domingo, 21 de septiembre de 2008
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Otra de las verdades del corte del puente - 21/09/2008
El tour a la papelera se convirtió en la otra gran atracción de Gualeguaychú
No es sólo carnaval. Los asambleístas llevan a los turistas al puente para ver la planta de Botnia.
Quienes conocen Gualeguaychú saben que es una de las ciudades más bellas de la Argentina. Además de verse favorecida por haber sido construída a la orilla del río Uruguay, el éxito de sus carnavales la transformó en uno de los grandes imanes turísticos que tienen los argentinos.
Sin embargo, casi secretamente, una nueva atracción se ha ido apoderando del lugar. Cuando se están por cumplir dos años del bloqueo al puente General San Martín que une Gualeguaychú con la ciudad uruguaya de Fray Bentos, los asambleístas que protestan contra la instalación de la papelera de origen finlandes Botnia han puesto de moda una suerte de tour hasta la mitad del puente para que los turistas puedan observar la planta desde donde se la ve con mayor claridad y en enormes dimensiones.
La excursión es simple. No está muy publicitada en el centro de la ciudad, que dista unos 40 kilómetros de la frontera con el Uruguay, pero el boca a boca corre en los hoteles y los restoranes. "Los muchachos te llevan a ver la papelera", es el mensaje más escuchado por los turistas que en estos tiempos recorren Gualeguaychú. Y entonces sólo queda tomar la ruta 136 y manejar hasta el corte, afincado sobre al arroyo Verde, una pequeña y estratégica corriente de agua que les permite a los asambleístas controlar que nadie vulnere el bloqueo a través de los campos linderos.
Los carteles "No a Botnia"; algunas banderas en las puertas de las casas y leyendas castigando especialmente al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, preanuncian la llegada al lugar del corte. Allí, diez kilómetros antes del puente, está la construcción (una habitación amplia de ladrillos) donde hacen guardia los asambleístas. El viaje es gratis, como ellos mismos lo publicitan. Pero para quienes quieren colaborar "con la causa" ambientalista, hay gorros y remeras con leyendas anti Botnia que muchos turistas se llevan por precios que no dejan de ser razonables.
El trayecto es breve y la condición es que en el auto (o la caravana si son más de uno) suba uno de los asambleístas. El viaje es hasta la mitad del puente por el que no transita prácticamente nadie. Se atraviesan dos pequeñas oficinas de la Aduana y de la Gendarmería, pero es raro encontrar a sus empleados. "A veces salen a pasear o se van a pescar", admiten en el corte, pero piden reserva por el dato ya que los gendarmes "son buena gente y se aburren mucho" durante los días largos y sin tareas.
Entonces sí. Al estacionar en la mitad del puente se puede ver la planta de Botnia en toda su magnitud. Desde allí se observan inmensas la planta y las seis chimeneas por las que nunca deja de salir humo. La mayoría de los turistas se dedica a sacarle fotos (como la que ilustra la infografía) y pedir datos sobre la papelera que los asambleístas entregan gustosos durante la charla, o reparten en unos folletos simples con información que ataca a la pastera de origen finlandés.
El trato con los turistas suele ser amable y sólo de vez en cuando surgen algunas discusiones con visitantes que se quejan por la prolongación increíble del corte que ya lleva 22 meses, pese a las discusiones internas de los manifestantes sobre la conveniencia o no de seguir con el bloqueo (ver Hay quienes...).
Los únicos autos que se dejan ver por la ruta desierta y silenciosa son unos remises uruguayos que llegan hasta el corte para recoger a pasajeros que los asambleístas autorizan a pasar. El único control que hay entre la Argentina y Uruguay es, paradójicamente, el que ejercen de hecho los manifestantes.
El conflicto entre los dos países convirtió el paso clave de Gualeguaychú a Fray Bentos en un camino fantasma. Los asambleístas prometen quedarse allí para siempre y el Estado parece hoy más ausente que nunca.
