obras, principal fuente de trabajo en la ciudad, se frenaron. Por la avenida 18 de Julio hay por lo menos 20 locales cerrados.
Muchos de ellos fueron comercios golondrina que llegaron con Botnia y como vinieron, se fueron.
Según el INE la desocupación alcanza al 14% en Río Negro, el mayor alza del país en lo que va de 2007.
De los 2.881 desempleados que el departamento generó ese año, 2.335 fueron de Fray Bentos. Y con la desocupación llega la delincuencia. Una fuente policial, que prefirió no ser identificada, indicó que la criminalidad subió al doble, especialmente hurtos realizados por menores. Por ahora no hay asentamientos. Pero el temor está en qué pasará en invierno cuando, según estimaciones del Sunca, 200 trabajadores terminen de cobrar sus seguros de paro y queden sin trabajo y sin ingresos.
Algunos hablan de una "changa" que duró un año y medio que dejó a muchos con las ganas de más. Las expectativas eran grandes. Mucha gente aprovechó el boom para amueblar su casa y comprarse la añorada moto. Hoy están endeudados. El dueño de una casa de venta de motos, que prefirió no dar su nombre, dijo que durante la construcción de la planta se vendían entre 12 y 13 vehículos por día. De esos clientes hoy un 20% están morosos. En el local de créditos Pronto las consultas el día de pago de Botnia duplicaban las de un día normal. En un local de Movistar las ventas pasaron de 17 celulares por día a cinco y, de pasar a comprar a contado, el 70% de los clientes prefieren hacerlo a crédito. "Hubo gente que creyó que con esto tocaba el cielo con las manos", opinó el párroco José Luis Sanchis. "Se malgastó mucho. Hay gente que supo aprovechar y salió adelante y otra gente que vivió a lo rey y ahora tiene que vivir a lo pordiosero", agregó.
Los comercios que sobreviven son los que ya tienen una historia en la ciudad. "Nosotros tenemos 17 años en Fray Bentos y con o sin Botnia vamos a seguir", dijo Guillermo Rosas, administrador de una casa que vende muebles, electrodomésticos y motos. Aunque reconoce haber sentido la baja en las ventas, para Rosas el fenómeno Botnia es especial. Por eso cuando habla de balances, prefiere evitar comparaciones.
"Nosotros vamos a comparar este año con el 2002 porque estos fueron años muy especiales. Y en esa relación hoy estamos un 100% mejor en cuanto a ventas", dijo.
Lo mismo opina el intendente de Río Negro, Omar Lafluf, para quien 2008 deberá compararse sólo con 2003 o 2004. "Ésa es la comparación que hay que hacer. Porque en 2006 había 5.000 personas más consumiendo en la zona", dijo. Al ser consultado sobre el alto índice de desempleo en el departamento, Lafluf lo relativizó. "Eso se mide también respecto a la cantidad de gente que busca trabajo. En 2003 o 2004 nadie buscaba trabajo porque no había nada, y a pesar de eso llegamos a un 22% de desocupación en esa época".
Otros se la jugaron con sus emprendimientos y ahora tienen que empezar de cero. Fabiana Martínez es una de ellas; se vino de Buenos Aires junto con Botnia para instalar su restaurante "El patio de Cuqui", que se volvió centro de reunión para los finlandeses. Pero una vez que la construcción de la planta culminó, su clientela comenzó a mermar y Martínez cerró el local en marzo. "Estoy haciendo el duelo todavía", dijo.
"Cuando el lugar se abrió fue alucinante. Se trabajó bien y venían 30 o 40 personas por día, y un 70% eran extranjeros". Pero a partir de diciembre la cantidad de visitantes bajó a 20 y luego a 10. Hubo noches que cerraron con cinco comensales. Martínez todavía apuesta a Fray Bentos y por eso decidió quedarse, aunque abriendo un nuevo local, más céntrico y orientado hacia el público local. En su carta ya no se verá el salmón ni las salsas picantes sino que estarán las viandas. "Ahora hacemos doble horario, antes sólo abríamos de noche. Cocinamos pizzas, empanadas, chivitos, minutas y viandas. El patio fue un negocio de temporada, como haber abierto un local en Punta del Este, donde sabés que tenés un plazo. Yo pensé que el plazo iba a ser más largo", comentó.
