miércoles, 4 de julio de 2007
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Comienza el juicio contra el cura represor - 04/07/2007
El jueves 5, en La Plata, se inicia el primer proceso oral y público contra un sacerdote acusado de participar en delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar.
Quién es Von Wernich. Su historia. Qué hizo. Cómo se justifica. Quiénes fueron sus víctimas. Los secretos de un personaje simbólico de los peores años de la Argentina. Ver en Especial Multimedia la entrevista con el autor de esta nota y del libro Maldito tú eres. El caso Von Wernich, donde ofrece más detalles del caso.
Por Hernán Brienza
Entrevista a Hernán Brienza
Su nombre completo es Christian Federico von Wernich.
Fue capellán y eslabón fundamental de la cadena represiva de la inefable Policía Bonaerense de Ramón J. Camps.
Detenido desde septiembre de 2003 por su actuación durante la represión ilegal en los años setenta, el jueves 5 de julio se sentará en la incómoda silla que los jueces del Tribunal Oral Federal I de La Plata dispongan para él.
Ese día tendrá el oscuro honor de ser el primer sacerdote en América latina en ubicarse –con su cabeza calva y cana y su típica sonrisa socarrona en el rostro– en el banquillo de los acusados, en un juicio por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar, que hendió en dos a la historia argentina.
Según el relato de los testigos, Von Wernich entraba en las celdas como si fuera un enviado de Dios –o del Diablo– complaciente, con una sonrisa en los labios, dispuesto a hacer su trabajo con eficiencia de relojero suizo.
A veces llevaba sotana; otras, apenas la camisa sacerdotal celeste o un poncho de vicuña con el que cubría sus hombros del frío.
Llegaba, casi siempre, después de largas, terribles, extenuantes jornadas de torturas. Entonces, se acercaba a esos cuerpos lacerados y humillados para infligir el último tormento posible: el de la esperanza. Con ella intentaba quebrar las almas que la fiereza de los verdugos no habían podido lograr.
Identificado - Procesado con prisión preventiva por doce casos de privación ilegal de la libertad y torturas, registrados en los centros clandestinos conocidos como Puerto Vasco, Coti Martínez y Pozo de Quilmes, que funcionaron durante los tenebrosos años de la dictadura, Von Wernich fue visto por 30 ex detenidos, quienes aseguraron que formaba parte de la maquinaria represiva del Grupo La Plata, comandado por Camps y por el director general de Investigaciones, Miguel Etchecolatz, condenado el año pasado.
El Grupo La Plata, dentro de la interna militar, era sin dudas el sector más duro, y su característica principal era el tono de cruzada religiosa que le imprimían sus integrantes.
Desde Camps, cuando declaraba que defendían los valores de Occidente y del cristianismo, hasta la presencia permanente y la bendición de la picana del por entonces arzobispo de esa ciudad y capellán general de la Bonaerense, monseñor Antonio Plaza.
Y Von Wernich era un importante engranaje dentro del esquema represivo del grupo, ya que era el último eslabón de la cadena, el que hacía la tarea de campo, el que se relacionaba directamente con los detenidos.
Su labor era sencilla: les quitaba información a través de la confesión o los “asistía espiritualmente” para que se quebraran, pasaran a formar parte de los Grupos de Tareas y traicionaran a sus propios compañeros, cosa que logró en varias oportunidades.
No nos olvidemos que la iglesia amparó (como hace sistemáticamente) a este delincuente, lo cual muestra que la iglesia es un aparato de represión del Estado.
El jueves 5, en La Plata, se inicia el primer proceso oral y público contra un sacerdote acusado de participar en delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar.
Quién es Von Wernich. Su historia. Qué hizo. Cómo se justifica. Quiénes fueron sus víctimas. Los secretos de un personaje simbólico de los peores años de la Argentina. Ver en Especial Multimedia la entrevista con el autor de esta nota y del libro Maldito tú eres. El caso Von Wernich, donde ofrece más detalles del caso.
Por Hernán Brienza
Entrevista a Hernán Brienza
Su nombre completo es Christian Federico von Wernich.
Fue capellán y eslabón fundamental de la cadena represiva de la inefable Policía Bonaerense de Ramón J. Camps.
Detenido desde septiembre de 2003 por su actuación durante la represión ilegal en los años setenta, el jueves 5 de julio se sentará en la incómoda silla que los jueces del Tribunal Oral Federal I de La Plata dispongan para él.
Ese día tendrá el oscuro honor de ser el primer sacerdote en América latina en ubicarse –con su cabeza calva y cana y su típica sonrisa socarrona en el rostro– en el banquillo de los acusados, en un juicio por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar, que hendió en dos a la historia argentina.
Según el relato de los testigos, Von Wernich entraba en las celdas como si fuera un enviado de Dios –o del Diablo– complaciente, con una sonrisa en los labios, dispuesto a hacer su trabajo con eficiencia de relojero suizo.
A veces llevaba sotana; otras, apenas la camisa sacerdotal celeste o un poncho de vicuña con el que cubría sus hombros del frío.
Llegaba, casi siempre, después de largas, terribles, extenuantes jornadas de torturas. Entonces, se acercaba a esos cuerpos lacerados y humillados para infligir el último tormento posible: el de la esperanza. Con ella intentaba quebrar las almas que la fiereza de los verdugos no habían podido lograr.
Identificado - Procesado con prisión preventiva por doce casos de privación ilegal de la libertad y torturas, registrados en los centros clandestinos conocidos como Puerto Vasco, Coti Martínez y Pozo de Quilmes, que funcionaron durante los tenebrosos años de la dictadura, Von Wernich fue visto por 30 ex detenidos, quienes aseguraron que formaba parte de la maquinaria represiva del Grupo La Plata, comandado por Camps y por el director general de Investigaciones, Miguel Etchecolatz, condenado el año pasado.
El Grupo La Plata, dentro de la interna militar, era sin dudas el sector más duro, y su característica principal era el tono de cruzada religiosa que le imprimían sus integrantes.
Desde Camps, cuando declaraba que defendían los valores de Occidente y del cristianismo, hasta la presencia permanente y la bendición de la picana del por entonces arzobispo de esa ciudad y capellán general de la Bonaerense, monseñor Antonio Plaza.
Y Von Wernich era un importante engranaje dentro del esquema represivo del grupo, ya que era el último eslabón de la cadena, el que hacía la tarea de campo, el que se relacionaba directamente con los detenidos.
Su labor era sencilla: les quitaba información a través de la confesión o los “asistía espiritualmente” para que se quebraran, pasaran a formar parte de los Grupos de Tareas y traicionaran a sus propios compañeros, cosa que logró en varias oportunidades.
No nos olvidemos que la iglesia amparó (como hace sistemáticamente) a este delincuente, lo cual muestra que la iglesia es un aparato de represión del Estado.
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