sábado, 3 de enero de 2009
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Las dioxinas que emite BOTNIA son cancerígenas y acumulativas - 04/01/2009
La Dioxina: peor aún de lo que pensábamos
Recorrimos infinitas millas a través de los prístinos bosques de montaña, que se avalanzaban contra la tortuosa costa de un Océano Atlántico casi azul cobalto. El cielo, solo un tono más claro que el mar, estaba despejado. Mi amiga y coautora, Judy Calmes, y yo bordeábamos la costa en dirección a Camden, un pequeño pueblo costero en Maine. Allí, el Dr. Benjamin Spock y su esposa, Mary Morgan, residentes estivales de Camden, me habían pedido que colaborara con ellos como consultor para la revisión de toda una nueva edición sobre el cuidado de los bebés y los niños. family
Mientras conducíamos a lo largo de esta maravillosa costa, nada indicaba, a simple vista, la preocupación de un grupo de ciudadanos de Maine recientemente organizado, la Coalición de la Dioxina. Esta banda de ecologistas, defensores públicos y lideres de negocios eran conscientes de que la dioxina, un derivado industrial, estaba suponiendo un nuevo y serio riesgo para la salud de los ciudadanos de su estado.
El primer estudio sobre la dioxina, realizado por mi amigo y colega, el Dr. T. Colin Campbell, en 1963, la identificó como una de las toxinas más poderosas de la tierra - un ingrediente del Agente Naranja, usado en Vietnam para defoliar bosques-. La Agencia de Protección del Medio Ambiente (Environmental Protection Agency - EPA) no empezó a considerar seriamente a este compuesto clorinado hasta 1994. En un informe de 2.000 páginas la EPA determinó que este residuo, producto de procesos tales como el blanqueo de pasta de papel y la combustión de plásticos, no era simplemente una toxina sino probablemente un cancerígeno similar al formaldehído y al cloroformo.
Según esta publicación, casi con toda seguridad, se ha estado acumulando en los tejidos de peces y animales más grandes durante años. Es más, está presente en el tejido de casi todos los americanos que consumen alimentos procedentes de animales.
Como se esperaba, la dioxina está concentrada de manera más acentuada en animales de gran tamaño y una vez allí, se instala, generalmente, de forma permanente, no siendo fácil su desintoxicación o excreción mediante procesos metabólicos.
Es más, una exposición continuada sólo conduce a una mayor absorción. Una de las pocas maneras de eliminar la dioxina del cuerpo - distinta a un ayuno prolongado - parece ser a través de la lactancia. En consecuencia, otra fuente de este compuesto es la leche de vacas que comen dioxinas procedentes de hierba contaminada, plantas y semillas.
Y si una madre está criando a su bebé, las dioxinas almacenadas son, en cierto grado, traspasadas a su hijo. Esta cantidad de la leche materna es, con toda seguridad, muy pequeña y probablemente conlleve poco riesgo, pero aquella procedente de comer carnes rojas, pescados y productos lácteos es significativa y acumulativa. Obviamente, las personas que comen peces procedentes de ríos donde industrias papeleras arrojan sus aguas están expuestas a un riesgo aún mayor. Según la Coalición, Maine es un buen ejemplo a estudiar, ya que es el segundo estado que más cantidad de papel produce e incinera un 30% más de basuras procedentes de los hogares que cualquier otro estado. Es habitual ver los incineradores médicos y de basuras emitiendo cenizas mezcladas con gran cantidad de este producto químico. Es interesante observar que la dioxina, junto con otros químicos fuertemente clorinados, fabricados por el hombre: Bifenil policlorinado (PCB) y dicloro-difenil-tricloroetano (DDT) tienen un efecto similar a aquel de los estrógenos sobre los tejidos. Esto puede servir para explicar, al menos, uno de los mecanismos de la aparente relación entre la comida procedente de animales y los cánceres hormono-dependientes de pecho, próstata y testículos, en los países occidentales industrializados.
¿Pero qué importancia tiene realmente la dioxina como cancerígeno? La grasa y la proteína animal, sin contaminantes industriales, aparentemente causan cáncer. En las zonas rurales de China, existe una marcada diferencia en cuanto a la incidencia del cáncer entre la población rural según sea su dieta alta o baja en grasas y proteínas animales, y donde no se conocen agentes industriales contaminantes. Yo sospecho que las proteínas y las grasas animales naturales se cuentan entre los mayores causantes de cáncer de origen alimenticio. El Dr. Campbell está de acuerdo: "En mi opinión, -escribió en Diciembre de 1995 en su editorial para 'New Century Nutrition'- ningún producto químico es tan importante como causante de cáncer en el cuerpo humano como lo es la proteína animal".
