lunes, 20 de octubre de 2008
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Felices los Niños ? - 20/10/2008
“¡Quiero irme al cielo y terminar con todo esto!”, gritó Sebastián con los ojos cubiertos de lágrimas delante de un grupo de compañeritos que regresaban del recreo. El otro extremo del cable que rodeaba el cuello del niño de ocho años culminaba en una viga del techo del aula. Sus pies se acercaban cada vez más hacia el borde del banco en el que estaba parado.
EN MEDIO DEL JUICIO A GRASSI
Denuncian un nuevo caso de abuso sexual en Felices los Niños
Todo comenzó este 2 de septiembre, cuando un chico de 8 años, que vive en el Hogar San José de la Fundación, quiso suicidarse en el colegio. El obispo vicario de Belgrano, responsable de la institución educativa, se presentó a la Justicia para que investiguen el hecho. Es la primera vez que la Iglesia realiza una denuncia formal contra la obra liderada por el sacerdote.
Por Rodrigo Alegre
La otra sede. A pesar de que en Chacarita hay carteles de apoyo al cura, allí habrían ocurrido abusos.
“Basta, quiero terminar con todo”, repetía entre llantos y gritos mientras el director y el secretario del colegio religioso le suplicaban que no saltara desde el banco.
El intento de suicidio del chico de ocho años sucedió el 2 de septiembre en el Instituto Santa Teresa de los Andes, del barrio de Chacarita. La escena quedó registrada en el acta de la escuela. Sebastián cursa allí uno de los primeros grados y vive con sus dos hermanitos en el Hogar San José de la Fundación Felices los Niños, creado por el sacerdote Julio César Grassi.
El Instituto Santa Teresa de los Andes y Felices los Niños comparten un mismo predio sobre la calle Charlone al 700. Los chicos alojados en la Fundación cruzan todos los días una calle interna para asistir a clases. Algo tenso, esa mañana Sebastián se dirigió hacia su aula. “Llegó muy mal, muy angustiado, no quería trabajar, se encaprichó y se puso a llorar”, señala el informe elaborado por la psicopegadoga del colegio, Constanza Biondi.
Pero, ¿qué pasó?, ¿cuál era el infierno con el que Sebastián quiso terminar? El relato de sus compañeritos y el informe de Biondi coinciden en que el chico habría sido abusado sexualmente en la sede de la Fundación.
El caso fue denunciado el 26 de septiembre en la Defensoría Nº 4 de Menores e Incapaces de la Ciudad de Buenos Aires por el obispo Horacio Benites Astoul, vicario de la zona de Belgrano y responsable del colegio, donde se originó todo. Es la primera denuncia formal realizada por un obispo contra la Fundación Felices los Niños que dirige el sacerdote Julio Grassi, hoy juzgado por abuso sexual en los Tribunales de Morón.
Benites Astoul adjuntó en su denuncia el informe de la psicopedagoga. Allí Biondi relata que Sebastián “estaba sumergido en una crisis total”, se resistía a bajarse del pupitre hasta que “el director logró calmarlo y llevarlo a la dirección”. En una oficina la secretaria del director quiso indagar sobre lo que había pasado. Pero Sebastián “apretaba los puñitos y tenía una tensión en el cuerpo terrible, no pudo denunciar”. “De eso no se habla”, dijo el chico.
Según el informe, otro alumno de quinto grado que observaba la escena se acercó a una de las maestras de 4º grado y le dijo: “Acá empezaron otra vez los abusos”. El documento de la psicopedagoga, en poder de la Justicia, profundiza aún más la situación que se vive dentro de la Fundación: “Como no hay gente que los cuide, dejan a los más grandes a cargo de los más chicos. Y ahí se arman ciertos circuitos de poder, de abusados y abusadores que seguramente también lo padecieron”.
Pasillos oscuros. Desde 2006 el Instituto Santa Teresa de los Andes depende de la Vicaría Episcopal de Belgrano. Al colegio religioso asisten chicos del barrio y, además, alrededor de cuarenta niños del Hogar San José. Según la psicopedagoga los chicos viven en el hogar “como exiliados en un lugar gris, donde no importa si se bañan o no, si se lavan los dientes o si se ponen ojotas un día de diez grados”.
En el despacho del defensor Marcelo Jalil, donde el obispo Benites Astoul hizo la denuncia, actuaron enseguida. Ese mismo viernes 26 de septiembre, Jalil fue hasta el Hogar San José para entrevistarse con Sebastián. Pero fue inútil, había sido trasladado a la sede central de la Fundación Felices los Niños en Hurlingham, para un tratamiento psicológico.
Jalil se inquietó cuando se enteró de que el niño estaba fuera de la institución. Y se encolerizó aún más cuando relevó que los 46 chicos del hogar están al cuidado de dos monjas guatemaltecas, de la comunidad Hermanas Marta y María. Y, según parece, los más chicos quedan durante la noche bajo el “cuidado” y la “protección” de un grupo de celadores, apenas mayores que ellos. Sobre esos jóvenes de 16 y 18 años apuntan las sospechas de Jalil, que, apoyado por la jueza Miriam Ruth de Estrada, secuestró los legajos de los chicos de la institución.
Por su parte, el defensor hizo una denuncia penal por abuso de menores en el Juzgado de Instrucción Nº 32 a cargo del juez Carlos Bruinard. El apoderado de la Fundación Felices los Niños, Ricardo Muro, presentó en el juzgado un informe psicológico de la asistente social que entrevistó al chico en Hurlin-gham. Según ese documento, Sebastián quiso llamar la atención de la maestra con el episodio del cable en el cuello.
El cura Grassi, creador del Fundación Felices los Niños, es juzgado en la Justicia de Morón por presunto abuso y corrupción de menores. En las primeras audiencias el sacerdote aseguró públicamente que contaba con el apoyo de la Iglesia Católica y del cardenal, monseñor Jorge Bergoglio. En ese entonces, el vocero del Episcopado, Jorge Oesterheld, replicó las expresiones vertidas por el sacerdote. “Las declaraciones corren por su propia cuenta”, dijo Oesterheld. Y agregó que la Iglesia “apoya el accionar de la Justicia”.
(fuente)
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