(fuente)
El tour a la papelera se convirtió en la otra gran atracción de Gualeguaychú
No es sólo carnaval. Los asambleístas llevan a los turistas al puente para ver la planta de Botnia.
Quienes conocen Gualeguaychú saben que es una de las ciudades más bellas de la Argentina. Además de verse favorecida por haber sido construída a la orilla del río Uruguay, el éxito de sus carnavales la transformó en uno de los grandes imanes turísticos que tienen los argentinos.
Sin embargo, casi secretamente, una nueva atracción se ha ido apoderando del lugar. Cuando se están por cumplir dos años del bloqueo al puente General San Martín que une Gualeguaychú con la ciudad uruguaya de Fray Bentos, los asambleístas que protestan contra la instalación de la papelera de origen finlandes Botnia han puesto de moda una suerte de tour hasta la mitad del puente para que los turistas puedan observar la planta desde donde se la ve con mayor claridad y en enormes dimensiones.
La excursión es simple. No está muy publicitada en el centro de la ciudad, que dista unos 40 kilómetros de la frontera con el Uruguay, pero el boca a boca corre en los hoteles y los restoranes. "Los muchachos te llevan a ver la papelera", es el mensaje más escuchado por los turistas que en estos tiempos recorren Gualeguaychú. Y entonces sólo queda tomar la ruta 136 y manejar hasta el corte, afincado sobre al arroyo Verde, una pequeña y estratégica corriente de agua que les permite a los asambleístas controlar que nadie vulnere el bloqueo a través de los campos linderos.
Los carteles "No a Botnia"; algunas banderas en las puertas de las casas y leyendas castigando especialmente al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, preanuncian la llegada al lugar del corte. Allí, diez kilómetros antes del puente, está la construcción (una habitación amplia de ladrillos) donde hacen guardia los asambleístas. El viaje es gratis, como ellos mismos lo publicitan. Pero para quienes quieren colaborar "con la causa" ambientalista, hay gorros y remeras con leyendas anti Botnia que muchos turistas se llevan por precios que no dejan de ser razonables.
El trayecto es breve y la condición es que en el auto (o la caravana si son más de uno) suba uno de los asambleístas. El viaje es hasta la mitad del puente por el que no transita prácticamente nadie. Se atraviesan dos pequeñas oficinas de la Aduana y de la Gendarmería, pero es raro encontrar a sus empleados. "A veces salen a pasear o se van a pescar", admiten en el corte, pero piden reserva por el dato ya que los gendarmes "son buena gente y se aburren mucho" durante los días largos y sin tareas.
Entonces sí. Al estacionar en la mitad del puente se puede ver la planta de Botnia en toda su magnitud. Desde allí se observan inmensas la planta y las seis chimeneas por las que nunca deja de salir humo. La mayoría de los turistas se dedica a sacarle fotos (como la que ilustra la infografía) y pedir datos sobre la papelera que los asambleístas entregan gustosos durante la charla, o reparten en unos folletos simples con información que ataca a la pastera de origen finlandés.
El trato con los turistas suele ser amable y sólo de vez en cuando surgen algunas discusiones con visitantes que se quejan por la prolongación increíble del corte que ya lleva 22 meses, pese a las discusiones internas de los manifestantes sobre la conveniencia o no de seguir con el bloqueo (ver Hay quienes...).
Los únicos autos que se dejan ver por la ruta desierta y silenciosa son unos remises uruguayos que llegan hasta el corte para recoger a pasajeros que los asambleístas autorizan a pasar. El único control que hay entre la Argentina y Uruguay es, paradójicamente, el que ejercen de hecho los manifestantes.
El conflicto entre los dos países convirtió el paso clave de Gualeguaychú a Fray Bentos en un camino fantasma. Los asambleístas prometen quedarse allí para siempre y el Estado parece hoy más ausente que nunca.
(fuente)
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