miércoles, 24 de octubre de 2007
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Sobrevivientes de la ESMA complicaron a Febrés - 24/10/2007
Buenos Aires. Sobrevivientes de la ESMA complicaron ayer la situación del ex prefecto Héctor Febrés, a quien señalaron como uno de los más cruentos torturadores de ese centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura, en la segunda jornada del juicio oral en su contra por delitos de lesa humanidad. “Acá en este lugar, yo soy el torturador”, se presentó Febrés en la ESMA ante el secuestrado Carlos Gregorio Lordkipanidse, uno de los cuatro sobrevivientes por cuyos casos se lo juzga acusado del delito de “torturas”.
Tanto Lordkipanidse como el primer testigo del día, Carlos Alberto García, aportaron en largas declaraciones un minucioso detalle del funcionamiento de la Escuela de Mecánica de la Armada en la última dictadura, incluido el “trabajo esclavo” al que eran sometidos para falsear todo tipo de documentos. Además, los secuestrados eran obligados a trabajar en tareas de impresión del diario Convicción, editado por el dictador Emilio Massera, como parte del proyecto político que pretendía impulsar. Más breves y escuetos, también pasaron por el tribunal los sobrevivientes Alfredo Margari y Josefa Arminda Prada de Olivieri. “El 'Gordo' Daniel' se ponía reloco cuando torturaba tratando de sacar información”, refirió García al abrir la segunda jornada del juicio.
Y Lordkipanidse, último testigo del día, señaló a Febrés como el responsable del “sector 4” de la ESMA que tenía a su cargo los “cuartos de interrogatorio y la huevera”, donde daban a luz las detenidas. “El grado de responsabilidad del prefecto Febrés incluía integrar el selecto circuito de oficiales que tomaban la decisión sobre la vida y muerte de personas liberadas o ejecutadas”, apuntó.
Los “hechos que se le adjudican son justificados en función del grado de responsabilidad” que ostentaba. El detenido represor no estuvo en la sala de audiencias, ya que goza de un permiso otorgado por los jueces del Tribunal Oral Federal 5 para no volver al recinto de Comodoro Py 2002 hasta la hora de los alegatos finales.
En todos los testimonios hubo emoción, voces entrecortadas y hasta lágrimas a la hora del recuerdo y varias veces el tribunal suspendió la audiencia en cuartos intermedios de casi media hora para permitir recomponerse al testigo. García recordó haber visto a “una monja” en ESMA, en referencia a las religiosas francesas Leonnie Duquet y Alice Domon y contó que una de ellas “estaba preocupada por el chico rubio”, en alusión al destituido capitán Alfredo Astiz, que se hizo pasar por familiar de un desaparecido y participó del secuestro de ambas. El cautiverio era “un infierno” en el cual los prisioneros permanecían encapuchados, esposados y con grilletes en sus pies, narró el sobreviviente, quien dijo haber presenciado el nacimiento de Juan Cabandié.
García y Lordkipanidse fueron usados como mano de obra “esclava” en trabajos de imprenta que incluían falsificación de documentos y, en el caso del primero, todos los días salía de la ESMA para ir al taller donde se editaba Convicción. A su turno, el sobreviviente Margari explicó que no fue torturado pero aportó más pruebas contra Febrés, al detallar que “mandaba sobre todos los suboficiales” del lugar. Agencias DyN y Télam
Buenos Aires. Sobrevivientes de la ESMA complicaron ayer la situación del ex prefecto Héctor Febrés, a quien señalaron como uno de los más cruentos torturadores de ese centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura, en la segunda jornada del juicio oral en su contra por delitos de lesa humanidad. “Acá en este lugar, yo soy el torturador”, se presentó Febrés en la ESMA ante el secuestrado Carlos Gregorio Lordkipanidse, uno de los cuatro sobrevivientes por cuyos casos se lo juzga acusado del delito de “torturas”.
Tanto Lordkipanidse como el primer testigo del día, Carlos Alberto García, aportaron en largas declaraciones un minucioso detalle del funcionamiento de la Escuela de Mecánica de la Armada en la última dictadura, incluido el “trabajo esclavo” al que eran sometidos para falsear todo tipo de documentos. Además, los secuestrados eran obligados a trabajar en tareas de impresión del diario Convicción, editado por el dictador Emilio Massera, como parte del proyecto político que pretendía impulsar. Más breves y escuetos, también pasaron por el tribunal los sobrevivientes Alfredo Margari y Josefa Arminda Prada de Olivieri. “El 'Gordo' Daniel' se ponía reloco cuando torturaba tratando de sacar información”, refirió García al abrir la segunda jornada del juicio.
Y Lordkipanidse, último testigo del día, señaló a Febrés como el responsable del “sector 4” de la ESMA que tenía a su cargo los “cuartos de interrogatorio y la huevera”, donde daban a luz las detenidas. “El grado de responsabilidad del prefecto Febrés incluía integrar el selecto circuito de oficiales que tomaban la decisión sobre la vida y muerte de personas liberadas o ejecutadas”, apuntó.
Los “hechos que se le adjudican son justificados en función del grado de responsabilidad” que ostentaba. El detenido represor no estuvo en la sala de audiencias, ya que goza de un permiso otorgado por los jueces del Tribunal Oral Federal 5 para no volver al recinto de Comodoro Py 2002 hasta la hora de los alegatos finales.
En todos los testimonios hubo emoción, voces entrecortadas y hasta lágrimas a la hora del recuerdo y varias veces el tribunal suspendió la audiencia en cuartos intermedios de casi media hora para permitir recomponerse al testigo. García recordó haber visto a “una monja” en ESMA, en referencia a las religiosas francesas Leonnie Duquet y Alice Domon y contó que una de ellas “estaba preocupada por el chico rubio”, en alusión al destituido capitán Alfredo Astiz, que se hizo pasar por familiar de un desaparecido y participó del secuestro de ambas. El cautiverio era “un infierno” en el cual los prisioneros permanecían encapuchados, esposados y con grilletes en sus pies, narró el sobreviviente, quien dijo haber presenciado el nacimiento de Juan Cabandié.
García y Lordkipanidse fueron usados como mano de obra “esclava” en trabajos de imprenta que incluían falsificación de documentos y, en el caso del primero, todos los días salía de la ESMA para ir al taller donde se editaba Convicción. A su turno, el sobreviviente Margari explicó que no fue torturado pero aportó más pruebas contra Febrés, al detallar que “mandaba sobre todos los suboficiales” del lugar. Agencias DyN y Télam
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