Como ella son muchos los que recogen mucho menos de lo que esperaban sembrar. "Para mí es la misma ciudad fantasma que antes", opinó Daniel Matera, dueño de la heladería Deleite. Como muchos fraybentinos, Matera se fue a Nueva Helvecia, Colonia, en 1998 intentado escapar de la crisis. Allí, junto a 380 operarios trabajó en Parmalat hasta noviembre del año pasado, cuando decidió volver a su ciudad natal. "Mis clientes fueron perjudicados por el piquete. Yo trabajaba con la gente del free-shop, los despachantes de Aduana. Durante la construcción de la planta se veía movimiento. Pero hoy en un día regular, de buen trabajo, no tengo a ningún empleado de Botnia acá", dijo. Para él, como para el resto de los fraybentinos, los cobros de Botnia pasan desapercibidos. "Cuando trabajaba el Anglo se cobraba el pago y las jubilaciones y se sentía. Lo mismo me pasaba en Parmalat. Todo el mundo lo esperaba porque cambiaba la ciudad. Hoy el efecto de "`paga Botnia` no se ve".
Incluso los rubros que aún están relacionados con la planta sufren la merma. Homer Demassi, un empresario fraybentino, tenía cinco camiones trabajando para Botnia durante su construcción. Luego pasó a tener dos para el traslado de madera. Pero cuando el negocio dejó de serle rentable, se quedó sólo con uno para contenedores. "Con madera trabajaba a 42 centésimos el kilómetro y ahora con el contenedor trabajo a 60 centésimos. Además con los porcentajes de combustibles, no me era rentable", dijo. A Botnia entran por día 280 camiones; en la ruta ya no hay embotellamientos.
Fernando Polero es padre de familia y, cuando vio que Botnia se acercaba, no dudó en comprar un ómnibus que lo ayudara a levantar su nivel de vida. Él había sido uno de los tantos fraybentinos que quedaron sin empleo tras el piquete. Durante un año y tres meses se dedicó a trasladar a los obreros de la planta y por mes conseguía facturar entre 30.000 y 35.000 pesos, trabajando de lunes a viernes. Junto con él fueron otros 70 ómnibus los que disfrutaron de la bonanza. Pero hoy la empresa trabaja sólo con tres vehículos. Polero logró vender el suyo y hoy volvió a ser un desempleado. Con el sueldo de su esposa, que también quedó sin trabajo por el piquete y hoy es empleada en una farmacia, intenta subsistir. La cifra apenas llega a los 4.000 pesos por mes.
No falta quienes se resisten a abandonar la esperanza y piensan en un regreso de la empresa española Ence, que dejó en Fray Bentos el mayor movimiento de tierras del país, un puerto construido, un vivero que funciona y una gran sensación de amargura. Es que la partida de la empresa fue un golpe duro para la ciudad, que preveía más puestos de trabajo. Según el presidente del Sunca en Río Negro, Sergio Campero, en la construcción de Ence se podrían haber empleado la misma cantidad o más obreros que en Botnia y se habría trabajado por más tiempo. "Nosotros no recibimos palabra oficial de por qué se fue", insiste aún Campero.
Además desde la construcción ya son varias las voces que reclaman una legislación que obligue a emplear una cierta cantidad de mano de obra local a las empresas extranjeras que quieran instalarse en el departamento. Pero desde la Intendencia la posibilidad se descarta de plano. "Ahí chocamos de plano con la legislación nacional. Eso existe para las obras públicas, pero no para las privadas", explicó Lafluf.
En Fray Bentos las obras escasean y muchos preparan el viaje a Conchillas buscando repetir el sueño.
Durante la construcción de Botnia, los jornales de los obreros llegaban a 650 pesos, incluidos ticket alimentación y viáticos. Entonces todo fraybentino tenía un conocido trabajando en la planta. Hoy queda menos del 10% de la mano de obra que existía con un sueldo que oscila entre los 350 y 450 pesos dependiendo de la categoría. Y muy poca gente sabe de amigos que trabajen allí. "Por lo menos arriba de los 1.500 obreros se van para Conchillas", dijo Campero. Y eso a pesar de que el intendente de Colonia, Walter Zimmer, ya anunció que la mayor partede la mano de obra no calificada que necesitará Ence será de su departamento.