Pero la dioxina es todo aquello que pensábamos que era y probablemente mucho más. Como toxina puede derivar en neuropatías, debilidad muscular e incluso parálisis. Como cancerígeno es mucho más sutil y peor entendido, con muy pocas vías para su desintoxicación o excreción, sus efectos son, casi con toda seguridad, acumulativos y en muchos casos permanentes. Y mientras todavía es incierto cuántas dioxinas puede uno tolerar sin consecuencias serias, es obvio que este compuesto debería ser evitado en la medida de lo posible. Muchos de mis pacientes se han alarmado tras leer lo que los periódicos publican sobre la dioxina. Pero escapar a la lenta y progresiva absorción de este químico, según aparece, es mucho más simple de lo que muchos hubieran pensado. La Dra. Beverly Pagan, científico de más antigüedad del Laboratorio Jackson en Bar Harbor, Maine, nos recuerda que las dioxinas no pueden ser absorbidas por inhalación del aire, y entonces pueden evitarse, con un bajo consumo de la cadena alimenticia. Frutas, verduras y cereales no contienen cantidades concentradas de este compuesto. Esto, unido a los cientos de inhibidores fitoquímicos del cáncer presentes en estos alimentos, trabajando todos al unísono, nos recuerda, una vez más, que la nutrición humana no es tan compleja. Una dieta basada en verduras con alimentos integrales, cumple con los requisitos. Calorías, cantidad de grasa, cantidad de proteína, vitamina, minerales, fitoquímicos y antioxidantes, todos están ahí en las cantidades justas.
Lo único que falta o es deficiente son las grasas y las proteínas animales, y por supuesto, las dioxinas.
Charles R. Attwood, M.D., F.A.A.P. físico y escritor, afincado en Crowley, Louisiana, es el autor de Dr. Attwood' LowFat Prescription For Kids (Penguin 1-800-253-6476) y las series de audio, The Gold Standard Diet: How to Live to be 100 (Knowledge Products 1-888-TOP-DIET).
Traducido por Ana Vázquez - avg@uria.com
© European Vegetarian Union - http://www.ivu.org/evu
(fuente)
La Dioxina: peor aún de lo que pensábamos
Recorrimos infinitas millas a través de los prístinos bosques de montaña, que se avalanzaban contra la tortuosa costa de un Océano Atlántico casi azul cobalto. El cielo, solo un tono más claro que el mar, estaba despejado. Mi amiga y coautora, Judy Calmes, y yo bordeábamos la costa en dirección a Camden, un pequeño pueblo costero en Maine. Allí, el Dr. Benjamin Spock y su esposa, Mary Morgan, residentes estivales de Camden, me habían pedido que colaborara con ellos como consultor para la revisión de toda una nueva edición sobre el cuidado de los bebés y los niños. family
Mientras conducíamos a lo largo de esta maravillosa costa, nada indicaba, a simple vista, la preocupación de un grupo de ciudadanos de Maine recientemente organizado, la Coalición de la Dioxina. Esta banda de ecologistas, defensores públicos y lideres de negocios eran conscientes de que la dioxina, un derivado industrial, estaba suponiendo un nuevo y serio riesgo para la salud de los ciudadanos de su estado.
El primer estudio sobre la dioxina, realizado por mi amigo y colega, el Dr. T. Colin Campbell, en 1963, la identificó como una de las toxinas más poderosas de la tierra - un ingrediente del Agente Naranja, usado en Vietnam para defoliar bosques-. La Agencia de Protección del Medio Ambiente (Environmental Protection Agency - EPA) no empezó a considerar seriamente a este compuesto clorinado hasta 1994. En un informe de 2.000 páginas la EPA determinó que este residuo, producto de procesos tales como el blanqueo de pasta de papel y la combustión de plásticos, no era simplemente una toxina sino probablemente un cancerígeno similar al formaldehído y al cloroformo.
Según esta publicación, casi con toda seguridad, se ha estado acumulando en los tejidos de peces y animales más grandes durante años. Es más, está presente en el tejido de casi todos los americanos que consumen alimentos procedentes de animales.
Como se esperaba, la dioxina está concentrada de manera más acentuada en animales de gran tamaño y una vez allí, se instala, generalmente, de forma permanente, no siendo fácil su desintoxicación o excreción mediante procesos metabólicos.
