martes, 11 de septiembre de 2007
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VON WERNICH
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El sacerdote pidió perdón a los familiares de las víctimas porque no se les brindó ayuda
"La Iglesia no mató, pero no salvó"
El cura Rubén Capitanio, párroco de la localidad neuquina de Centenario, declaró ayer en el juicio contra Christian von Wernich. "La jerarquía eclesiástica fue cómplice" de la dictadura, opinó.
El párroco Rubén Capitanio ingresa a la sala para declarar en el juicio contra Von Wernich.
Como pocas veces en los últimos treinta años del país, un integrante de la Iglesia reconoció que durante la última dictadura militar los máximos representantes católicos fueron "cómplices", con su "silencio", de los crímenes cometidos.
"La Iglesia no mató, pero no salvó", expresó el sacerdote Rubén Capitanio, quien declaró ayer en el juicio iniciado contra el ex capellán de la Policía bonaerense Christian von Wernich, acusado de participar de torturas, secuestros y asesinatos durante el último régimen de facto.
"Con su silencio, la jerarquía de la Iglesia fue cómplice y no cumplió con su misión pastoral de denunciar la situación de ilegalidad que se vivía. Por no haber salvado -agregó el sacerdote- es responsable" de las vidas de los miles de víctimas de la dictadura.
Capitanio consideró que el tribunal oral que enjuicia a Von Wernich cumple "un servicio a la Iglesia", porque "ayuda" a sus integrantes "a buscar la verdad".
Además, aprovechó su declaración para pedir "perdón a los familiares" de todas las personas asesinadas "por no haber sido la Iglesia" que debió ser.
El cura recordó que en 2000, durante un encuentro de la Conferencia Episcopal, sus representantes expresaron una tibia postura de disculpas por su acción durante la dictadura.
"Lo hizo en un marco tan solemne, en un lenguaje tan eclesiástico que nuestro pueblo no entendió que pidió perdón", opinó ante la prensa luego de su testimonio.
Capitanio se desempeña en la actualidad como párroco en la localidad neuquina de Centenario.
Desde allí viajó hacia La Plata para declarar en la penúltima audiencia oral del juicio contra Von Wernich.
"La Iglesia fue una madre que no buscó a sus hijos y llegó a prohibir en muchos casos la reunión de familiares de desaparecidos en los templos", recordó.
Y afirmó que la autoridad religiosa tuvo una actitud "escandalosa y pecaminosa. Fue cercana a la dictadura porque no cumplió con el deber de servicio a la vida".
"Hasta que no reconozcamos este comportamiento –expresó Capitanio– seremos una Iglesia infiel".
Acerca de Von Wernich, el párroco neuquino dijo que su prédica había sido "incomprensible e incoherente" en los centros clandestinos de detención, en los cuales asistió a los represores e instigó a las víctimas a que delataran a otras personas para recibir un mejor trato.
"Desgraciadamente ojalá pudiéramos hablar de que Von Wernich se trata de un hecho aislado en la Iglesia, pero en honor a la verdad, y con dolor, digo que no", comentó el cura.
"Yo no sé cuáles son las justificaciones de Von Wernich para hacer lo que hizo, pero hay un principio moral de la Iglesia que dice que el fin no justifica los medios, entonces nunca para lograr un fin se justifica un medio malo, indigno o ignorante", destacó Capitanio.
Antes de abandonar la sala de audiencias, expresó: "Quisiera pedirles a las víctimas, y en los familiares a todas las víctimas, perdón como Iglesia; también a las madres, a todos mis hermanos y a todo nuestro pueblo que nos perdonen por no haber sido todavía la Iglesia que debimos ser, cerca de los crucificados y no de los crucificadores".
La contracara
También declaró ayer ante el tribunal el párroco de Trenque Lauquen, Pedro Traveset, que fue compañero de Von Wernich en la diócesis de Nueve de Julio.
Traveset dijo que supo de desapariciones durante la dictadura recién "hace quince años" y que nunca habló con el ex capellán de la Policía sobre sus tareas en la fuerza.
Según un testigo que estuvo detenido durante la dictadura, Traveset le comentó que había hablado con Von Wernich y que éste le admitió el asesinato del estudiante de medicina Eduardo Lugones.
Un compañero
Capitanio contó al tribunal que en 1970 fue compañero de seminario en La Plata de Von Wernich, pero que no tuvo relación con él.