Victor Da Costa es uno de los que preparan las valijas. Con sus 33 años consiguió trabajo durante la construcción de Botnia y luego obtuvo un puesto en Saceem, una de las empresas que trabaja con Botnia, en el sector de carpintería y construcción. En la planta está desde las 6 hasta las 20 horas y gana 400 pesos por día. En dos meses vence su contrato y él está decidido a dejar a su familia en Fray Bentos y viajar hasta Conchillas. "Todo lo que empieza, se termina. Yo en dos meses marcho a salir a buscar trabajo", dijo. El resto quedará como Campero, quien cuando concedió esta entrevista se encontraba pintando un zaguán de una casa a dos cuadras de la avenida principal. Pero las "changas" cada vez son menos. "Cuando Botnia la gente podía pagar. Trabajando en la planta, no tenía tiempo para hacer las cosas de la casa", recordó.
Aunque los espejismos del auge que terminó todavía se sienten, lo que es consensuado entre los fraybentinos es que su ciudad no es la misma que al cierre del frigorífico Anglo. "Naturalmente nos hubiera encantado seguir con aquél ritmo de vida, eso se descuenta, pero la realidad es ésta", dijo a Qué Pasa Leopoldo Cayrús, presidente de la Asociación comercial e industrial de Río Negro (Acirn) que abarca a 200 empresarios fraybentinos. "No podemos mirar la escalera entera, sino el escalón que subimos gracias a Botnia", agregó. Para Cayrús el foco debe estar en la permanencia de grandes cadenas como Ta-Ta, Grandes Tiendas Montevideo, Macri Calzados, rentadoras de autos y consultoras, todos rubros de los que Fray Bentos carecía. "Eran empresas que por ahí estaban en otras ciudades del interior y nosotros no éramos considerados", señaló.
Pero también allí se sintió la merma. En Grandes Tiendas Montevideo, ubicada sobre la avenida 18 de Julio, las ventas bajaron por lo menos un 20%. La cantidad de empleados se mantuvo, pero el trabajo disminuyó. Antes cada vendedora atendía a tres o cuatro clientes, pero un lunes a las 16 horas el local está casi desierto. Algo similar ocurre en Ta-Ta, donde las ventas bajaron a la mitad, según fuentes consultadas.
En la rentadora de autos Avis el trabajo continúa, pero lo que cambió es el tipo de clientes. Durante la construcción de la planta de Botnia era habitual ver extranjeros solicitando contratos anuales. Hoy lo que queda es el cliente fraybentino, que alquila el vehículo más barato por tres o cuatro días, como mucho por una semana.
Uno de los cambios ubicados en la avenida principal llegó junto con Botnia. La expectativa de la gerencia era trabajar con moneda argentina, dado que Fray Bentos es una ciudad fronteriza. El piquete impidió ese tipo de transacciones, pero igualmente se realizaban 200 operaciones diarias de las cuales un 80% eran de extranjeros y por montos mayores a los de los fraybentinos. Hoy con suerte llegan a la mitad; al gerente lo trasladarán a Colonia porque allí es más útil.
Quienes mantienen una actitud positiva son los dueños de hoteles y restaurantes. Para ellos el negocio todavía se mantiene en niveles aceptables. El restaurante La Juventud facturaba 20.000 pesos diarios. Hoy rondan los 10.000. El negocio abrió a la par de la planta de celulosa, en 2006 y para su dueña, Blanca Rainieri, la diferencia la hicieron los clientes extranjeros. Es que un menú finlandés para dos personas, caracterizado por comidas picantes y mucho alcohol, le significaba unos 1.800 pesos como mínimo mientras que el cliente fraybentino gasta 150 pesos y a regañadientes. "Los finlandeses no se fijan en los precios. Cuando yo abrí tenía una carta muy sencilla con milanesa, papas fritas, tallarines y ravioles. Muy uruguaya. Pero tuve que empezar a hacer otras cosas", dijo Rainieri. Hoy en su carta todavía figura el salmón, comida predilecta de los fineses, y el ratatouille, un plato francés a base de verduras. Pero a las 21 de un lunes hay 20 personas, la mitad extranjeros, y más de 10 mesas vacías. De los 14 empleados que había en el restaurante, quedan cinco. "El fondo lo llegué a tener lleno de cerveza. Comprábamos 20 o 25 casilleros y hoy por semana compro 10. Ahora cenan en las casas", dijo.
