sábado, 1 de septiembre de 2007
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La lluvia ácida en la selva misionera - domingo, 07 de mayo de 2006 - fuente
La selva misionera, pero también los suelos agrícolas, el aire, los acuíferos y los seres humanos están seriamente amenazados en la provincia de Misiones. Un proyecto científico llevado adelante hace más de cinco años en cercanías de una gran papelera ubicada sobre el río Paraná lo advertía, pero sus resultados fueron ignorados por las autoridades y borrados de los medios de comunicación. Memoria y presente le dan sentido al “No a las Papeleras”.
Por Claudio Salvador – Periodista, docente y escritor.
Las concentraciones de dióxido de azufre medidas por el proyecto "La Química, el Hombre y su Hábitat” (1999-2000) alcanzaron niveles tres veces superiores a los máximos del aire contaminado. Nueve de diez eventos de lluvia resultaron con valores de acidez inferiores a 5,6 y, desde los ámbitos científicos, se anunció como “Lluvia ácida en la Selva Misionera”.
Cada persona del primer mundo emplea un árbol al año en el consumo de papel y cartón. En los EEUU la propaganda enviada por correo ya es responsable de la tala de 10 millones de árboles cada año.
La ocurrencia de enfermedades respiratorias, que van desde leves bronquitis y síndromes hasta diferentes tipos de cáncer, es una silenciosa preocupación de los especialistas en las ciudades cercanas a las plantas pasteras y papeleras de Misiones. Esta pasividad, producto tal vez de un carácter político soberbio instalado en el poder desde hace más de tres décadas, pone en peligro la vida en una de las tierras de mayor biodiversidad del planeta. La selva misionera, pero también los suelos agrícolas, el aire, los acuíferos y los seres humanos están seriamente amenazados en de la provincia de Misiones.
El Proyecto QHH, realizado en la ciudad misionera de Puerto Rico, mereció el Premio Argentino Junior del Agua 2000, organizado por la Asociación Argentina de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (Aidis). Sus resultados motivaron replanteos de tratamiento de efluentes en una fábrica de papel ubicada en las inmediaciones de la localidad de Capioví.
En sus conclusiones, el QHH expresaba: “... teniendo en cuenta que en la zona estudiada no existen factores naturales capaces de generar estos efectos, se pueden atribuir los mismos a actividades antropogénicas, tales como la producción de bienes de consumo masivo como el papel y plaglicidas entre otros, la generación de electricidad y la producción de productos químicos”.
Sin embargo, el QHH fue irresponsablemente ignorado por las autoridades misioneras, quienes mandaron borrarlo de los medios periodísticos y jamás ordenaron medidas correctivas.
Si la sangre llega al río, será tarde. Hay motivos más que suficientes para que la sociedad civil se organice y despliegue sus mecanismos de defensa ante la inminencia de la polución que generan las papeleras de Uruguay.
Esto es lo que ocurre en el Alto Paraná de Misiones, afectando a pueblos hermanos de Paraguay y Brasil. Y también sucederá en Gualeguaychú y sus vecindades –charrúas y argentinas, sin distinción- si la población se descuida en su movilización.
La vida es un valor sin fronteras. Y en este caso, que no nos separen con discursos xenófobos. Uruguayos, paraguayos, brasileños y argentinos tenemos el derecho a defender la calidad de vida de nuestras familias y a recuperar la salud de las que ya fueron contaminadas.
¿Y qué pasa con la lluvia ácida?
No sólo las chapas de los techos sufren la corrosión de los ácidos. Entre otros impactos negativos, las lluvias ácidas aumentan mucho en la gente las enfermedades respiratorias (asma, bronquitis crónica, síndrome de Krupp y otras) y provocan distintos casos de cáncer.
La contaminación debilita todo el organismo, sea humano, vegetal o animal. También los suelos y por supuesto la selva, que antes fue nuestra mayor fuente de vida. Esto provoca una disminución de las defensas en las personas y una mayor disposición a contraer enfermedades. Los más afectados son los niños, las personas mayores, las mujeres embarazadas y los que sufren dolencias crónicas cardíacas, de la circulación o asma.
(La llamada lluvia ácida tiene una acidez (“pH”) inferior a 5,6 y puede ir hasta 2,5 y excepcionalmente 1,5. En Misiones, el proyecto QHH midió 10 eventos de lluvia de los cuales 6 estuvieron entre los valores 4 y 4,5. ¿Cuáles serán hoy los valores de acidez de las lluvias en Misiones?)
