sábado, 28 de marzo de 2009
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Hasta con los chicos ? - 28/03/2009
jueves 28 de agosto de 2008
La fumigación nos está matando
El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.
CHICOS ROCIADOS CON PESTICIDAS TRABAJAN COMO BANDERAS HUMANAS.
"A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza".
Los NIÑOS FUMIGADOS de la SOJA - 29-09-06
Argentina, Norte de la provincia de Santa Fe: Las Petacas. El viejo territorio de La Forestal, la empresa inglesa que arrasó con el quebracho colorado, embolsó millones de libras esterlinas en ganancias, convirtió bosques en desiertos, abandonó decenas de pueblos en el agujero negro de la desocupación y gozó de la complicidad de administraciones nacionales, provinciales y regionales durante más de ochenta años. Las Petacas se llama el exacto escenario del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar. Chicos que serán rociados con herbicidas y pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y luego serán reemplazados por otros.
«Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama 'esquinero'. Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el 'mosquito', desde el punto del medio de la máquina y pararse allí», dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad.
«El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida» .
Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar. Los rocían con 'Randap' y a veces '2-4 D' (herbicidas usados sobre todo para cultivar soja). También tiran insecticidas y mata yuyos. Tienen un olor fuertísimo.
«A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara», describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino. No hay protección de ningún tipo.
Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que 'va más lerdo', dice uno de los chicos.
«Con el 'mosquito' hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor», agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le puede hacer mal: 'Que tengamos cáncer', ejemplifica. «Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza. A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza», dicen las voces de los pibes envenenados.
«Nos buscan los productores. Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital. Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día. No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados. A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso».
El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. «No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo», dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos. No hubo avances. Los pibes siguen de banderas. Es en Las Petacas, norte profundo santafesino, donde todavía siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal. (08-03-08)
(fuente)
Bronca en GENERAL LAGOS por fumigación en zona urbana
General Lagos. — La fiebre de la soja muestra una nueva contracara en esta localidad, donde la fumigación en zonas urbanas —algo expresamente prohibido por norma— está produciendo "daños irreparables en la salud" y "atenta contra la vida de los niños".
Así lo denunciaron vecinos del loteo Residencial del Lago, ubicado a la altura del kilómetro 275 de la autopista Rosario-Buenos Aires, que planean acudir a la Defensoría del Pueblo para plantear este problema. Desde la comuna local aseguraron estar en conocimiento del tema y pidieron a los vecinos que "efectúen inmediatamente la denuncia policial" cuando esta situación se repita.
Residencial del Lago es una zona urbanizada que cuenta con cien lotes, en los cuales ya existe una docena de viviendas con familias que viven permanentemente en el lugar y otras que residen los fines de semana. En la zona también funciona una parrilla y una fábrica de helados.
"Casi pegado a nuestras casas hay un campo sembrado con soja, y su propietario, en un accionar irregular, irresponsable e insalubre lo fumiga desde un avión hasta a menos de 50 metros de donde vivimos", se quejó Martín Pissano.
"Nos están matando con el veneno que tiran casi sobre nuestras cabezas. Hay vecinos que padecen irritación de los ojos y la garganta, sin contar que respirar esos productos provoca daños crónicos a largo plazo, y atenta contra la salud y hasta la vida de nuestros niños", añadió.
A la defensoría
Los vecinos presentaron escritos con sus reclamos y mantuvieron reuniones con autoridades comunales y funcionarios provinciales, pero como el problema subsiste planean pedir la intervención de la Defensoría del Pueblo. "Ya no sabemos más a quién recurrir, y mientras tanto, el avión fumigador sigue pasando por sobre nuestras cabezas obligándonos a respirar ese veneno. Aquí se están violando ordenanzas comunales y la ley provincial que regula esa actividad", coincidieron.
Por su parte, el presidente comunal Oscar Ferri señaló que está en conocimiento de los reclamos de los vecinos del loteo, y aseguró que está dispuesto a acompañarlos en las acciones que emprendan cuando se produzcan incumplimientos a las normas.
"Por ordenanza, la fumigación aérea está prohibida cuando es a menos de 500 metros de centros poblados. Por eso, cuando esa norma sea violada no sólo tienen que avisar a la Comuna, sino realizar una denuncia policial", aconsejó Ferri. "Con esos elementos nosotros los acompañaremos en los trámites judiciales y también ante la secretaría de Medio Ambiente provincial, con el antecedente que ya se han aplicado fuertes multas cuando se han comprobado estas irregularidades", dijo el funcionario.
En las banquinas. Los vecinos también denunciaron que los sembradíos de soja localizados a lo largo de las banquinas de la autopista Aramburu "obstaculizan totalmente las calles colectoras, y provocan innumerables problemas sanitarios y de salubridad, porque también son fumigados en forma terrestre sin tener en cuenta la dirección del viento ni la proximidad de nuestras viviendas".
Se pudo comprobar que la soja llega hasta escasos tres metros de la cinta asfáltica, y no es difícil imaginar —en época de cosecha— los gravísimos problemas que podría provocar la actividad de cosechadoras, tractores y acoplados en una de las rutas más transitadas del país.