Es que durante la construcción de Botnia fueron los obreros los que llegaron a la ciudad a hospedarse en las 108 casas que Botnia construyó en un terreno cedido por el Ministerio de Vivienda a la Intendencia de Río Negro. "Las viviendas quedaron en propiedad de la Intendencia. Con eso se va a crear un fondo departamental, se las vamos a vender al Ministerio de Vivienda y una parte irá para los jubilados", dijo el intendente Lafluf.
Catalina Kravic es fraybentina y su hija tiene un almacén frente a este barrio, denominado Fray Bentos 2000. Ella todavía recuerda los 60 casilleros de cerveza que solía pedir, los 26.000 pesos que ganaba en la venta de tarjetas de teléfono y los 39 kilos de pan que ordenaba a La Spezia, todo por los finlandeses. Hoy apenas si llegan 20 personas al local. "Cuando se ocupen estas viviendas esperamos volver un poco al nivel de antes", comenta. Según Lafluf, el convenio está por ser firmado.
Otros obreros se hospedaron en hoteles, como el Gran Hotel Fray Bentos, que fue reformado por la llegada de los finlandeses. Desde la recepción, el visitante sabe a qué público está dirigido el hotel. Tres relojes plateados muestran la hora de lugares claves: Fray Bentos, Londres y Helsinki. Por una noche para una persona la tarifa alcanza los 64 dólares, cuando el resto de los hospedajes de la ciudad no supera los 700 pesos. Durante la construcción de la planta la ocupación en el hotel alcanzaba el 90%, hoy llega al 67%. Similar es la situación en los hoteles La Posada y Plaza, donde Botnia bloqueó un 50% y un 30% de las habitaciones respectivamente. El contrato vence a fines de abril pero ya hay muchas sin usar. La siguiente apuesta de los hoteles será al movimiento comercial.
Las casas de los fraybentinos también sirvieron para alojar a finlandeses. Entonces los alquileres que estaban en 6.000 o 7.000 pesos por mes llegaron a los 500 dólares. Un alquiler de 1.000 dólares era algo normal. En ese boom muchos fraybentinos optaron por irse a vivir a casas de familiares o incluso alquilar lugares de menor valor. Pero hoy los finlandeses viven con sus familias en el barrio residencial Jardín por lo que los alquileres volvieron al nivel de los fraybentinos, rondando los 5.000 pesos y ayudados por créditos inmobiliarios.
Los hijos de los extranjeros asisten al colegio y liceo Laureles, una de las instituciones que se salvó de la bancarrota gracias a la planta. Su director de Secundaria, Jorge Piccart, explicó que gracias a la inversión que la empresa hizo en el centro educativo se pudieron pagar deudas largamente atrasadas. "Hicimos convenios con la empresa y cedimos salones para que los técnicos se prepararan. Y una vez que se retiraron, quedaron para nosotros", dijo. De estar a punto de cerrar, hoy el colegio tiene 350 alumnos. En sus aulas trabajan dos maestras finlandesas que enseñan a los 16 alumnos extranjeros que hay. Antes eran 36. Música, dibujo y educación física son las únicas asignaturas que comparten con los estudiantes fraybentinos.
Algunos mejor y otros peor, lo general es el desánimo. "Espiritualmente están destrozados. La gente se hizo el bocho con la famosa prosperidad y no era tal", opinó el párroco Sanchis.
Para algunos la respuesta debe venir del sector privado. "La subida en la cresta de la ola fue desmedida. Y a la gente le queda ese recuerdo y ve que hoy vuelve a ser una ciudad gris. Pero creo que estamos en un cero y depende de nosotros mejorar. Ahora es donde tiene que aparecer el sector privado, fundamentalmente el que se enriqueció con la venida de Botnia", dijo el edil blanco Bruno Danzov.
La Intendencia ya habla de un parque industrial en lo que quedó del complejo de Ence, inyecciones en el sector turístico y de producción de fertilizante líquido en antiguas instalaciones del frigorífico Anglo.
También la construcción de una comisaría en la intersección de las rutas 2 y 24 esperanzó al sector de la construcción. "Hay proyectos en la vuelta y uno se desespera por tratar de conseguirlos", dijo Lafluf.
Mientras tanto, el pueblo sigue esperando".
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