La selva misionera, pero también los suelos agrícolas, el aire, los acuíferos y los seres humanos están seriamente amenazados en la provincia de Misiones. Un proyecto científico llevado adelante hace más de cinco años en cercanías de una gran papelera ubicada sobre el río Paraná lo advertía, pero sus resultados fueron ignorados por las autoridades y borrados de los medios de comunicación. Memoria y presente le dan sentido al “No a las Papeleras”.
Por Claudio Salvador – Periodista, docente y escritor.
Las concentraciones de dióxido de azufre medidas por el proyecto "La Química, el Hombre y su Hábitat” (1999-2000) alcanzaron niveles tres veces superiores a los máximos del aire contaminado. Nueve de diez eventos de lluvia resultaron con valores de acidez inferiores a 5,6 y, desde los ámbitos científicos, se anunció como “Lluvia ácida en la Selva Misionera”.
Cada persona del primer mundo emplea un árbol al año en el consumo de papel y cartón. En los EEUU la propaganda enviada por correo ya es responsable de la tala de 10 millones de árboles cada año.
La ocurrencia de enfermedades respiratorias, que van desde leves bronquitis y síndromes hasta diferentes tipos de cáncer, es una silenciosa preocupación de los especialistas en las ciudades cercanas a las plantas pasteras y papeleras de Misiones. Esta pasividad, producto tal vez de un carácter político soberbio instalado en el poder desde hace más de tres décadas, pone en peligro la vida en una de las tierras de mayor biodiversidad del planeta. La selva misionera, pero también los suelos agrícolas, el aire, los acuíferos y los seres humanos están seriamente amenazados en de la provincia de Misiones.
El Proyecto QHH, realizado en la ciudad misionera de Puerto Rico, mereció el Premio Argentino Junior del Agua 2000, organizado por la Asociación Argentina de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (Aidis). Sus resultados motivaron replanteos de tratamiento de efluentes en una fábrica de papel ubicada en las inmediaciones de la localidad de Capioví.
En sus conclusiones, el QHH expresaba: “... teniendo en cuenta que en la zona estudiada no existen factores naturales capaces de generar estos efectos, se pueden atribuir los mismos a actividades antropogénicas, tales como la producción de bienes de consumo masivo como el papel y plaglicidas entre otros, la generación de electricidad y la producción de productos químicos”.
Sin embargo, el QHH fue irresponsablemente ignorado por las autoridades misioneras, quienes mandaron borrarlo de los medios periodísticos y jamás ordenaron medidas correctivas.
Si la sangre llega al río, será tarde. Hay motivos más que suficientes para que la sociedad civil se organice y despliegue sus mecanismos de defensa ante la inminencia de la polución que generan las papeleras de Uruguay.
Esto es lo que ocurre en el Alto Paraná de Misiones, afectando a pueblos hermanos de Paraguay y Brasil. Y también sucederá en Gualeguaychú y sus vecindades –charrúas y argentinas, sin distinción- si la población se descuida en su movilización.
La vida es un valor sin fronteras. Y en este caso, que no nos separen con discursos xenófobos. Uruguayos, paraguayos, brasileños y argentinos tenemos el derecho a defender la calidad de vida de nuestras familias y a recuperar la salud de las que ya fueron contaminadas.
¿Y qué pasa con la lluvia ácida?
No sólo las chapas de los techos sufren la corrosión de los ácidos. Entre otros impactos negativos, las lluvias ácidas aumentan mucho en la gente las enfermedades respiratorias (asma, bronquitis crónica, síndrome de Krupp y otras) y provocan distintos casos de cáncer.
La contaminación debilita todo el organismo, sea humano, vegetal o animal. También los suelos y por supuesto la selva, que antes fue nuestra mayor fuente de vida. Esto provoca una disminución de las defensas en las personas y una mayor disposición a contraer enfermedades. Los más afectados son los niños, las personas mayores, las mujeres embarazadas y los que sufren dolencias crónicas cardíacas, de la circulación o asma.
(La llamada lluvia ácida tiene una acidez (“pH”) inferior a 5,6 y puede ir hasta 2,5 y excepcionalmente 1,5. En Misiones, el proyecto QHH midió 10 eventos de lluvia de los cuales 6 estuvieron entre los valores 4 y 4,5. ¿Cuáles serán hoy los valores de acidez de las lluvias en Misiones?)
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