(fuente)
jueves 28 de agosto de 2008
La fumigación nos está matando
El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida.
CHICOS ROCIADOS CON PESTICIDAS TRABAJAN COMO BANDERAS HUMANAS.
"A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza".
Los NIÑOS FUMIGADOS de la SOJA - 29-09-06
Argentina, Norte de la provincia de Santa Fe: Las Petacas. El viejo territorio de La Forestal, la empresa inglesa que arrasó con el quebracho colorado, embolsó millones de libras esterlinas en ganancias, convirtió bosques en desiertos, abandonó decenas de pueblos en el agujero negro de la desocupación y gozó de la complicidad de administraciones nacionales, provinciales y regionales durante más de ochenta años. Las Petacas se llama el exacto escenario del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar. Chicos que serán rociados con herbicidas y pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y luego serán reemplazados por otros.
«Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama 'esquinero'. Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el 'mosquito', desde el punto del medio de la máquina y pararse allí», dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad.
«El 'mosquito' es una máquina que vuela bajo y 'riega' una nube de plaguicida» .
Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar. Los rocían con 'Randap' y a veces '2-4 D' (herbicidas usados sobre todo para cultivar soja). También tiran insecticidas y mata yuyos. Tienen un olor fuertísimo.
«A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara», describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino. No hay protección de ningún tipo.
Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que 'va más lerdo', dice uno de los chicos.
«Con el 'mosquito' hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor», agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le puede hacer mal: 'Que tengamos cáncer', ejemplifica. «Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza. A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza», dicen las voces de los pibes envenenados.
«Nos buscan los productores. Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital. Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día. No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados. A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso».
El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. «No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo», dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos. No hubo avances. Los pibes siguen de banderas. Es en Las Petacas, norte profundo santafesino, donde todavía siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal. (08-03-08)
(fuente)
Bronca en GENERAL LAGOS por fumigación en zona urbana
General Lagos. — La fiebre de la soja muestra una nueva contracara en esta localidad, donde la fumigación en zonas urbanas —algo expresamente prohibido por norma— está produciendo "daños irreparables en la salud" y "atenta contra la vida de los niños".
Así lo denunciaron vecinos del loteo Residencial del Lago, ubicado a la altura del kilómetro 275 de la autopista Rosario-Buenos Aires, que planean acudir a la Defensoría del Pueblo para plantear este problema. Desde la comuna local aseguraron estar en conocimiento del tema y pidieron a los vecinos que "efectúen inmediatamente la denuncia policial" cuando esta situación se repita.
Residencial del Lago es una zona urbanizada que cuenta con cien lotes, en los cuales ya existe una docena de viviendas con familias que viven permanentemente en el lugar y otras que residen los fines de semana. En la zona también funciona una parrilla y una fábrica de helados.
"Casi pegado a nuestras casas hay un campo sembrado con soja, y su propietario, en un accionar irregular, irresponsable e insalubre lo fumiga desde un avión hasta a menos de 50 metros de donde vivimos", se quejó Martín Pissano.
"Nos están matando con el veneno que tiran casi sobre nuestras cabezas. Hay vecinos que padecen irritación de los ojos y la garganta, sin contar que respirar esos productos provoca daños crónicos a largo plazo, y atenta contra la salud y hasta la vida de nuestros niños", añadió.
A la defensoría
Los vecinos presentaron escritos con sus reclamos y mantuvieron reuniones con autoridades comunales y funcionarios provinciales, pero como el problema subsiste planean pedir la intervención de la Defensoría del Pueblo. "Ya no sabemos más a quién recurrir, y mientras tanto, el avión fumigador sigue pasando por sobre nuestras cabezas obligándonos a respirar ese veneno. Aquí se están violando ordenanzas comunales y la ley provincial que regula esa actividad", coincidieron.
Por su parte, el presidente comunal Oscar Ferri señaló que está en conocimiento de los reclamos de los vecinos del loteo, y aseguró que está dispuesto a acompañarlos en las acciones que emprendan cuando se produzcan incumplimientos a las normas.
"Por ordenanza, la fumigación aérea está prohibida cuando es a menos de 500 metros de centros poblados. Por eso, cuando esa norma sea violada no sólo tienen que avisar a la Comuna, sino realizar una denuncia policial", aconsejó Ferri. "Con esos elementos nosotros los acompañaremos en los trámites judiciales y también ante la secretaría de Medio Ambiente provincial, con el antecedente que ya se han aplicado fuertes multas cuando se han comprobado estas irregularidades", dijo el funcionario.
En las banquinas. Los vecinos también denunciaron que los sembradíos de soja localizados a lo largo de las banquinas de la autopista Aramburu "obstaculizan totalmente las calles colectoras, y provocan innumerables problemas sanitarios y de salubridad, porque también son fumigados en forma terrestre sin tener en cuenta la dirección del viento ni la proximidad de nuestras viviendas".
Se pudo comprobar que la soja llega hasta escasos tres metros de la cinta asfáltica, y no es difícil imaginar —en época de cosecha— los gravísimos problemas que podría provocar la actividad de cosechadoras, tractores y acoplados en una de las rutas más transitadas del país.
(fuente)
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