martes, 17 de febrero de 2009
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Ni los Incas pudieron con ellos ! - 17/02/2009
Como resultado de esta primera sublevación, los españoles perdieron tres de las primeras ciudades que habían fundado en el noroeste argentino.
La Segunda Guerra Calchaquí se prolongó de 1630 a 1643, y fue encabezada por el cacique Juan Chelemín. Según las fuentes de la época, un encomendero de la zona habría hallado minas de cobre en la zona, y los indios lo habrían asesinado buscando impedir la aparición de una nueva Potosí en esta región.
En esta segunda contienda fueron muchas las colonias españolas involucradas, y dos de ellas cayeron ante los ataques de los indios, que obtuvieron algunas victorias. Sin embargo, cada vez que eran derrotados, los indios eran asesinados por cientos, sus tierras eran arrasadas y se les quitaban sus bienes, con lo cual sus privaciones aumentaban y las enfermedades arreciaban causando verdaderos estragos.
La derrota se consuma con la captura y condena a muerte de Chelemín, y con un nuevo método que con el tiempo se iría perfeccionado: la deportación. Muchos de los grupos vencidos fueron desarraigados y repartidos entre los encomenderos y ciudades que habían participado en la contienda y/o aportado dineros para el gasto bélico.
La Tercera Guerra Calchaquí comenzó en 1658. Luego de la segunda derrota, los grupos calchaquíes continuaron en su postura de negarse a trabajar en encomiendas, mientras que otros grupos habían alcanzado pactos con los españoles que, lejos de perder el tiempo, continuaban fundando colonias.
Hacia 1657 había llegado desde Chile un español, de origen desconocido, que tenía una compañera india. Este hombre, llamado Pedro Bohórquez, se presentó ante las autoridades españolas como alguien capaz de dirigir a los indios y sacarles información. A los jesuitas -preocupados por la falta de respuesta a la evangelización por parte de algunos grupos, y ante los indios se presentó como un descendiente de la nobleza incaica. Logró, entonces, ser nombrado Teniente del Gobernador y Capitán General, y al mismo tiempo se lo autorizó a utilizar el título de Inca.
Finalmente Bohórquez se instaló en los valles e intentó levantar a las tribus, al tiempo que las autoridades del Virreynato desautorizaban las decisiones del gobernador y ordenaban deshacer las prebendas otorgadas. En 1659, el gobernador Alonso Mercado y Villacorta invadió el valle y con esa acción dio comienzo a la Tercera Guerra Calchaquí.
Bohórquez se rindió durante el primer año de la guerra, pero los indios continuaron peleando por seis años más, hasta 1665. Al final de la guerra, esta práctica del desarraigo se perfeccionó y los valles quedaron prácticamente vacíos.
Todos los grupos que allí habitaban fueron dispersados, siendo el ejemplo paradigmático el caso de los indios kilmes, o quilmes, acerca de quienes hablaremos en un futuro no muy lejano.
Fuente: Temas de nuestra América. Publicación de la Cátedra Abierta de estudios Americanistas de la Universidad de Buenos Aires. N° 3.
Guerras Calchaquíes
En la segunda mitad del siglo XVI los conquistadores españoles habían logrado instalar en el noroeste argentino una serie de colonias que iban desde San Salvador de Jujuy -en el norte- hasta La Rioja -en el sur-.
Pese a ello, el área ubicada en medio de esa vasta región aún no había sido conquistada: Los valles calchaquíes, tal el nombre de la región, se constituirían más tarde en el foco de fuertes y feroces rebeliones con origen, entre otras causas, en la organización tributaria impuesta a los indígenas otorgados en encomiendas.
La Primera Guerra Calchaquí comenzó en 1562, y la rebalión indígena fue encabezada por el carismático cacique de Tolombón, Juan Calchaquí. A pesar de que no han quedado testimonios de los indios, muchos especialistas piensan que los aborígenes combatieron para evitar la conquista de sus tierras, objetivo que habían perseguido en sus guerras contra el imperio Inca.
Al parecer, los calchaquíes conocían bien cuáles serían las consecuencias de la ocupación española, de las que sabían que se habían puesto en práctica en el corazón del imperio Inca, y para ellos la consecuencia más indeseable de la ocupación era la mita en las minas, especialmente en Potosí.
Como resultado de esta primera sublevación, los españoles perdieron tres de las primeras ciudades que habían fundado en el noroeste argentino.
La Segunda Guerra Calchaquí se prolongó de 1630 a 1643, y fue encabezada por el cacique Juan Chelemín. Según las fuentes de la época, un encomendero de la zona habría hallado minas de cobre en la zona, y los indios lo habrían asesinado buscando impedir la aparición de una nueva Potosí en esta región.
En esta segunda contienda fueron muchas las colonias españolas involucradas, y dos de ellas cayeron ante los ataques de los indios, que obtuvieron algunas victorias. Sin embargo, cada vez que eran derrotados, los indios eran asesinados por cientos, sus tierras eran arrasadas y se les quitaban sus bienes, con lo cual sus privaciones aumentaban y las enfermedades arreciaban causando verdaderos estragos.
La derrota se consuma con la captura y condena a muerte de Chelemín, y con un nuevo método que con el tiempo se iría perfeccionado: la deportación. Muchos de los grupos vencidos fueron desarraigados y repartidos entre los encomenderos y ciudades que habían participado en la contienda y/o aportado dineros para el gasto bélico.
La Tercera Guerra Calchaquí comenzó en 1658. Luego de la segunda derrota, los grupos calchaquíes continuaron en su postura de negarse a trabajar en encomiendas, mientras que otros grupos habían alcanzado pactos con los españoles que, lejos de perder el tiempo, continuaban fundando colonias.
Hacia 1657 había llegado desde Chile un español, de origen desconocido, que tenía una compañera india. Este hombre, llamado Pedro Bohórquez, se presentó ante las autoridades españolas como alguien capaz de dirigir a los indios y sacarles información. A los jesuitas -preocupados por la falta de respuesta a la evangelización por parte de algunos grupos, y ante los indios se presentó como un descendiente de la nobleza incaica. Logró, entonces, ser nombrado Teniente del Gobernador y Capitán General, y al mismo tiempo se lo autorizó a utilizar el título de Inca.
Finalmente Bohórquez se instaló en los valles e intentó levantar a las tribus, al tiempo que las autoridades del Virreynato desautorizaban las decisiones del gobernador y ordenaban deshacer las prebendas otorgadas. En 1659, el gobernador Alonso Mercado y Villacorta invadió el valle y con esa acción dio comienzo a la Tercera Guerra Calchaquí.
Bohórquez se rindió durante el primer año de la guerra, pero los indios continuaron peleando por seis años más, hasta 1665. Al final de la guerra, esta práctica del desarraigo se perfeccionó y los valles quedaron prácticamente vacíos.
Todos los grupos que allí habitaban fueron dispersados, siendo el ejemplo paradigmático el caso de los indios kilmes, o quilmes, acerca de quienes hablaremos en un futuro no muy lejano.
Fuente: Temas de nuestra América. Publicación de la Cátedra Abierta de estudios Americanistas de la Universidad de Buenos Aires. N° 3.
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