En 1976, Capitanio abandonó La Plata porque era perseguido y se refugió en Neuquén gracias a la ayuda del obispo Jaime de Nevares.
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"La Iglesia no mató, pero no salvó"
El cura Rubén Capitanio, párroco de la localidad neuquina de Centenario, declaró ayer en el juicio contra Christian von Wernich. "La jerarquía eclesiástica fue cómplice" de la dictadura, opinó.
El párroco Rubén Capitanio ingresa a la sala para declarar en el juicio contra Von Wernich.
Como pocas veces en los últimos treinta años del país, un integrante de la Iglesia reconoció que durante la última dictadura militar los máximos representantes católicos fueron "cómplices", con su "silencio", de los crímenes cometidos.
"La Iglesia no mató, pero no salvó", expresó el sacerdote Rubén Capitanio, quien declaró ayer en el juicio iniciado contra el ex capellán de la Policía bonaerense Christian von Wernich, acusado de participar de torturas, secuestros y asesinatos durante el último régimen de facto.
"Con su silencio, la jerarquía de la Iglesia fue cómplice y no cumplió con su misión pastoral de denunciar la situación de ilegalidad que se vivía. Por no haber salvado -agregó el sacerdote- es responsable" de las vidas de los miles de víctimas de la dictadura.
Capitanio consideró que el tribunal oral que enjuicia a Von Wernich cumple "un servicio a la Iglesia", porque "ayuda" a sus integrantes "a buscar la verdad".
Además, aprovechó su declaración para pedir "perdón a los familiares" de todas las personas asesinadas "por no haber sido la Iglesia" que debió ser.
El cura recordó que en 2000, durante un encuentro de la Conferencia Episcopal, sus representantes expresaron una tibia postura de disculpas por su acción durante la dictadura.
"Lo hizo en un marco tan solemne, en un lenguaje tan eclesiástico que nuestro pueblo no entendió que pidió perdón", opinó ante la prensa luego de su testimonio.
Capitanio se desempeña en la actualidad como párroco en la localidad neuquina de Centenario.
Desde allí viajó hacia La Plata para declarar en la penúltima audiencia oral del juicio contra Von Wernich.
"La Iglesia fue una madre que no buscó a sus hijos y llegó a prohibir en muchos casos la reunión de familiares de desaparecidos en los templos", recordó.
Y afirmó que la autoridad religiosa tuvo una actitud "escandalosa y pecaminosa. Fue cercana a la dictadura porque no cumplió con el deber de servicio a la vida".
"Hasta que no reconozcamos este comportamiento –expresó Capitanio– seremos una Iglesia infiel".
Acerca de Von Wernich, el párroco neuquino dijo que su prédica había sido "incomprensible e incoherente" en los centros clandestinos de detención, en los cuales asistió a los represores e instigó a las víctimas a que delataran a otras personas para recibir un mejor trato.
"Desgraciadamente ojalá pudiéramos hablar de que Von Wernich se trata de un hecho aislado en la Iglesia, pero en honor a la verdad, y con dolor, digo que no", comentó el cura.
"Yo no sé cuáles son las justificaciones de Von Wernich para hacer lo que hizo, pero hay un principio moral de la Iglesia que dice que el fin no justifica los medios, entonces nunca para lograr un fin se justifica un medio malo, indigno o ignorante", destacó Capitanio.
Antes de abandonar la sala de audiencias, expresó: "Quisiera pedirles a las víctimas, y en los familiares a todas las víctimas, perdón como Iglesia; también a las madres, a todos mis hermanos y a todo nuestro pueblo que nos perdonen por no haber sido todavía la Iglesia que debimos ser, cerca de los crucificados y no de los crucificadores".
La contracara
También declaró ayer ante el tribunal el párroco de Trenque Lauquen, Pedro Traveset, que fue compañero de Von Wernich en la diócesis de Nueve de Julio.
Traveset dijo que supo de desapariciones durante la dictadura recién "hace quince años" y que nunca habló con el ex capellán de la Policía sobre sus tareas en la fuerza.
Según un testigo que estuvo detenido durante la dictadura, Traveset le comentó que había hablado con Von Wernich y que éste le admitió el asesinato del estudiante de medicina Eduardo Lugones.
Un compañero
Capitanio contó al tribunal que en 1970 fue compañero de seminario en La Plata de Von Wernich, pero que no tuvo relación con él.
En 1976, Capitanio abandonó La Plata porque era perseguido y se refugió en Neuquén gracias a la ayuda del obispo Jaime de Nevares.
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