Es más, una exposición continuada sólo conduce a una mayor absorción. Una de las pocas maneras de eliminar la dioxina del cuerpo - distinta a un ayuno prolongado - parece ser a través de la lactancia. En consecuencia, otra fuente de este compuesto es la leche de vacas que comen dioxinas procedentes de hierba contaminada, plantas y semillas.
Y si una madre está criando a su bebé, las dioxinas almacenadas son, en cierto grado, traspasadas a su hijo. Esta cantidad de la leche materna es, con toda seguridad, muy pequeña y probablemente conlleve poco riesgo, pero aquella procedente de comer carnes rojas, pescados y productos lácteos es significativa y acumulativa. Obviamente, las personas que comen peces procedentes de ríos donde industrias papeleras arrojan sus aguas están expuestas a un riesgo aún mayor. Según la Coalición, Maine es un buen ejemplo a estudiar, ya que es el segundo estado que más cantidad de papel produce e incinera un 30% más de basuras procedentes de los hogares que cualquier otro estado. Es habitual ver los incineradores médicos y de basuras emitiendo cenizas mezcladas con gran cantidad de este producto químico. Es interesante observar que la dioxina, junto con otros químicos fuertemente clorinados, fabricados por el hombre: Bifenil policlorinado (PCB) y dicloro-difenil-tricloroetano (DDT) tienen un efecto similar a aquel de los estrógenos sobre los tejidos. Esto puede servir para explicar, al menos, uno de los mecanismos de la aparente relación entre la comida procedente de animales y los cánceres hormono-dependientes de pecho, próstata y testículos, en los países occidentales industrializados.
¿Pero qué importancia tiene realmente la dioxina como cancerígeno? La grasa y la proteína animal, sin contaminantes industriales, aparentemente causan cáncer. En las zonas rurales de China, existe una marcada diferencia en cuanto a la incidencia del cáncer entre la población rural según sea su dieta alta o baja en grasas y proteínas animales, y donde no se conocen agentes industriales contaminantes. Yo sospecho que las proteínas y las grasas animales naturales se cuentan entre los mayores causantes de cáncer de origen alimenticio. El Dr. Campbell está de acuerdo: "En mi opinión, -escribió en Diciembre de 1995 en su editorial para 'New Century Nutrition'- ningún producto químico es tan importante como causante de cáncer en el cuerpo humano como lo es la proteína animal".
Pero la dioxina es todo aquello que pensábamos que era y probablemente mucho más. Como toxina puede derivar en neuropatías, debilidad muscular e incluso parálisis. Como cancerígeno es mucho más sutil y peor entendido, con muy pocas vías para su desintoxicación o excreción, sus efectos son, casi con toda seguridad, acumulativos y en muchos casos permanentes. Y mientras todavía es incierto cuántas dioxinas puede uno tolerar sin consecuencias serias, es obvio que este compuesto debería ser evitado en la medida de lo posible. Muchos de mis pacientes se han alarmado tras leer lo que los periódicos publican sobre la dioxina. Pero escapar a la lenta y progresiva absorción de este químico, según aparece, es mucho más simple de lo que muchos hubieran pensado. La Dra. Beverly Pagan, científico de más antigüedad del Laboratorio Jackson en Bar Harbor, Maine, nos recuerda que las dioxinas no pueden ser absorbidas por inhalación del aire, y entonces pueden evitarse, con un bajo consumo de la cadena alimenticia. Frutas, verduras y cereales no contienen cantidades concentradas de este compuesto. Esto, unido a los cientos de inhibidores fitoquímicos del cáncer presentes en estos alimentos, trabajando todos al unísono, nos recuerda, una vez más, que la nutrición humana no es tan compleja. Una dieta basada en verduras con alimentos integrales, cumple con los requisitos. Calorías, cantidad de grasa, cantidad de proteína, vitamina, minerales, fitoquímicos y antioxidantes, todos están ahí en las cantidades justas.
Lo único que falta o es deficiente son las grasas y las proteínas animales, y por supuesto, las dioxinas.
Charles R. Attwood, M.D., F.A.A.P. físico y escritor, afincado en Crowley, Louisiana, es el autor de Dr. Attwood' LowFat Prescription For Kids (Penguin 1-800-253-6476) y las series de audio, The Gold Standard Diet: How to Live to be 100 (Knowledge Products 1-888-TOP-DIET).
Traducido por Ana Vázquez - avg@uria.com
© European Vegetarian Union - http://www.ivu.org/evu
(fuente)
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